Capítulo 3

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Como de costumbre, primero entró Amaia al ascensor y luego entró Alfred, pero eso fue lo único rutinario ya que, ya no miraban al frente, ni estaban en silencio evitándose, todo lo contrario. Entraron riendo, hablando y mirándose el uno al otro, parecía que ambos habían dejado el orgullo aparte o este se había ablandado. Entre tanta cháchara llegaron a la planta, nunca se les había hecho tan corto el trayecto del ascensor. Abrieron la puerta de la habitación mientras continuaban conversando.

- Muchas gracias, de verdad - espetó la joven - por contestar a la pregunta de Blai - explicó al ver el ceño fruncido de su compañero en señal de duda.

Una sonrisa se postró sobre los labios de Alfred que articularon un - no hay de qué - a lo que continuó:

- Es lo que pienso, sobre ese aspecto, seguro que alguien ha conseguido ver tu talentazo y serás recompensada - finalizó el joven mientras posaba su mano derecha en el hombro izquierdo de la pamplonica.

Esta se ruborizó con el gesto de Alfred, no se esperaba nada de lo que estaba ocurriendo.

- Voy a desmaquillarme, cambiarme y continuamos hablando, ¿vale?- informó Amaia mientras Alfred retiraba su mano y le asentía con la cabeza mientras le sonreía en signo de aprobación.

Amaia entró al baño, se miró fíjamente al espejo y llevó sus manos sobre sus mofletes, aún rojos por el rubor que le había salido hacía tan solo unos segundos, bajó la cabeza sonriendo mientras apoyaba ambas manos en la pila del baño y pensó.

'¿Qué me está sucediendo?, nunca hubiese pensado que reaccionaría así ante un simple piropo de Alfred, claro está que nunca me lo había hecho. Pero aquí lo más importante es ¿qué le está sucediendo a él? Se comporta de una manera tan extraña que, me gusta. Sí, me gusta el nuevo Alfred' Concluyó la joven asintiendo la cabeza enfrente del espejo.

A su vez, el catalán se sentó a los pies de la cama, como de costumbre, y tuvo la misma reflexión que Amaia. Ambos estaban cambiando y estaban haciendo que las cosas entre ellos también cambiasen.

La joven salió del baño desmaquillada y con el pijama, un pantalon a cuadros muy pequeños y una camiseta gris, vió a Alfred, que también se había cambiado, iban casi iguales ya que, este vestía un pantalón también a cuadros, per más grandes, y una sudadera gris.

Alfred cogió la caja de las lentillas y sus gafas y se dirigió hacia el baño mientras Amaia iba hacia su maleta para guardar la ropa que se acababa de quitar. Ambos tenían que pasar por el mismo lugar, el camino que había entre los pies de la cama y la pared que sostenía la enorme televisión. La joven se hizo a un lado para dejar pasar a su compañero que pensó lo mismo y ambos se volvieron a colocar uno enfrente del otro, enseguida reaccionaron moviéndose hacia el lado contrario del que se habían colocado, provocando, de esa manera, volver a situarse uno enfrente del otro, y así lo repitieron una vez más hasta que, estallando en una carcajada y mirándose a los ojos, fue el catalán quien dio la señal a la pamplonica para que pasase hacia su maleta y él pudiese ir al lavabo.

'Pues ya estaría' pensó Amaia cuando colocó, más bien tiró, la ropa dentro de su maleta, la cerró y la apartó de la cama 'dios, ¿ahora qué?' Se preguntó cuando vio las dos camas de metro noventa aún juntas.

Alfred salió del baño y la vió observando la cama

'Mierda, ella ya ha pensado en separarlas, ¿qué te esperabas? ¿que quisiese dormir contigo? Jajajaja que ignorante que soy madre mía' dialogaba internamente el joven cuando cruzó mirada con la chica.

- ¿Quieres ver alguna peli antes de dormir? - preguntó Alfred llamando la total atención de la joven que dejó de pensar en la separación de las camas.

¿Truco o trato? | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora