11. Voces.

70 11 32
                                    

Es más fácil interesarte en alguien cuando crees que esa persona también se interesa por ti, ¿no? Es lo común.

Cosas como el amor incondicional no existen. Los humanos somos muy primitivos como para querer atarnos a alguien de por vida. Es lo que aprendí esa noche, aunque me sentí totalmente estúpido al respecto.

Ni siquiera nos conocíamos suficiente, tampoco había razones para creer que seríamos algo más que simples compañeros de equipo y lo que más me dolió era que ya sabía que terminaría con Max.

Es decir, sólo hay que pensar un poco en ello para dejar de sentirse mal: Max es un idiota, pero es tierno a su manera, y las chicas suelen preferir mil veces a los idiotas tiernos.

De todas formas necesitaba concentrarme en trazar una estrategia para atacar el campamento de los Korns en tres días, si es que James volvía con las armas, y lo más probable era que lo hiciera.

James haría cualquier cosa por salvar a su novia, eso lo tenía claro, y pensé <<¿Qué se necesita para encontrar a la persona de tus sueños?>> pero no encontré respuesta lógica que me convenciera de creer que tal cosa era posible.

Recuerdo haber leído alguna vez un libro de biología que mencionaba los parásitos más peligrosos del reino fungi. Entre ellos existía un tipo de hongo destructivo que crecía en el tallo de las plantas, especialmente en árboles fuertes y frondosos, pero que lentamente corroía el sistema de distribución en las raíces del árbol, a tal punto que consumía todas las proteínas que éste necesitase para vivir; así el hongo se alimentaba cada vez que el árbol moría un poco más, hasta deshacerse completamente de él y vivir independiente.

Es el caso del odio. Nos destruye inconscientemente desde dentro, hasta que terminamos muertos y marchitos sin saber cómo.

Durante los dos días que transcurrieron, Max solo se sólo rcaba a mí cuando era necesario, al igual que Ruby. Intenté no demostrar emoción alguna, siquiera conocimiento de su relación, pero ya parecía no importar nada.

Pasaban cada segundo juntos, mientras yo seguía rompiéndome la cabeza frente a esos planos que James había graficado para mí. Un plano total del campamento que observó durante días junto a Leonor, y que al parecer capturaron cuando se disponían a volver.

Cuando me sentía muy tenso, simplemente tomaba mi arma e iba al campo de tiro. Mejorar mi puntería no era mala idea, y ahora que sabíamos que nuestras armas eran inútiles contra nuestros invasores no había restricción de uso de municiones. Era muy relajante despejar mi mente cada cierto tiempo; mi habilidad con el arma mejoró bastante, teniendo en cuenta tres pasos sencillos para dar justo en el blaco:

1) No pienses en nada.

2) Respira profundo antes de sentir tu dedo en el gatillo.

3) Manten tu mirada y brazo firmes en tu objetivo.

Siguiendo esas indicaciones logré manejar fácilmente mi pistola, al punto que sostenerla con una mano se volvía cada vez más fácil. Cuando estás solo tienes mucho tiempo libre, y haces las cosas que postergaste durante tanto tiempo.

Faltando un día para nuestro ataque logré formular el plan adecuado para evitar bajas innecesarias de nuestro lado, y no tardé en mostrárselo a Jonlan, que como siempre estaba con Gordon.

Su cabaña lucía más ordenada que de costumbre, aunque no quise observar demasiado. Enfocarme en lo necesario era lo requerido, sin distracciones y sin contratiempos.

Rescatar a mis padres era mi meta.

Deposité el plano sobre la mesa de madera, la misma que dos días antes había recibido tantos golpes.

Rebeldes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora