Capítulo 22

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Ahí estaban los cuatro, frente a frente, mirándose a los ojos, en silencio, analizando cada gesto, cada movimiento y la respiración agitada de cada uno.

Tras haber salido Amaia a por ellos, se habían quedado de pie frente a la cama de Aitana.

- Vale chicos - comenzó a decir Amaia - os estaréis preguntando el porqué de tanto misterio y, os lo vamos a decir - hizo una pausa en la que cogió el suficiente aire para poder continuar - hace dos noches te escuché, Alfred- llamó la atención del chico - hablar por teléfono con Cepeda - también llamó su atención - al igual que Aitana, también lo escuchó. Queremos que nos digáis de qué estabais hablando y por qué no nos lo decís - zanjó conectando su mirada con la vista preocupante de su chico, mientras se cruzaba de brazos.

Pasaron unos segundo eternos mientras ellos solo podían mirar al suelo y mover sus pies haciendo figuras en este.

- Os lo voy a decir de otra manera - volvió a intervenir la pamplonica - ¿qué nos escondéis?

- Nada - espetó el catalán - solo que hay una cosa entre amigos que no podemos contaros, pero, ya está, solo es eso, algo entre amigos - respondió asintiendo la cabeza para intentar convencer a las chicas.

- Alfred no me mientas, ni se te ocurra - alertó Amaia mientras se levantaba de la cama para ponerse frente a frente con él - nos vais a decir ambos la verdad, si no, olvidaos de nosotras - miró a los ojos a Alfred - para siempre.

Eso había dolido, no solo al catalán, sino también a la joven que, con una lágrima rodando por su mejilla y con un nudo en la garganta, volvió a sentarse en la cama con Aitana que la miraba atónita, al igual que Cepeda. Eso parecía más una discusión de pareja que de los cuatro.

- Somos todo oídos - desafió a los chicos poniendo los brazos en jarra.

Alfred se giró para mirar a su compañero. Este levantó los hombros e inclinó su cabeza dándole a entender que soltase toda su información.

- A ver - comenzó a decir Alfred - primero de todo, que esto no salga de aquí - ambas chicas se miraron y asintieron en señal de aprobación - Amaia, nosotros no somos los únicos que tienen un contrato, ellos dos también tienen uno - confesó ante la mirada atónita de la joven - su contrato dependía del nuestro y, Luis me lo contó al ver peligrar el suyo, por eso no podía contarte nada, porque le prometí que no abriría la boca.

Amaia hacía una mueca enorme de confusión, esa información ya la sabía ella y no se explica cómo había tanto lío en ese habitación en esos momentos.

- Eso ya lo sabía, Alfred - confirmó la pamplonica - Aitana me lo confesó también una noche. Pero, eso no es lo que queremos saber, decidnos sobre qué hablasteis el otro día por teléfono. Sin tapujos, queremos la verdad - dictaminó Amaia.

- Vale, yo ese dato no lo sabía - confesó el catalán, rascándose la nuca - hablamos sobre su contrato. Cepeda - dijo señalándolo - quería romperlo. A ver -comenzó a explicar- sabe que toda esta situación sobrepasa a Aitana y no quiere que sufra cuando todo puede ser más sencillo de lo que es. Pero, para eso, quería consultármelo, a ver que me parecía.Y yo le dije que adelante.

Amaia se sentía tonta en ese momento, no se podía creer lo que había desconfiado de su chico y en el peligro que casi pone a su amiga, se levantó dándole un apretón de manos cómplice a su amiga y abrazó a Alfred.

- Lo siento, no podía decírtelo sin permiso de Luís - susurró él, en su oido, antes de unir sus labios.

- No te preocupes, lo comprendo, yo tampoco hubiera dicho nada, está todo bien - tranquilizó a su chico mientras volvía a abrazarlo.

¿Truco o trato? | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora