La mañana del sábado llegó rápido. Niall gruñó al sentir el sol colarse por las ventanas y saber que debía levantarse. Por muy difícil de creer, el rubio trabajaba en una cafetería al borde de la cuidad. Esperaba que no le tocara atender, casi siempre se encargaba de acomodar las bodegas; eso le gustaba, no tenía que conversar con nadie alrededor y podía estar escuchando música todo el rato.
Miró la hora de su reloj de mesa. Ya eran las 5:30. Él entraba a las 7 todos los sábados. Gruñó, poniéndose de pie y dejando su cuerpo expuesto a la poca oscuridad que quedaba en el cuarto. Niall bostezó con pereza, estirando sus músculos y oyendo con satisfacción como uno que otro hueso tronaba. Caminó desnudo al baño, rascando su abdomen con pereza mientras que regulaba el agua de la bañera.
Pudo ver los moretones de las heridas notarse un poco. Maldición, eso le daría problemas en su trabajo. Maldito Zayn, algún día lo mataría. Entró cuando al fin el vapor cubrió todo el baño. Sus músculos tensos se relajaron al instante, dejando que el agua calmara sus pensamientos junto a su cuerpo. Amaba las duchas, eran tan relajantes, perfectas para comenzar o terminar un día.
Al cabo de veinte minutos salió, sonrió al verse en el espejo, el rubio no tenía nada de qué avergonzarse. Se alistó con calma, colocándose el uniforme de la cafetería. Bajó las gradas trotando, llevando su billetera y llaves en mano mientras soplaba un ligero silbido. Caminó por la sala indiferente, sin siquiera importarle si el cuerpo de su madre continuaba con vida. La vio tirada en el sofá, como siempre. La pobre adulta tenía un aspecto deplorable, su piel estaba pálida, los cabellos cubiertos de una capa grasosa que se adherían a su rostro. A pesar de comer poco, su complexión era gruesa, la mayoría de sus extremidades eran regordetas. Niall le había perdido la esperanza de recuperarse hace muchos años.
Llegó a la cocina para poder hacerse un café. Continuaba silbando, era como in tic que tenía desde la adolescencia. Se apresuró a hacerse unas tostadas con huevo y tocino, un trozo de pan casero que había cocinado apenas tres días atrás y una fruta para llevar en el camino.
—¿N-Niall? —la voz de su madre se escuchó desde la sala. Horan la escuchó perfectamente, sin embargo, continuó en lo suyo. —Bebé... tengo sed...—seguido la mujer tosió varias veces.
El menor continuaba cocinando su desayuno. Pretendió que su madre no existía y una vez listo, se sentó en la mesa dispuesto a comer.
—Nini...—llamó más alto. El rubio apretó los puños, odiaba los apodos estúpidos. —¿M-Me ayudas?
—Tú eres la que se hunde en alcohol todos los días, ¿y así tengo que ayudarte? —mordió su tostadas. —Exactamente, ¿por qué debería?
El silencio se prolongó de segundos a minutos enteros. No hubo otra palabra hasta que el ojiazul bebió su último sorbo de café. Carraspeó su garganta, saliendo de la cocina y volviendo a pasar al lado de su madre. Se detuvo frente a ella, dándose media vuelta para verla. La simple imagen de su progenitora le desagradaba mucho, verla sumergida en una miseria de la cual podía salir si se lo proponía. Se arrodilló ante ella, viendo atentamente como la adulta tenía los ojos cerrados, pero varias lágrimas se escapaban de sus ojos sin brillo.
No soportaba la indiferencia de su hijo.
—Si fueras fuerte, hubieras salido adelante sin ningún hombre. —susurró viéndola sin ningún tipo de cariño o lástima. —Pero sólo eres una alcohólica.
Se puso de pie, escuchando la tremenda tos de su madre y más tarde unos cuantos sollozos. Niall tomó su mochila y se largó lo más rápido posible.
***
Safa miraba como su hermano llegaba a la cocina medio dormido. Zayn vestía un bóxer negro, suspirando al sentir un pequeño dolor en su cabeza. Ayer en la noche había ido a una fiesta de uno de los barrios altos. Había peleado con Perrie porque le coqueteó a otra chica estando borracho. Su vida era tan genial.
ESTÁS LEYENDO
RIVALS
FanfictionDos chicos malos, dos enemigos, un instituto. Niall Horan y Zayn Malik son las pesadillas del Instituto Julian Volio Llorente. Quizás la historia cambie cuando uno de ellos se enamore del otro. Mientras tanto... que el odio continue. Ziall Horlik...