12. Implantes.

64 10 61
                                    

La incertidumbre llenaba la habitación después de las palabras del capitán, que había perdido toda su aura de confianza luego de aquellas pocas palabras por parte del ser desconocido.

Mi mejilla seguía palpitando, aún después de haber pasado cierta cantidad de minutos que entre el silencio y la pesadez parecían horas.

Al final fue Gordon quien nos salvó de ese tortuoso mar de dudas que se acrecentaban entre ambos.

— Muy bien, par de paranoicos, nadie ha dicho nada para que estén así de pálidos.

— Tú... ¿no lo has oído? —Mi voz temblaba.

— No puede oírlo. Su implante colapsó hace mucho. —Respondió el capitán, retomando su compostura.

— ¿Implante?... —Traté de adivinar sus palabras, e inmediatamente recordé nuestra breve plática referente a los chips en el cerebro de toda la humanidad, y cómo Jonlan decía haberlo rechazado. — ¿Habla de los chips-

— Sientate.

No dudé en hacerlo. Por alguna razón presentía que aclararía muchas dudas esa tarde, con esa conversación, gracias a esa bofetada.

— No rechacé el chip como dije... —Admitió. Sus palabras eran profundas, al igual que su mirada.— Sólo aprendí a usarlo.

— ¿De qué idioteces hablan ahora, par de-

Con sólo una mirada del mayor presente, el bocasas de Gordon guardó silencio inmediato.

_ ¿Como puede aprender a usar algo que no puede tocar?

— Es como aprender a hablar con tu subconsciente, Nolo.

— ¿Y eso es posible?

— Sólo si el ocio o la locura consumen demasiado de tu tiempo. En mi caso fue la segunda opción.

— ¿Y... puede explicarme más sobre estos... implantes?

— Siempre hemos sido observados, Nolo. Los Supremos han pasado la mayoría del tiempo que conocemos como histórico causando acontecimientos importantes para nuestra primitiva humanidad. El caso de las pirámides de Egipto, la muralla China, el muro de Berlín, e incluso la segunda guerra mundial, todo era parte de un plan de los Supremos.

— ¿Como puede ser culpa de los aliens que Hitler enloqueciera?

— Hitler era un alien.

Rayos. Jonlan tenía la respuesta convincente para cada una de mis preguntas, aunque irónicamente no sabía si aliviarme o frustrarme. Luego de pensar en silencio durante varios segundos, me di cuenta que me había desviado del tema que más me interesaba, y una vez más lo mencioné.

— Reformularé mi pregunta, capitán: ¿cómo puedo aprender a utilizar mi implante?

— Me temo que no es tan sencillo como suena, joven Nolo. Primero deberías preguntarme para qué sirve este implante.

Una vez más acertó en el blanco. Era constructivamente molesto charlar con él si sabía cada cosa que le preguntaría, e incluso preguntaría por las preguntas que decidí no preguntar.

— Bien, ¿para qué sirve el implante?

— Básicamente, es un amplificador de las habilidades neuronales. Sabiéndolo utilizar, podríamos incluso comunicarnos telepáticamente, o como es mi caso, influir en las emociones de quienes me rodean.

— ¿Puede hacer eso?

— ¿Cómo crees que mantengo controlado a este idiota? —Señaló a Gordon, que fingió no oír nada y mirar en otra dirección.

Rebeldes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora