MAKTUB CACHÉ

Amigos

Era un día soleado y el clima era perfecto para lo que hacíamos. Pau estaba metida en la piscina nadando de borde a borde mientras José y yo estábamos sentados en el borde charlando y hablando de la rutina de nado de Paula. En el lugar habían varios grupos de personas pero cada uno estaba en lo suyo... - Poché ire al baño- dijo José levantándose al mismo tiempo, le dedique una sonrisa y acenti.
Voltee a ver a Pau pero ya no se veía nadando hasta que pude visualizar una sombra nadando hacía mi, así que decidí acercarme más a la piscina para asustar a Pau apenas saliera del agua, extendí mis brazos para asustarla cuando esta chica sin haber salido totalmente del agua poso las manos a los lados de mis piernas quedando yo en medio y de un momento a otro salió empujandose y quedando a mi altura y descubriendo así que no se trataba de Paula, nuestros ojos se encontraron y sentí que el aire se había acabado, cuando miré sus labios carnosos acercarse lentamente a los míos instintivamente cerré los ojos y semi abrí la boca deseando aquel roce...

- ¡María José, despierta que ya se te hizo tarde otra vez!- Gritó mi madre desde afuera de mi habitación y me levanté de inmediato tapandome la boca sin poder creer aún lo que había soñando, recordé la falta de aire, la sensación de querer rosar esos labios y la dueña de esa mirada profunda.
- Ya... Ya voy- musité y de inmediato hice mi rutina sin dejar de pensar en el por qué de ese sueño.
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Cuando entre al aula Paula ya se encontraba ahí, pero antes de sentarme vi que la chica de mis sueños me observaba con una sonrisa amplía pero sin despegar sus labios... Esos labios...
-¿Te vas a quedar ahí parada?- preguntó Paula  con una ceja levantada .
- No, obvio no, solo me distraje un poco-  creo que me sonrojé un poco así que mejor me acomodé en mi puesto antes de que Paula lo notara.

Las clases empezaron y los profesores no se molestaron en nada a la hora de dejarnos trabajos en cada una de las materias vistas en el día. Llegó el receso y me dirigí con Paula a la zona de la cafetería, mientras ella pedía lo que íbamos a comer las dos, yo guardaba el puesto de ella. En esa espera se apareció frente a mí el combo de Johann preguntando si podían ocupar los puestos restantes, ya que en el de paula había trepado mi pierna. Solo logré afirmar con mi cabeza y ellos prosiguieron a ocupar los puestos, mientras tanto solo miraba a Paula deseando que volviera pronto y al parecer ellos igual, ya que no dijeron absolutamente nada hasta que ella volvió.

- Chicas, ahora sí, mi nombre es Kim, el es Sebas, el es Johann y ella es Dani- mientras ella presentaba a cada uno de los chicos ellos iban saludando y nosotras devolviendo el saludo
- Hola, soy Paula y ella Poché- Pau abrió sus ojos como dos platos y frunció sus labios al darse cuenta que había dicho mi apodo sin saber si a mí me gustaría que ellos lo supieran. Solo sonreí ante aquél gesto ya que todos la miraban raro.
- Tranqui, me llamo María José pero pueden decirme Poché.- Miré a Daniela y ahí estaba ella con su bella sonrisa,
¿acaso siempre es así?
- Chicas nos acercamos a ustedes porque en realidad quisiéramos conocerlas más, además sabemos que son nuevas y queremos que se sientan bienvenidas, así que... ¿Les gustaría ser parte  de nuestro grupo?- dijo Johann mirando a sus compañeros como buscando un respaldo
-cierto, sumándole que nos parecen buenas chicas- dijo Daniela mirándome fijamente. Yo solo busqué la mirada de Pau intentando descifrar su idea sobre lo propuesto aunque ya sabía la respuesta.
- Por mi parte me parece súper, chicos muchas gracias por acercarse- dijo Pau con una gran sonrisa en su rostro y yo entendía perfectamente el significado, quizás si ellos no se hubiesen acercado a nosotras, seguramente seguiríamos siendo solo ella y yo hasta la graduación.
- Yo encantada, gracias por aceptarnos en su grupo- Dije sin poder evitar pensar que este sería el comienzo de una linda amistad.

Durante el resto del receso comimos y nos conocimos un poco más, hablamos sobre cosas triviales y al final de la jornada académica acordamos en reunirnos en la casa de Sebas para realizar los trabajos que dejaron.
A veces mientras hablaban solía alejarme con mis pensamientos recordando todos los cambios que he tenido, todo lo que he pasado y confirmando que el destino siempre hacia de las suyas pero al final del día conseguía pequeños incentivos que me motivan a seguir y en este momento conocerlos a ellos era uno de esos. Esa energía que cada uno transmitía era única.