Nate.

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Una mano le presionaba la boca, impidiéndole hacer algún sonido, mientras que un brazo la agarraba por el cuello y la arrastraba con fuerza para atrás, haciendo que sus pies chocasen con las escaleras a medida que avanzaban, Lara sintió un dolor sordo en el talón, intentó soltar un grito, pero se ahogó en la palma del secuestrador. Pudo ver de reojo durante sus forcejeos que la figura que le retenía abría la puerta del quinto piso y los adentraba ahí. Una vez cerrada la puerta, el amarre en la boca de la muchacha se relajó. Estaba a punto de gritar cuando escuchó:

- ¡Para! Te soltaré, pero tienes que prometer que no gritarás -era una voz ronca y profunda, pero no sonaba a la de un policía enfadado, más bien a un muchacho, el cuerpo de Lara se relajó ligeramente, por ahora no iba a ser detenida. Se fijó en que el (probablemente) muchacho, esperaba una respuesta, así que asintió ligeramente. Lara escuchó un suspiro muy parecido a los que ella solía soltar tan a menudo y la mano desapareció de su boca. La muchacha aprovechó para inhalar una gran bocanada de aire, en ese momento, se dio cuenta de la situación, se encontraba apoyada en el pecho del chico, que también había relajado el brazo del cuello, y éste olía muy bien... muy, muy bien - ¿Estás bien, te has hecho daño? – de nuevo, la voz ronca le sacó de su embelesamiento. En ese momento se dio cuenta, el talón le dolía, mucho. Bajó la vista, pero con el brazo aun sujetándola no podía ver nada. Tragó saliva.

- Mi talón, me duele – Otro suspiro. Notó como tiraban de ella para que se diese la vuelta, cara a cara con el secuestrador. Abrió bien los ojos, vaya secuestrador. Se encontraba ante el chico más guapo que jamás hubiese visto, y había visto muchos ya que a Lara le encantaban las pelis románticas con actores guapísimos. Él era alto, altísimo. Lara siempre se había considerado de altura media, pero este chico le sacaba casi tres cabezas, sintió una punzada de dolor de tanto que tuvo que doblar el cuello para ver su cara. Era de tez morena, pelo rizado algo enmarañado y labios carnosos, eran los labios más bonitos que había visto jamás. Todo su cuerpo era grande, pero no como Teo que resultaba un tanto desproporcional, las medidas del castaño eran las idóneas, piernas largas y brazos grandes. El muchacho, que había estado observándola también, carraspeó.

- ¿Dónde te duele? –Se agachó con una gracilidad que no correspondía a ese cuerpo tan grande y la miró acuclillado, esperando a que hablase.

- Aquí –musitó levantando el pie adolorido – ha sido gracias a tu amable secuestro en las escaleras – sentía la necesidad de echarle algo en cara después de habérsele quedado mirando embobada. Lara se preguntó cómo se vería ella ahora mismo, fatal seguro. Con su pelo negro encrespado, la cara sucia por las lágrimas, y los ojos rojos. Seguro que pensaba que era una yonki. Suspiró. ¿Qué más daba? De todas maneras, ¿quién era él? Miró hacia abajo para verlo examinar su talón, todavía en cuclillas, el muchacho le tocaba con mucha delicadeza intentando ver la gravedad de la herida.

- Ha sido un buen golpe musitó –Lara pudo ver un sentimiento de culpabilidad en su mirada, pero se esfumó rápido.

- ