Lara salió de su casa a las 9 y cuarto, intentando aplastar su pelo negro, a la altura de los hombros (y ahora encrespado). El tiempo había empeorado, a lo largo del día se habían ido instalando en el cielo unas densas nubes de color gris pardo que amenazaban con descargar. Lara soltaba un bufido tras otro mientras avanzaba por su calle aún iluminada con luz solar. Llevaba un vestido negro de tirantes ligero, se lo ponía casi siempre que iba de fiesta. Ésto ocurría muy pocas veces. Durante el curso vivía con sus tíos, ya que no iba al colegio local, por lo que no salía con sus amigos de aquí. Tampoco salía con gente de su colegio, no era muy popular.
Lara arrastró sus zapatillas por la acera hasta que llegó al principio de la avenida, ahí se encontraba Teo. La muchacha sonrió, siempre puntual. Estaba sentado en el bordillo intentando colar piedras en una papelera, cuando se percató de que ella había llegado levantó la cabeza y le enseño su preciosa sonrisa. Si Teo tenía algo que lo clasificase como "PERSONA MUY GUAPA" eso era su sonrisa. Tenía los dientes blancos y grandes, y las paletas separadas ligeramente, lo que lo hacía bastante tierno, él lo sabia. El resto de Teo, era el de un chico de 17 que se ha tragado una galleta del gigantismo, no solo porque media metro noventa o porque su brazo era como las dos piernas de lara, si no porque tenía también la cabeza ligeramente más grande que el resto de los mortales, el siempre decía que era para que le cupiese toda la información. Teo no tenía complejos.
-Qué hay Lala - abrazó a la chica con fuerza, quedando la cabeza de ella a la altura de la tripa de el, era enorme.
-Para con eso - Teo siempre llamaba a la muchacha Lala, ella ya se esforzaba muy pocas veces en corregirle, ni siquiera se acordaba de donde había salido ese nombre.
Caminaron por la avenida hablando del tiempo, a los dos les había sorprendido este cambio tan brusco. Lara no preguntó si Villegas le había invitado a ella, sabía que no, ella no era del tipo de chica que los niños invitan a las fiestas, ella era del tipo de chica que sus amigos llevan a la fiesta y nadie protestaba.
Pronto llegaron al hotel S&S que estaba curiosamente oscuro. En la ciudad había pocos hoteles, y éste, era sin duda el más grande.
-Villegas me ha dicho que ésta semana estará cerrado, algo de fumigar las cocinas... Ven, ya debe de haber gente arriba - Abrimos las grandes puertas del vestíbulos. De nuevo, todo oscuro. Lara intentó imaginarse como sería vivir en un hotel, pero no pudo. Todo estaba tan oscuro que en cuanto Teo se puso a andar hacia el ascensor, cualquier pensamiento se le disipó y comenzó a seguirlo. La únicas luces que había eran las de emergencia, que utilmente se encontraban encima de los dos ascensores. Si el edificio por fuera era inquietante: muy alto y con una construcción pasada de moda. Por dentro era aún peor. Los jóvenes pisaban una moqueta azul oscuro con bastante polvo, y por lo que pudo ver, las paredes estaban pintadas con cenefas rocambolescas que iban verticalmente hasta el alto techo demasiado oscuro para llegar a verlo.
Cuando Teo llamó al ascensor, éste tardo segundos en abrir sus puertas. Lara suspiró de alivio. Ese vestíbulo le provocaba escalofríos. Su amigo estaba de lo mas tranquilo. Entraron al cuchitril que los subiría de planta. Lara dudó si era seguro quedarse ahí cuando Teo pulsó el numero 9 (el último) pero se tragó el nudo de la garganta. Aunque hizo ruido, se balanceó e incluso se paro unos cuantos segundos en el aire, el ascensor llegó a la planta. La novena planta no tenía nada que ver con el vestíbulo, pese a que seguía la moqueta azul que a Lara le recordaba a una vez que Teo se peleó con un muchacho y le dió un puñetazo en el ojo. El niño vino al día siguiente con el ojo del mismo color que aquel suelo. Lo demás era diferente, paredes blancas y muebles de madera. Tampoco le encantaba a Lara, pero al menos había luz.
-¡Hola chicos! -nos chilló una voz aguda. Julia era objetivamente la chica más guapa que Lara había conocido nunca, tenia el pelo negro y sedoso, unos ojos azules de gato y unos labios carnosos y definidos, pese a que Lara era bajita, se sentía alta delante de Julia, que apenas llegaba al medio metro, sin embargo eso la hacía (inexplicablemente) aun más bonita. Lara y Julia eran amigas incluso de antes de la guardería, además de guapa era dulce, aunque era consciente de su belleza. La pequeña chica los abrazó.- Vamos, todos están en la terraza. ¡Es genial! Tenéis que ver las vistas.
Siempre era agradable saber que Julia iba a alguna fiesta. Julia no bebía, se había sacado el carnet la primera de todos y se preocupaba mucho por su cuerpo. Muchas veces hacía sesiones de fotos para marcas de ropa locales, estudiaba moda fuera de la ciudad. Lara siempre había pensado que Julia era la protagonista perfecta para un libro romántico. Siempre venía a comienzos de vacaciones contándonos miles de historias con miles de chicos preciosos, a veces, se peleaban por ella, otras, le juraban amor eterno.
Cruzaron la amplia estancia que parecía ser un salón aunque sin televisor, ni mesita de café y traspasaron una gran puerta al otro lado de la habitación. Lara abrió la boca con asombro cuando vio la gran terraza, y sobretodo, el gran atardecer que sucedía de pronto. Incluso las nubes de tormenta se habían hecho a un lado para dejar lucir aquel atardecer en tonos naranja y rosa palo. La muchacha sabía que tardaría en ver un atardecer que lo superase.
Una vez superó el shock, pudo ver que en la terraza había bastante gente bebiendo y riendo, a casi todos los conocía de vista, era una ciudad pequeña.
Teo se separó de Lara y fue a saludar a unos amigos, mientras tanto, Lara se acercó a Tomas Villegas, un chico muy pálido y pelirrojo que apenas tenía pestañas o cejas. Lo saludó con la mano tras hacer contacto visual.
-¡Lara Vills! -ella se tranquilizó un poco al ver que él sabía quien era.
-Hola, éste sitio es precioso Tomas. -el pelirrojo sonrió con chulería- es increíble que vivas en un hotel.- En el momento en el que pronunció esas palabras se dio cuenta. Tomas vivía en la calle de abajo del colegio donde había estado. ¡Y éste hotel no cerraron a principios de verano! Lara frunció el ceño y se giró para buscar a Teo, no estaba, así que maldijo al aire.

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THE MIRROR
RomanceLara no hace esas cosas, no se cuela en un hotel para asistir a una fiesta clandestina. Tampoco se emborracha, ni huye de la policía perdiéndose en un edificio cada vez más extraño. Y por supuesto, no se fía de atractivo chico para que la ayude a sa...