Sonó el despertador de Amaia, marcaba las 6, se levantó de un salto. Si no tuviera el fin de ver a Alfred, seguramente, este hubiese sonado más de una vez.
Se arregló, comió algo y terminó todo lo que tenía desordenado en la maleta. Redactó unas palabras para su fiel amiga que no se encontraba anímicamente para fiestas y allí volvió a sonar, las 6:30 marcaba su teléfono.
Abrió el pomo, levantó la vista y allí lo encontró, un Alfred sonriente con cara de dormido, seguramente la misma cara que hacía ella. Se dieron un abrazo y partieron hacia recepción.
- ¿Dónde vamos? - preguntó ilusa la pamplonica.
- Jajajaja, no te lo voy a decir ya, me voy a hacer un poco de rogar ¿no crees? - dijo un Alfred divertido mientras le hacía una mueca.
La chica se hizo la ofendida y le contestó a su cara con una triste mientras ponía morritos. El joven, feliz, cogió con su mano derecha sus mofletes deshaciéndolos y se acercó para unir ambos labios.
Salieron del hotel y se montaron en un taxi, Alfred dio la orden de ir al aeropuerto, en 10 minutos llegaron.
'Milán, Ámsterdam, Roma, Bélgica, Londres' repasaba vuelo por vuelo Amaia intentando descifrar adónde la llevaría su chico.
Din don din
Pasajeros con vuelo a Menorca colóquense para facturar, su vuelo saldrá en menos de una hora, gracias
Din don din
El joven agarró de la mano a Amaia indicándole que le siguiese, ese era su próximo destino, Menorca.
'Hala que guai, Menorca, jo, nunca he estado allí. Ya me apetece playa y ponerme morena. Encima, Alfred en bañador, es un rotundo Sí' rió ante su ocurrencia la pamplonica.
Montaron en el avión en silencio, no habían intercambiado apenas palabras, estaban aún dormidos, eran apenas las 7 de la mañana, pero cuando necesitaban algo se miraban a los ojos y ahí encontraban la respuesta.
Alfred sacó el portátil, conectó los auriculares y le dio al Play a su película preferida, Vaiana. Se inclinó hacia la derecha para ofrecerle a su chica uno de los cascos, sonrió y lo acepto con gusto. Ambos se acomodaron y empezaron la película.
Esta transcurrió entre muestras cariñosas, como caricias en las manos o en los brazos, besos en la cabeza, por parte de Alfred y miradas furtivas que ambos se propinaban. Y es que, a medida que iba avanzando el vuelo ellos se iban despertando más y sus muestras de cariño también.
Llegaron a la isla, sin haber terminado la película, a la salida del aeropuerto les estaba esperando un coche amarillo, todoterreno.
Alfred al entrar saludó al conductor.
- Amaia, este es Rafa, amigo de la familia de toda la vida - dijo señalando a Rafa desde dentro del coche hacia el asiento del conductor.
- Rafa, esta es Amaia, mi novia - dijo señalando a la joven que tenía a su lado.
Ambos se saludaron y partieron rumbo a un lugar desconocido, para Amaia. Alfred se lo conocía desde que tenía uso de razón.
Llegaron. Salieron del coche y, mientras Alfred sacaba las maletas de ambos, Amaia visualizaba la casa por fuera. Era blanca, grande, con un balcón que daba enfrente y mucha naturaleza a su alrededor. La mano del chico cogió firmemente la de la joven y, tras despedirse de Rafa, cruzaron la puerta de roble macizo que separaba la calle del interior de la casa.
Al entrar, Amaia se quedó hipnotizada. El interior era tan elegante que tuvo que tomarse unos minutos para captar cada detalle del hogar. Las paredes eran blancas, a la izquierda se encontraba un salón con dos sofás formando una L de piel blanca, en el centro una mesa de cristal y para coronarlo, una televisión de plasma. A su derecha había una cocina americana, donde todas las encimeras eran de mármol blanco consiguiendo el toque elegante que conjuntaba la casa.
