III

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  Me desperté por mi alarma, con algo de sueño, pero no era un problema muy grande.
  Me levanté, me vestí, desayuné, y fui al instituto.
  Al llegar, fui a mi taquilla para sacar algunas cosas, pero de repente, siento que alguien me toca el hombro.
  Me di la vuelta y era Austin.

  —Sólo venía a decirte gracias por haber hablado ayer con Owen. Me dijo que le caíste muy bien. Hasta lo noté más contento.
  —Oh, ¿en serio?... Pues... de nada...
  Luego de hacerme un gesto de aprobación con la cabeza, Austin se fue.
  Sigo sin creer que Austin se comporte así con alguien. Yo lo veía como un tonto sin sentimientos... Quizás esté cambiando...
  Saqué lo que me quedaba por sacar de mi taquilla, y luego fui al salón y me senté en mi puesto. Unos minutos después, llegó Karin y comenzamos a hablar un poco, hasta que la profesora que tocaba en ese momento llegó, y las clases comenzaron.
  Estuve bastante desconcentrada durante ese bloque. Entre lo que pasaba con Owen, lo que descubrí de Austin, el sueño, y el poco interés en historia que tenía, se le hizo bastante fácil a mi cabeza irse a otra parte.
  En el tiempo libre, sólo conversé con Karin y Dan, y así por el resto de tiempos libres, hasta que el día acabó.
  Luego fui a mi casa, como siempre.
  No pasó nada muy interesante ese día, ni el siguiente, pero el subsiguiente...

  Como el día anterior me había acostado a las dos de la mañana por estar hablando con Owen y tenía mucho sueño, puse mal la alarma y tuve que hacer todo muy rápido, y por suerte no llegué tarde, pero fue por muy poco, ya que apenas llegué y sonó la campana que anunciaba. el inicio de las clases.
  Entré al salón y me senté al lado de Karin, quien ya estaba sentada.

  —¿Acabas de llegar? —Preguntó.
  —Sí...—dije en un suspiro.
  —¿Qué te pasó? Tú nunca llegas tarde y te ves más cansada que yo después de tener que hacer un abdominal.
  —Ayer puse mal la alarma.
  —¿Y por qué? Tú odias llegar tarde, y es raro que hayas puesto mal la alarma.
  —Tenía mucho sueño y no me di cuenta.
  —Vaya... ¿Pero por qué tenías tanto sueño?
  Justo en ese momento llegó la profesora de esa clase.
  Después de saludar, ella dijo que en esa clase haríamos grupos de tres para una pequeña actividad, y que los grupos los haría ella, al azar.
  Ella fue pasando por los puestos diciéndole un número del uno al tres a cada persona. A mí me tocó el dos.

  —Párense los número uno —dijo la profesora. Se pararon Karin y otras personas más.
  De el grupo de los que se pararon, salieron dos grupos de tres.
  —Ahora los que les tocó el dos —continuó.
  Me paré yo, y como estaba en la primera fila no pude ver quién más se paró, pero de todas formas pude saberlo de la peor manera.
  —Bien, Lindsey con Austin y Dan —dijo.
  Lo bueno, era que me tocó con Dan, y lo malo, fue que me tocó con Austin.
  Realmente, en ese mismo momento quise desaparecer.
  Hubiese sido mejor llegar tarde...
  Luego de que la profesora haya creado todos los grupos, nos dijo que cada grupo se juntara para que ella pudiera dar las instrucciones de la actividad.
  Para eso, Karin se fue a otra mesa, Dan se sentó en su puesto, y Austin llevó su silla para ponerla delante de mi mesa, y se sentó ahí.
  Cuando estaban todos los grupos reunidos, la profesora comenzó a dar las instrucciones.

  —Como ya les dije la clase pasada, el día de hoy comenzaremos una nueva unidad; el género lírico. Lo que quiero que hagan, es anotar todo lo que se acuerdan de éste género en 30 minutos, y luego, deberán presentarlo y explicar cada cosa que recordaron. Obviamente, si alguna de sus definiciones está mal, se las corregiré después de que ya la hayan definido, así sus compañeros no tendrán apuntes erróneos.
  »Les traje cartulinas para que desarrollen la actividad.
  La profesora fue a buscar las cartulinas y las fue a entregar por los puestos.

  —¿Ya terminó de explicar? —Preguntó Austin.
  —Sí —dijo Dan.
  —¿Y qué hay que hacer?
  —¿En serio no escuchaste?
  —¿En serio creíste que iba a escuchar?
  —Tendrás que preguntarle a la profesora. No te voy a explicar todo.
  —Como quieras... Lindsey, ¿tú me explicarás que hay que hacer? —Dijo con falsa y exagerada amabilidad.
  —No —dije.
  —Oh, vamos, ¿por qué no quieren explicarme?
  —Porque tú fuiste el que no escuchó. Ahora tú tienes que hacer algo para saber qué hay que hacer —dijo Dan.
  —Eso estoy haciendo; les estoy preguntando qué hay que hacer.
  —Aquí tienen una cartulina —dijo la profesora al pasar por nuestro puesto dándonos la cartulina.
  Luego se fue a otra mesa.
  —¿Por qué no le preguntaste a la profesora lo que hay que hacer? Esa era otra de las cosas que podías hacer, y no lo hiciste —dijo Dan.
  —... Prefiero hacer otra cosa... ¡Ey, Mark! —Le dijo a Mark, un chico que estaba en la mesa de al lado.
  —¿Qué? —Le dijo.
  —¿Qué hay que hacer?
  —Anotar todas las cosas que recordemos del género lírico para después presentarlo y explicar cada cosa.
  —De acuerdo, gracias. ¿Ven? No cuesta nada —nos dijo lo último a Dan y a mí.
  —Tampoco cuesta escuchar —le dijo Dan.
  —¿Podríamos comenzar a trabajar? —dije.
  —Uy, ¡perdón, señorita responsable! —dijo Austin en tono burlón.
  —Tú cállate inmaduro.
  —Como si tú fueras perfecta.
  —Nunca dije que era perfecta.
  —Nunca dije que habías dicho que eras perfecta.
  —Bueno, como sea, ya deberíamos comenzar a trabajar, ¿no? —dijo Dan.
  —... Tonto...—le dije a Austin.
  —Aburrida —dijo.
  —Infantil.
  —¿Infantil yo? ¡Mira quién lo dice! ¡La niña de cinco años!
  Al escuchar eso, inmediatamente recordé una de las peores cosas que he tenido que vivir, y lo peor, es que Austin sabía lo que era, y de hecho, gracias a él pasó eso.
  No supe qué decir, estaba congelada mirando a Austin, todavía sin saber qué decir o hacer.
  —¿Y a ti qué te pasa? —Dijo Dan molesto. —¿Qué no recuerdas lo que le hiciste? ¿No recuerdas el daño que le causa escuchar eso? ¿Piensas aunque sea un poco en lo que dices?
  —Dan...—dije para que dejara de decir esas cosas, porque con cada pregunta recordaba más lo que había pasado, y mientras más recordaba, más ganas tenía de llorar, pero no me había escuchado.
  —¿Crees que ya no le importa? —siguió. —¿Crees que ya se le olvidó todo? ¿Crees que al decirle eso no se sentirá mal?
  —Dan...—le dije más fuerte con el mismo objetivo de antes.
  —¿No sientes ni un poco de culpa? ¡Ni siquiera le has pedido perdón! ¡Han pasado dos años y no has tenido el valor de pedirle perdón!
  —¡Ya basta! —dije fuertemente. Sentí la mirada de todo el mundo, no aguanté más, y me fui corriendo al baño.
  Al llegar, me dejé caer en el suelo y comencé a llorar.
  Realmente creo que nunca voy a superar eso... Si nadie se olvida de ese día, menos lo haré yo... Y lo peor es que Austin no tuvo ninguna dificultad en decir eso, ¡y él fue quien me causó todo esto! ¡Gracias a él dejé de ir dos meses al instituto!

  —¿Lindsey? —Escuché la voz de Karin. —¿Qué pasó?
  —... Austin...
  —Agh, ¿qué te dijo ahora?
  —... "Niña de cinco años"...
  —¿Qué? ¿Volvió con eso? ¿Pero qué le pasa? ¿No le costó decirlo? ¿No te dijo perdón o algo?
  —No le costó, y si todavía no me ha pedido perdón por esa "broma", ¿crees que lo hará ahora?
  —Me imagino que no... Si quieres puedo ir allá y decirle unas cuantas cosas que debería tener claro.
  —No... No quiero que se vuelva a hablar de esto... Creo que nadie supo de lo que estábamos hablando, y no quiero correr el riesgo de que lleguen a saberlo...
  —De acuerdo... ¿Vas a volver al salón?
  —Prefiero quedarme aquí...
  —Bien, como quieras... ¿Y no quieres ir a tu casa?
  —No. Les haré ver a los demás que soy débil, y no quiero eso...
  —De acuerdo... Yo voy a volver... Hasta luego...
  —Hasta luego...
  Me quedé el bloque completo en el baño, y también el tiempo libre, pero cuando éste acabo, volví a las clases.
  Al entrar al salón todos me quedaron mirando, y murmuraban entre ellos, pero traté de ignorar eso.
  Me senté al lado de Karin.

  —¿Estás mejor? —Me preguntó.
  —Un poco...
  Luego de eso entró Dan al salón.
  —¿Estás bien?...—Me preguntó Dan.
  —... Estoy mejor que antes...
  En ese momento entró el profesor, Dan fue a su puesto, y la clase comenzó.
  El día completo estuve bastante deprimida, y al llegar a mi casa, sólo una cosa podía hacerme olvidar aunque sea por unos instantes de todo lo ocurrido.
  Tomé mi teléfono y fui a la conversación con Owen.

  —Hola —envié. Más o menos un minuto después, Owen respondió.
  —Hola.
  »Esto...
  »Podríamos hablar mañana?
  —Por qué?
  —No me siento muy bien...
  —Estás enfermo?
  —Algo así...
  —Oh
  »Entonces mejórate pronto :3
  Demoró unos segundos en responder.
  —Gracias.
  »Yo también quisiera mejorar pronto.
  »Entonces hablamos mañana?
  —De acuerdo, si quieres.
  —No te importa, cierto?
  —Claro que no.
  —De acuerdo.
  »Hasta mañana.
  —Hasta mañana.
  Apagué mi teléfono y decidí continuar leyendo un libro.
  Después de un rato, fui a comer algo, volví a mi habitación, y me puse a escuchar música.
  En un momento ya no quise escuchar música, tampoco tenía muchas ganas de leer, y lo único que quería hacer era hablar un poco con Owen, pero no podía, así que decidí dormir.

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El mejor de los engañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora