Capítulo 12.

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2 años después.

Finalmente había terminado su servicio y en lugar de sentirse fortalecido por la distancia, por rellenar sus pensamientos con entrenamiento y trabajo, se sentía desnudo y vacío. En el ejército había entendido, por las malas, que nunca debió vivir su vida por la sociedad, había visto tanto odio por los hombres que se comportaban mínimamente distinto al molde, había visto maltrato y violencia contra ellos, y en una terrible ocasión incluso vio un asesinato a un chico que no había querido esconder quien era, con los culpables saliendo impunes. Y no sólo eso, había aprendido del odio por las mujeres, por los idol del cual había sido víctima, de la inculcación de un pensamiento sanguinario y de la estratificación social, ya fuera clasista o moral.

Allí entendió que no valía la pena reproducir lo que la sociedad quería, porque no tenía sentido y solo causaba infelicidad, violencia y muerte. Por eso se sentía suficientemente valiente para reconocer que era gay, que nunca había mirado a una mujer con deseo, y no podría cumplir con lo que le había enseñado y esperaban de él.

Su nueva resolución de vida le había dictado no esconderse nunca más, por ello había informado a sus familiares de su orientación sexual. Como lo espero, fue exiliado de la familia, pero no sufrió por ello, más bien sintió un peso menos y ganas de vivir la vida que tanto se había negado antes. Se instaló en Seúl, y consiguió un trabajo normal como cantante de un restaurante que presentaba música en vivo. Al principio fue una gran sensación ver a Jungkook de BTS de nuevo en un escenario, pero conforme pasó el tiempo y las antiguas fans dejaron de llegar, el trabajo se volvió tranquilo y agradable. Incluso salió por unos cuantos meses con uno de los cocineros.

Cuando terminaron, se dio cuenta que aún seguía pensando en Jimin, pero ya no lo hacía con ese ardor en el pecho, sino con arrepentimiento por haberlo herido tanto, y por no haberse dado la oportunidad de su vida, de vivir un amor completamente honesto y real. Así empezó a ir al rió Han, aquel mismo lugar donde Jimin le había confesado lo que sentía por él, donde estúpidamente había decidido darse la espalda. Era tortuoso, pero al menos le servía para recordar que no debía volver a su antiguo ser, que debía vivir su vida como quisiera, y ser feliz con ella.

Casi ocho meses después de haber terminado el servicio recibió una llamada de un número desconocido. Contestó sin prestar atención y grata fue su sorpresa al escuchar la voz de Hoseok del otro lado de la línea. Al final se había acordado de él, y se sintió tan conmovido en un día particularmente triste que lloró en el teléfono.

—Kookie, quiero verte— dijo el mayor con la voz un poco temblorosa— Quiero recuperar nuestra relación.

JungKook cayó de rodillas en su habitación, agradeciendo por todas las nuevas oportunidades que estaba encontrando en el camino de la vida, con el llanto casi ahogándolo pero, en su mayor parte, de alegría.

—Gracias hyung.

Tres días después se encontró con Hoseok y lo vio muy cambiado, más musculoso y adulto, atractivo, en resumen. El mayor no dudó en abrazarlo, así como muchas veces había hecho en el pasado, y le dejó un beso en la coronilla de la cabeza. Después, en esa esquina acogedora de la cafetería, JungKook le contó todo lo que había estado haciendo, empezando por su orientación sexual, el rechazo de su familia, su trabajo, amistades y de su pareja pasada.

Hoseok se sintió orgulloso del menor por estar enfrentando algo que tanto daño le había causado en el pasado, y confesó que él también era gay, lo cual JungKook no se esperó. Además le contó que tenía un novio que había conocido en el ejército, y que estaba pensando en mudarse con él.

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