sin recuerdos

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#SinRecuerdos

Capítulo 13

La recepción del doctor Brown estaba abarrotada. Esteban no parecía sentirse extraño con Hector en sus bra¬zos. Maria le había puesto un traje de béisbol, zapati¬llas de deporte y una gorra. Esteban le había girado la vi¬sera. Todo el mundo quería abrazar al bebé que de¬cían era idéntico a él.
Esteban no podría haberse sentido más padre de Hector que si lo fuera en realidad. Dijera lo que dijera Maria, no estaba dispuesto a apartar a aquel bebé de su vida.
La noche anterior, cuando la besó, Esteban pensó que le iba a dar un infarto. Era posible que su mente no se acordara de él, pero su cuerpo sí. Había respondido como la Maria que él conocía. Después de cinco se¬manas de no hacer el amor con ella, tuvo que hacer un tremendo esfuerzo por controlarse.
Se cambió al niño de hombro.
La mente era algo increíble. Para que se diera cuenta de que todavía estaba enamorada de él, ten¬dría que hacer algo drástico.
La noche anterior, cuando le había dicho que que¬ría el divorcio, su mente había ideado otro plan. Pro¬bablemente era más inmoral e ilegal que el que se le ocurrió para conseguir que fuera a casa cuando salió del hospital por primera vez.
La excusa que le había dado de que tenía una reu¬nión a primera hora fue una mentira en parte. Tenía una reunión, pero había sido con Angelica mientras Maria estaba dando el biberón de las doce de la no¬che a Hector.
� ¿Señor SanRomán? El doctor Brown quiere hablar con usted en su despacho.
Al oír la voz de la enfermera se levantó y llevó a Hector por la zona de recepción y a lo largo del pasillo hasta el despacho del médico.
� Doctor Brown � asintió, antes de darle a Maria el niño. Se sentó en la silla al lado de la de su esposa.
El médico sonrió a Esteban.
� He de felicitarlos por duplicado.
� Gracias, doctor Brown. Es mucho al mismo tiempo, pero no me quejo. ¿Qué tal está mi esposa?
� En general, su salud es excelente. Tiene el hie¬rro un poco bajo, pero le daré unas vitaminas y algo para que no tenga náuseas. Le he estado explicando que tenemos que cerrar el útero lo antes posible. Lo podemos hacer aquí mismo pasado mañana. Aun¬que se le ponga anestesia local, tendrá que venir al¬guien a acompañarla. Me gustaría hacerlo tem¬prano, con lo cual tendrá que estar aquí a las seis y media.
Esteban miró a su esposa, que estaba dando besos a Hector.
� ¿Te parece bien, Maria?
Levantó la cabeza pero no lo miró a los ojos.
� Si a ti te parece bien. No sé si tú puedes.
� Sí puedo.
� Muy bien � dijo el médico levantándose y estre¬chando la mano de Esteban� . Felicidades otra vez.
� Gracias.
Esteban puso la mano en la cintura de Maria y salieron del despacho. Tenía un sentimiento de ser una familia según iba caminando por el pasillo. Cada poco la ca¬dera de ella rozaba su muslo. Después de probar su boca la noche anterior, cualquier contacto era electri¬zante.
Cuando llegaron al aparcamiento, la ayudó a subir al coche, después abrió la puerta de atrás y colocó a Hector en su asiento. Cerró la puerta y se sentó al vo¬lante.
Antes de arrancar la miró mientras sopesaba si le tenía que decir lo que le iba a decir.
� ¿Le has dicho que nos íbamos a divorciar?
Su rostro perdió toda expresión. No lo miró.
� No. Pensé que eso no le interesaba a nadie más que a nosotros.
� Y a nuestro abogado, claro.
Los nudillos de su mano se pusieron blancos de lo fuerte que estaba apretando el apoyabrazos.
Complacido con esa respuesta, consideró que era el momento de ir directamente a la yugular.
� Sabiendo que querías iniciar el proceso cuanto antes, le he pedido a Angelica que se encargue de todo. Es una persona que te gusta. Espero haber he¬cho lo correcto.
� Siempre haces lo correcto. Es una mujer que me gusta � le respondió.
� Dado que es un divorcio de mutuo acuerdo puede representarnos a los dos sin problema. Será muy discreta.
� Seguro que lo es � la oyó decir sin cambiar mu¬cho el tono de voz. No sabía si iba a poder continuar aquella farsa pero tenía que continuar hasta el final.
� Me ha dicho que tendremos que entregar a Hector inmediatamente � vio cómo se movía incómoda en el asiento� . Una compañera suya en el bufete que se en¬carga de adopciones tiene clientes que están espe¬rando un bebé. Lo único que tiene que hacer es una llamada y Hector podrá vivir con una familia incluso esta misma noche.
Permaneció en un silencio sepulcral.
� A mí me parece mejor esa idea que no pasar por el orfanato. ¿No crees?
Bajó la cabeza. No podía hablar.
Sabía que la estaba torturando, pero no tenía más remedio.
� Por lo menos podremos consolarnos sabiendo que fuimos sus padres adoptivos y que le dimos todo el amor que pudimos.
Estaba casi temblando.
� Y para no tener que desplazarnos nosotros, Angelica me dijo que podría ir a casa hoy a la hora de la comida e iniciar los trámites. Por la tarde el niño ya puede estar con sus padres adoptivos. Dado que te van a intervenir pasado mañana, es la mejor forma de arreglar las cosas. Cuando vuelvas a casa no tendrás que mover un dedo.
Esteban hizo un gesto con la mano muy ostentoso, para que viera que estaba mirando la hora.
� Será mejor que nos demos prisa, porque no me gusta tener a Angelica esperando.

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