Capítulo 3.

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Siete años antes.

Dos años habían pasado, la convivencia entre todos los integrantes del grupo se había ido aclimatando hasta dar como resultado un ambiente cálido y familiar, y los rumores de debut eran casi un hecho.

JungKook no podía estar más feliz, su talento natural, pulido a base de trabajo duro, iba a salir a la luz para deslumbrar muchos ojos, oídos y corazones. Pero esos dos años le habían demostrado también que sí, podía tener facilidad a la hora de realizar muchas cosas, pero carecía de otras tantas, y sus compañeros le podían opacar en más de lo que él hubiera estado dispuesto a aceptar dos años atrás.

Justamente por eso, Jimin se había convertido en alguien un poco más tolerable para él. No podía evitar replantearse su arrogante convicción sobre los talentos naturales cuando Jimin, el chico que se esforzaba demasiado por las cosas, iba volviéndose una estrella cada día que pasaba.

A veces en mitad de sus prácticas de baile, sus ojos se desviaban, inconscientemente, hacia la figura esbelta y agraciada del más bajo. En otras ocasiones, cuando cantaban canciones más suaves y emotivas, sus pensamientos se llenaban con ese timbre de voz agudo y cálido que Jimin había ido adquiriendo.

No significaba que ahora le gustaba más Jimin. En realidad su presencia se le hacía bastante insoportable, debido a la molesta manía que tenía su pequeño hyung de estar sobre él todo el día, pero debía reconocer que, juzgando a Jimin bajo otra luz, el chico era un diamante en bruto que, poco a poco, iba adquiriendo un brillo único.

Pero, en cuanto a lo que JungKook pensaba de Jimin como persona y no como futuro idol, el chico era todo un fastidio para él. No le gustaban sus abrazos, sus sonrisas tiernas e inocentes, no le gustaba la necesidad que había desarrollado por estarlo cuidando, ni la manera en que lo vigilaba para protegerlo de cualquier peligro.

Cuando JungKook había decidido dejar su casa, y a su familia, uno de los principales motivos fue el de poder sentirse maduro e independiente, demostrar que era alguien perfectamente capaz de cuidarse a sí mismo.

Pero Jimin estaba arruinándole sus planes, y lo peor es que, motivado por su entrega, se lo agradecía en el fondo de su egocéntrica alma porque, esas muestras de preocupación, eran lo único que le recordaba que aún era un chico ingenuo que deseaba algún apoyo en el inicio de su camino hacia la fama.

JungKook debía ser sincero, Jimin era tanto obstáculo como apoyo, pero aún no podía descifrar si era bueno o malo. Lo único que si sabía es que, por más que se resistiera y se fingiera indiferente, tenía un incipiente aprecio por el más bajito. 

 

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Estoy un poco triste porque veo que este fic no está siendo leído, por eso no había actualizado antes. 

Supongo que voy a esperar un poco, sino tendré que considerar algunas cosas ☹ 

Agradezco a las personas que se han tomado el tiempo para leer votar y comentar y espero que el fic les esté gustando.

¡Nos leemos!

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