Al frente se topaba con unas escaleras con la barandilla negra y, bajo de estas, lo que más le había llamado la atención, un piano de cola blanco. Se acercó a él, no podía ser más perfecto, lo visualizó por unos instantes antes de acariciarlo por encima. Alfred rodeó a su chica por detrás haciendo que girase para encontrarse cara a cara, sus ojos lo decían todo, pero a Amaia no le bastaba solamente con comunicarlo con la mirada, sino que también tenía que decírselo.
- Es espectacular Alfred, gracias - agradeció al catalán previamente antes de darle un beso en los labios.
- Si pues, aún no has visto el resto de la casa - sentenció el joven para después devolverle el beso.
Amaia lo continuó y Alfred lo intensificó, se tenían ganas, muchas, y eso se notaba, en cada mirada, en cada caricia, en cada beso. Ambos lo sentían gracias a esa conexión tan especial que tenían.
El beso se intensificó hasta que Amaia chocó con las maletas, ambos salieron del trance que estaban viviendo y decidieron terminar de instalarse.
Subieron las escaleras que daban a un pasillo abierto donde, a la derecha se encontraba una puerta, a la izquierda otra y en frente, la última puerta. Alfred la vio dando paso a la joven que se volvió a quedar alucinada ante el sitio donde se encontraba.
A su derecha había una cama enorme de matrimonio adornada con vestidos de cama blancos, para seguir la armonía del hogar, a cada lado una mesita con una lámpara también blancos, obviamente. Se paró en frente de la cama y a su derecha se topó con una puerta, la abrió y vio un baño bastante grande, tenía incluso un jacuzzi a se izquierda.
Al salir de topó de frente con el balcón que veía desde fuera, lo abrió dejando correr el aire. Cerró los ojos inhalándolo, llenándose del hedor marino que desprendía ese lugar. Salió y allí estaba, delante de ella el precioso mar. Se sentía en calma, había llegado a obtener la tranquilidad que le había faltado todos estos días.
Al entrar otra vez a la habitación fue en busca de Alfred que no estaba y visualizó, en la mesa de cristal rodeada por sillas de cuero blancas que se encontraban al otro lado de la habitación, enfrente de la cama, una nota que adornaba el florero de lirios.
Ya has llegado a tu destino princesa.
Ahora solo te falta disfrutar.
Junto a mí.
T'estimo, titi.
'Alfred, cómo no. ¿Dónde se ha metido este chico? Espero que no vaya a hacer ninguna locura, que me lo conozco' dijo entre sonrisas silenciosas Amaia.
No estuvo mucho rato buscándolo cuando escuchó unos silbidos provenientes del joven desde el lavabo.
Abrió la puerta y se encontró un Alfred, aún con las gafas puestas, preparando un baño en ese jacuzzi que había analizado anteriormente la chica. En el agua se encontraban tres "Bath Bomb" deshaciéndose entre burbujas provocadas por el artilugio mientras hacía mover los pétalos de lirio que hacían que la habitación se impregnase de un olor magnífico.
Amaia cerró los ojos, adoraba ese olor y Alfred lo sabía, ahora solo les tocaba disfrutar a ambos, tranquilamente y, es que, los dos sabían que si estaban juntos no había prisa ni problemas. Solo serenidad y paz que era lo que se transmitían el uno al otro.
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Hola ¿qué tal?
Bueno, aquí os dejo con la intriga del viaje de nuestros protagonistas.
El lunes nuevo capítulo.
¡Un beso!
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¿Truco o trato? | ALMAIA
FanfictionAlfred y Amaia son dos jóvenes unidos por un contrato, en el cual está escrito que deben hacerse pasar por pareja durante el programa donde serán participantes, Operación Triunfo. Pero este se ve alargado por el festival de Eurovisión haciendo que l...