sin recuerdo

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#SinRecuerdos

Capítulo 2

� No digas más. Voy para allá ahora mismo.
� Gracias � le respondió Esteban en un susurró y volvió a meterse el teléfono en el bolsillo. Porque lo que más necesitaba en aquel momento era un amigo a su lado. Se fue a la habitación donde estaba Maria.
Había un médico examinándola. Esteban se imaginó que sería el doctor Rubens. Con una mirada el mé¬dico le indicó que quería estar a solas con la paciente.
Resistió como pudo sus deseos de decirle que él era el marido de Maria y que quería estar presente. Pero el doctor Rubens le había indicado con clari¬dad que lo esperara en recepción.
Incapaz de estar parado en un sitio, Esteban decidió salir fuera a esperar a Leonel. Tenía que respirar aire fresco, aire que no oliera a antiséptico. Cuando salía le preguntó a alguien que le enseñaran dónde se ha¬bía caído su esposa.
� ¿La vio alguien caerse?
� No que yo sepa, señor. Salimos y cuando entraba una ambulancia la vieron en el suelo. Tenía las pupi¬las dilatadas. No sabía dónde estaba y la metimos en urgencias.
� Muy bien, gracias.
Se fue hacia el coche de Maria. Había dejado las puertas sin cerrar con llave, algo que ella nunca ha¬cía. Lo cual indicaba que se había dirigido tan de¬prisa a urgencias que ni siquiera se había parado a ce¬rrarlas.
De pronto vio una caja de cartón rectangular en los asientos de atrás. Abrió la puerta y alcanzó la caja. No había nada dentro, pero estaba forrada con tela de algodón.
¿Habría encontrado al niño en aquella caja?
� ¿Esteban? � oyó que una voz familiar lo llamaba.
Esteban se dio la vuelta y vio a Leonel de pie. Había llegado casi volando desde su oficina.
� ¿Qué ocurre?
Le contó a su amigo todo.
� Y lo más grave, Leonel, es que no me reconoce.
Le dio un golpe en la espalda.
� Cuando estaba en la policía vi muchos acciden¬tes como este. Su amnesia es temporal.
Esteban sintió un escalofrío.
� No te puedes imaginar lo que es besar a tu mujer, mirarla a los ojos y ver que siente miedo y rechazo por ti.
� No, no me lo imagino. Pero hace solo dos horas que ha tenido el accidente. Dale tiempo para que se recupere. Dentro de poco volverá a recordar. Mien¬tras tanto, vamos a ver lo que hay en el coche que nos dé una pista de lo que ha podido pasar.
Leonel era la voz de la sensatez. Juntos buscaron en el interior del coche, pero no encontraron nada.
� ¿Has mirado en su bolso, o en su ropa?
� No � le respondió Esteban con voz ronca� . La reac¬ción que tuvo me dejó la mente en blanco.
� Bueno, vamos dentro a ver si podemos averiguar algo que ponga un poco de luz en todo esto.
Esteban asintió y los dos entraron en urgencias. El doctor Rubens los estaba esperando en recepción.
Después de saludarse les dijo:
� Según les ha dicho el doctor que la atendió, su esposa sufre de amnesia causada por el golpe que se ha dado en la cabeza. No parece que haya olvidado las cosas que hay a su alrededor. Por ejemplo, sabe que está en un hospital, sabe la hora, sumar y cosas de esa índole. Pero no recuerda nada de su pasado. Pero poco a poco irá recordando.
� ¿Cuánto va a tardar, doctor?
� Nadie puede responder esa pregunta. Tendrá que ser paciente. Mi consejo es que no la fuerce. Su mente parece que no quiere recordar. ¿Le ha ocurrido algo hace poco que haya supuesto un trauma para ella?
Esteban empezó a asentir.
� Ha tenido tres abortos seguidos. El más reciente ha sido un golpe muy duro para los dos. Desde en¬tonces, Maria ha estado obsesionada con la idea de volver a quedarse embarazada y tener un niño. Quiso tener un hijo desde que nos casamos.
� Esa puede ser una razón por la que no quiere re¬cordar, señor SanRomán. El doctor Farr me ha dicho que el niño que llevaba en sus brazos no era suyo y que no sabe de quién puede ser.
� No. Leonel es el jefe de una agencia de detecti¬ves y va a investigar el caso.
� Muy bien � respondió el médico� . Pero creo que se habrá dado cuenta de que ella piensa que el niño es suyo.
� Sí. Y eso es lo que me preocupa.
� Le aseguro que a mí también. El doctor Farr me ha dicho que usted no quiere que vuelva a ver al niño. Y yo he de confesar que soy de la misma opi¬nión. Pero también veo el punto de vista de mi co¬lega. El niño puede tranquilizarla y hacerla perder el miedo. Está muy asustada de no poder recordar nada.
Parece que ese niño es el único nexo de unión con el presente.
� ¿Y qué debo hacer?
� El niño tiene que estar unas horas en la incuba¬dora todavía. Ya la he informado a su esposa de su si¬tuación. Parece que ha aceptado el hecho de que ten¬drá que esperar unas horas a verlo. Confiemos en que poco a poco vaya recordando cosas.
� El problema es que le repugna mi presencia � res¬pondió Esteban.
� Me ha dicho que tiene miedo de usted. Por eso no lo invité a quedarse mientras estaba examinándola. Es una reacción natural. Para ella usted es un desco¬nocido. La voy a dejar aquí esta noche bajo observa¬ción. Por la mañana, si después de hacerle las radio¬grafías vemos que está bien, la enviaremos a casa. Por el momento, mi consejo es que la trate más como si fuera una hermana que como una esposa. Poco a poco vaya presentándole a su familia y a los amigos, pero sin asustarla por la pérdida de la memoria. No la fuerce. Se está protegiendo a sí misma. � Esteban movió la cabeza� . No intente ningún contacto físico.
� Ya lo intenté. La besé y ella no me respondió.
� Un gesto natural por su parte, pero que explica su ansiedad. Hasta que recupere su memoria tiene que volver a tener confianza en usted. Ya sé que es una situación difícil, pero estoy casi seguro de que es algo temporal. Dentro de poco volverá a recuperar la memoria.
Después se dirigió a Leonel.
� Tendremos que informar de lo del niño a la poli¬cía, pero si usted averigua algo, háganoslo saber.
� Por supuesto. Espero tener algunas respuestas en pocas horas.
� Muy bien. Los veré entonces más tarde. Los mé¬dicos me mantendrán informado del estado de su es¬posa. Si tienen algo que preguntarme no duden en llamarme.
� Gracias, doctor Rubens.
El doctor sonrió.
� Es una mujer encantadora. Puedo entender sus temores. En estos momentos es cuando los votos del matrimonio tienen más significado.
Esteban se quedó ponderando las palabras del médico. Sabía que estaba compadeciéndose, pero nadie se po¬día poner en una situación como aquella a menos que le hubiera ocurrido.
� ¿Estás bien, Esteban?
La preocupación en la voz de Leonel lo sacó de sus pensamientos.
� No, pero lo tendré que estar en unos minutos, ¿no?
La retórica de su pregunta no requería respuesta.
� Después de oír al doctor Rubens, creo que será mejor que no vea a Maria hasta mañana o pasado. Creo que será mejor irse presentando a ella poco a poco.
Leonel cambió el peso de su cuerpo de pie y aña¬dió:
� Lo que me gustaría hacer ahora es decirle a al¬guna enfermera que saque sus cosas aquí, que le den cualquier excusa para que no se preocupe. Puede que así encuentre alguna pista. Por ahí es por donde tengo que empezar. Después me iré a mi despacho. A lo mejor allí, en su mesa, encuentro algo que nos dé otra pista. Sabemos que salió de casa para irse a tra¬bajar esta mañana y que no mencionó que fuera a cuidar del niño de nadie. Yo creo que ese bebé lo puso alguien en su coche o...
� ¡O lo dejaron en la puerta del trabajo! � exclamó Esteban� . Si hubiera estado en nuestra casa, o en el coche cuando estaba en el garaje, habría entrado a decír¬melo.
� También es posible que no mirase a la parte de atrás del coche hasta que llegó al trabajo.
� Esa es otra posibilidad. Pero ella siempre cierra las puertas del coche con llave. Si lo hubieran dejado en el garaje tendrían que haber forzado incluso la ce¬rradura de la puerta de entrada.
� Sea como sea, lo que está claro es que al ver que el niño estaba amarillo se asustó y no pensó más que en llevarlo al hospital. Con las prisas seguro que se resbaló y se cayó.
� ¡Eso es, Leonel! Esa tiene que ser la explicación.
� En cuanto puedas saca todas sus cosas de la habi¬tación. Todas. A ver si podemos averiguar algo.
� Te debo una, Leonel.
� No te preocupes. Tú también me has ayudado en muchas ocasiones, sobre todo cuando estaba traba¬jando en el caso Lupita. Maria y tú me ayudasteis a mantener la cordura antes de convertirla en mi es¬posa. Nunca ha sido un secreto el aprecio que siento por Maria. Cuando los chicos de la agencia se enteren de lo que le ha ocurrido se van a poner muy tris¬tes. Y sobre todo Lupita y Vivian.
� Lo sé. Las tres son como hermanas.
� Se lo diré a todo el mundo. Vete con Maria y dé¬janos a nosotros que investiguemos.
Esteban le puso una mano a Leonel en el hombro.
� Espera aquí un momento. Le diré a alguien que saque sus cosas � encontró una auxiliar y le dijo lo que querían que sacara de la habitación donde estaba Maria.
� En un momento se las traigo. El médico la va a trasladar a una habitación individual en el cuarto piso. Le diré que vamos a subir sus cosas a la habita¬ción.
� Perfecto.
Al cabo de unos pocos minutos la auxiliar llegó con una bolsa de plástico donde estaban todas las pertenencias de Maria. Esteban se las dio a Leonel.
� Espero que encuentres algo. Por el bien de Maria, cuanto antes se resuelva este misterio, mejor.
� No te preocupes. Voy al coche por la caja. Uno de los chicos llevará después el coche a tu casa. En cuanto descubra algo te llamó al móvil.
Esteban asintió. No podía pedirle más. Miró cómo se iba su amigo Leonel.

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