IX

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  Al despertar, noté que estaba con mi mano encima del hombro de Austin, y que él tenía su mano encima de la mía, lo que me pareció algo extraño.
  Luego de unos segundos pensando, recordé que la noche anterior yo me había quedado ahí para hacerle compañía, ya que le había dicho que iba a volver, y como no lo hice antes de que se durmiera, quise acompañarlo mientras dormía.
  Lo que no recuerdo es cómo me quedé dormida. Quizás fue porque tenía mucho sueño.
  Tampoco recuerdo cómo terminé con mi mano encima de su hombro, o cómo terminó su mano encima de la mía.
  Quizás ambos lo hicimos sin pensar mientras dormíamos.

  Intenté irme de la habitación, sacando cuidadosamente mi mano del hombro de Austin, y levantándome cuidadosamente de la cama. Después saqué mi teléfono de la mesa de noche que estaba al lado de la cama, donde lo había dejado, y luego fui hacia la puerta haciendo el menor ruido posible.

  —... ¿Lindsey?...
Escuché el bajo tono de voz de Austin a mis espaldas.
Me quedé quieta unos segundos, hasta que reaccioné, y me di la vuelta.
  —Oh, A-Austin... Y-Yo vine para... para ver cómo estabas... p-pero vi que estabas durmiendo, así que m-me estaba yendo... ¿C-Cómo estás?
  —Esto... bien, pero... ¿No deberías estar en el instituto a esta hora? —Preguntó después de ver la hora en su celular.
  —¿Qué? ¿Qué hora es?
  —Las diez...
  —¿Qué? ¡Hace una hora debí llegar! T-Te veo después, debo ir rápido...—dije antes de abrir la puerta para salir de la habitación, pero Austin me detuvo.
  —¡Oye, espera!
  —¿Qué?
  —Ya es bastante tarde. ¿No crees que es mejor que te quedes?
  —¿Pero con qué excusa?
  —Ayer le dijiste a Karin que le dijera al profesor que tuviste que irte por dolor de estómago, ¿no? Ahí está tu excusa. Además, te quiero hacer una pregunta.
  —¿Una pregunta?
  —Sí, pero necesito saber si irás al instituto o no.
  —... Creo que es mejor no ir por hoy...
  —Bien, entonces te voy a hacer mi pregunta, pero me tienes que responder honestamente.
  —... De acuerdo...—dije lentamente.
  —¿Es en serio que viniste acá para ver cómo estaba o fue por otra razón?
  —... Esto... c-creo que iré al instituto, ¿sí? ¡Nos vemos! —Dije antes de dirigirme a la puerta de la habitación, pero nuevamente, Austin me detuvo.
  —¡Espera! ¡Tú me dijiste que no irías al instituto, no puedes cambiar de idea ahora! Y mucho menos después de haberte preguntado eso.
  —S-Sí puedo...
  —No, no puedes. Además, es peor para ti, porque sabes que en algún momento me tendrás que responder esa pregunta, y estarás todo el día preocupada por eso, y por si fuera poco, también tendrás que dar una explicación de por qué llegaste tan tarde al instituto.
  —... De acuerdo... me quedo...
  —Bien... Ahora necesito la respuesta a mi pregunta.
  —... ¿Tengo que decirte la verdad?
  —Claro.
  —... Ayer... ¿recuerdas que después de jugar Monopoly me fui a mi habitación a terminar una tarea y te dije que volvería?
  —Sí... ¿Por qué?
  —Bueno... al terminar esa tarea, tenía mucho sueño, así que me puse el pijama, y estuve a punto de irme a mi cama a dormir, pero luego recordé lo que te dije, así que quise venir aquí, pero antes vi la hora, y eran las 12:30, así que me apresuré en venir, pero vi que estabas dormido, así que decidí acompañarte un rato mientras dormías, y tenía tanto sueño que me quedé dormida, y... creo que ya te sabes el resto de la historia.
  —... Entonces no fue un sueño...—dijo con un tono de voz más bajo, y desviando la mirada hacia el suelo.
  —¿Un sueño? ¿Qué no fue un sueño?
  —Es que... En un momento me desperté porque sentía que tenía algo encima de mi hombro, y al ver a mi izquierda, vi que tú estabas a mi lado, con tu mano en mi hombro... y pensé que era un sueño...
  —Oh... Pues no, no fue un sueño...
  —No...
  Luego de un pequeño silencio un tanto incómodo, decidí hablar.
  —... ¿Has pensado en lo que te debo? —Pregunté con una leve sonrisa.
  —Ah, sí, pero todavía no sé qué podría ser —respondió sonriendo —. ¿Y tú pensaste en cómo te vas a vengar? —Preguntó manteniendo su sonrisa.
  —No, pero ya llegará el momento —respondí ampliando mi sonrisa —... Ah, pero sí he estado pensando en otra cosa...
  —¿En qué?
  —En lo que me dijiste hace unos días... En tu disculpa... Y decidí que voy a olvidar de una vez por todas todo lo que me has hecho, porque estás más que arrepentido, y ya dejaste esa parte de ti.
  »En conclusión, ya te perdoné.
  —¿E-En serio?
  —Sí. Ya no me importa lo que hiciste. Me importa más lo que haces.
  —V-Vaya... E-Eso fue bastante inesperado... ¡Y también fue una de las mejores cosas que he escuchado en toda mi vida! ¡No sabes el peso que me sacaste de encima! ¡La felicidad que siento ahora es indescriptible! Te abrazaría, pero no creo que te vaya a gustar que me mueva de aquí...
  —Oh, eso no es problema, ¡yo también puedo abrazarte! —Dije antes de agacharme para abrazarlo cuidadosamente. —... ¿No te duele nada en este momento, cierto? —Le pregunté mientras seguíamos abrazados.
  —No, tranquila.
  Al separarnos, me volví a enderezar.
  Unos segundos después, metí otro tema.
  —... Oh, se me olvidó preguntarte que si todavía te duele la cabeza.
  —Ya no me duele tanto como ayer.
  —Bien... ¿Y tus heridas?
  —Tampoco es tanto.
  —De acuerdo... ¿Y te sientes bien?
  —Sí. ¡Y mucho mejor después de lo que me dijiste!
  Le sonreí.
  —Ahora creo que será mejor cambiar los parches de tus heridas...—dije —. Iré a buscar unos nuevos y otras cosas. Ya vuelvo.
  Al decir eso, dejé mi teléfono, que estaba en mi mano, en la mesa de noche del lado donde estaba acostado Austin. Luego salí de la habitación y fui a buscar parches, agua, algodón, y una crema para las heridas de Austin.
  Al encontrar todo, volví donde Austin.
  —Ya volví —dije al entrar.
  Luego saqué la silla que había dejado en la habitación el día anterior, la ubiqué al lado de la cama, y comencé a sacar los parches de las heridas.
  —¿Están mejor? —Me preguntó.
  —Sí, bastante... De hecho, creo que ya no necesitan parches... Sólo las voy a limpiar y luego les pondré una crema para que sanen más rápido.
  —De acuerdo.
  Y como dije, limpié las heridas con el agua y el algodón, y al secarse, les puse una crema.
  —Bien, eso sería todo en relación a las heridas por hoy —dije.
  —... Gracias...
  —No hay de qué... Ahora, ¿Hay algo que quieras hacer?
  —No lo sé...
  En ese momento mi teléfono comenzó a vibrar.
  Karin me estaba llamando.
  —Esto... me están llamando. Ya vuelvo —dije antes de tomar mi teléfono y salir de la habitación.

El mejor de los engañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora