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El sonido de la espalda del pequeño chico chocando contra la pared hizo eco en el pasillo. Niall miraba con una ceja alzada al responsable, estaba claramente molesto y si no obtenía su jodido dinero, alguien la pagaría caro.

—A ver, déjame dejártelo claro otra vez. —sonrió el rubio con fuego saliendo de sus ojos. —Todos los días, sin excepción, me debes traer mi maldito dinero. ¿Dónde está, Ashton?

El pequeño de ojos verdes no dijo nada, igual que siempre. Su mandíbula estaba apretada y abrazaba su mochila con fuerza. No era su culpa que sus padres no le dieran dinero todos los días, casi siempre tenía que ahorrar del poco que le quedaba o dejarlo en su casa porque si no Horan se lo robaría. Desgraciadamente se había topado con el ojiazul hace no más de cinco minutos y no llevaba dinero con él.

—Te dije que no tengo, mis padres no pueden darme todos los días...

—Quizás deberías de prostituirte, lo único que salvaría a un pobre como tú, es ese rostro. —Niall lo había tomado de la barbilla para obligarlo a verlo a los ojos. —Aunque dudo que alguien quiera a un chico como tú, si casi estás en los huesos.

Mentira, Ashton tenía un cuerpo hermoso, todos parecían verlo, excepto él. Niall sabía que Irwin se acomplejaba mucho, por eso sonrió al ver los ojos de éste cambiar a una expresión dolida.

Lo soltó con desprecio y se dio la vuelta. Todos los estudiantes continuaron en lo suyo. Niall no sentía ni una gota de remordimiento. Disfrutaba de ver como le hacía la vida miserable a casi todos.

Horan era alto, esculpido, de ojos azules como el océano. Tenía el cabello rubio y una sonrisa que lograba enamorar. Sus labios eran sandía, poseía varios músculos que lograban hacerlo ver masculino, usualmente vestía ropa apretada, dejando ver sus atributos bien marcados.

Claro que tenía una que otra persona detrás de él. Lo sabía muy bien, lograba conquistar a cualquiera que se propusiera. Sin embargo, el rubio era ese amigo que nadie quisiera tener. Era altanero, mal hablado, grosero, sin tacto. No temía enfrentarse a los profesores, odiaba a la mitad de la escuela, tenía suspensiones de meses, molestaba a los demás. Incluso se burlaba de las porristas del instituto, en vez de apoyar en los partidos les gritaba a las damas que el campo era para futbolistas, no para ballenas. Siempre dejaba a más de uno llorando, robaba almuerzos y dinero al descaro. Simplemente era una escoria de persona.

El timbre sonó y fue hacia afuera. Todos los estudiantes se quedaban callados cada que el rubio pasaba por sus lados. Los zafiros miraron a lo largo a dos de las personas que más detestaba en el lugar: Perrie Edwards y Zayn Malik.

La guerra de Corea tendría mucha menos tensión en comparación con lo que esos dos hombres se tenían. Nadie sabía el motivo real por el cual se odiaban, no obstante, al final eran iguales. Ambos eran un asco de persona. Niall vio como Zayn le metía el pie a un chico que caminaba con una bandeja en manos y como posteriormente todo el almuerzo del chico quedaba en el suelo. Zayn reía junto a la rubia, al menos antes de que la tomara por la cadera y le diera un beso en los labios.

—Mañana termina el semestre. El lunes comienza el nuevo...—Niall escuchó la voz de unas chicas hablando. —Ojalá quedemos juntas, ¿imaginas quienes serán nuestros compañeros?

Horan se sentó en una de las mesas y sacó una hamburguesa de su mochila. No le interesó el resto de la conversación, por lo que simplemente se dedicó a comer. Al cabo de unos minutos donde pudo sentir una que otra mirada sobre él, dio su último bocado. Tomó de su gaseosa, carraspeando su garganta cuando acabó gracias a lo fría que estaba.

Sus orejas se movieron unos centímetros al escuchar unos pasos a su lado. Efectivamente una figura se colocó a su lado. Un fuerte olor a fresa llegó a su nariz, arrugó ésta, sintiendo asco. Sabía quién era.

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