CAPÍTULO 1

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Veintiún años, ya tengo 21, de hecho estoy cumpliendo 21, es el día de mi cumpleaños, no es una gran celebración ni una fiesta. Solo lo estoy celebrando de la mejor manera que existe...durmiendo.
Probablemente si hoy en día siguiera teniendo una buena relación con mis padres el día de hoy tendría un pastel y mi comida favorita, pero no, solo tengo una gaseosa y un sobre de sopa instantánea.
Las cortinas rojas brillosas de la ventana que da a las calles están entreabiertas mostrándo un panorama de la ciudad a las 5:00 p.m.
Con la flojera del día de hoy solo me alcanza la energía para estirar mi mano hasta mi mesita de noche y sacar uno de aquellos tubitos blancos rellenos de tabaco que consumo desde mis 16 años, me han ayudado tantas veces con la ansiedad que les debo gran parte de mi cordura, tienen el poder para tranquilizarme en muy poco tiempo y calmar mi ansiedad, sientes como el humo entra por tu boca y luego a tus pulmones y te va quitando la tensión poco a poco dejándote más tranquilo y dócil.
Tseclaia se caracteriza por ser un lugar tranquilo pero yo soy una de las ciudadanas excepción. Su creencia de que nuestras almas son blancas y negras, las consecuencias de ser un alma negra lleva a todos en Tseclaia a creer que si cumples con un ideal de vida impecable serás un alma blanca y esto tendrá sus beneficios.
Mientras doy una calada a mi pequeña pero peligrosa adicción me doy cuenta que desde que era niña mi sueño no era ser un ciudadano poco problemático, ni la idea de la hija ejemplar, desde los 17 años que tengo muchas ideas que explican desde mi punto de vista como debemos vivir y con que fin debemos hacer las cosas.
Para este momento poco crucial de mi vida ya tenia en claro que no quería cumplir con las reglas de mi sociedad, solo quería ser yo misma sin ataduras.
Recuerdo que la primera persona a la que conté sobre esa determinación fue a Yoyo para ver como reaccionaria y que me diera su opinión, de manera sorprendente ella comprendía y estaba de acuerdo con mi peculiar manera de pensar.
De igual manera nosotras ya éramos nosotras mismas para ese momento.
Con ser nosotras mismas me refiero a hacer lo que nos gusta y lo que queremos sin necesitar la aprobación de la sociedad.
Que lindo es recordar a mi tierna Yoyo, su nombre real es Estrella pero su apodo tiene una historia por detrás.

Estábamos viendo juntas el cielo en una noche estrellada.
Ella tenía conocimiento sobre mi obsesión con el firmamento y probablemente ella llamó mi atención por su nombre.
Aquella noche iluminada por los hermosos brillitos que siempre se roban mi atención, ella estaba a mi lado y pregunto:
_¿Por qué siempre miras la misma estrella?
Con esa pregunta me saco del trance en el que estaba mientras veía la linda y pequeña estrella que siempre llamó mi atención más que las otras.
_Porque es mi favorita.
_Y...¿Cómo se llama? - en sus ojos estaba reflejada la curiosidad que estaba sintiendo. - Claro sólo si tiene nombre.
_Si lo tiene, se llama Yoyo, ella es muy buena y me gusta pensar que solo brilla para mi.
_Pues yo si creo que solo brilla para ti.
_Gracias por decirlo Yoyo. -Abrió mucho sus ojos y se mostró sorprendida pero no se quejo sólo me dio una mirada cálida y una sonrisa.

¿Qué edad teníamos en ese momento?
Yo tenía que 17 y ella 20. Ahora yo estoy cumpliendo 21 y ella tiene 24 años, extrañamente no me llamo en todo el día y nos conocemos desde que tenía 16, desde aquel entonces ella nunca olvido el día de mi cumpleaños.
Me siento sola, más por que Estrella no esta aquí, pero no quiero llamar a mi actual CRUSHED ni avanzar en mi trabajo, debería aprender a aprevechar el tiempo con ella para avanzar más rápido...pero ¿En verdad era necesario? No a mí parecer.
Me levanté muy lentamente de mi cómodo lugar para ir a preparar el sobre amarillo de sopa instantánea, estaba en las escaleras cuando escuché el sonido metálico de la cerradura de la puerta de entrada.
En ese momento vi la cabellera lacia asomarse por la puerta con un pastel no muy grande en las manos y 21 globos rojos como de costumbre aumentando uno por cada año, la chaparra causante del sonido me mira con una gigantesca sonrisa blanca y perfecta.
_Mila, te traje pastel y globos.
_¡Oh! Pero......¿Por qué? Sólo es un sábado más.
Me miró ofendida, puso el pastel a la mesa pequeña a lado de la puerta que tiene un espejo encima sólo para decoración, ató los globos al mismo lugar cerró la puerta de manera brusca para después correr escaleras arriba hasta donde yo estaba.
_Vuelve a decirlo. - Escupió con tono molesto.
_Es solo un sábado normal.
Sentí un pequeño mareo y un par de segundos después ya estaba siendo sujetada por el brazo de Estrella que pasaba por mi cuello mientras su puño se restregaba sin cuidado en mi cabeza desordenando mucho mi moño. No es por ser exagerada pero...¡Eso duele!
_¿Sigue siendo un sábado normal? - Me pregunto mientras yo reía desmedidamente.
_¡Ya! ¡Sueltame! ¿Por qué vienes el día de mi cumpleaños a hacerme daño? - Dije aún entre risas.
_Así que ahora si es tu cumpleaños, pequeña bribona.
Me soltó aún riéndose de mi y después intento desordenar mi cabello con un poco de dificultad pues yo no le dejaba.
_Aléjate enana. - Le di un manotazo para que no lo hiciera más.
_¡Tenemos la misma estatura! - Me jalo hacia ella para unirnos en un abrazo y luego susurrar. - Feliz cumpleaños Milanesa.
Me recorrió una extraña sensación causando que me estremeciera, acompañada de un sentimiento fuerte de nostalgia.
Hace mucho tiempo que nadie me dice así, para ser exactos 5 años.

CRUSHED (ChicaXChica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora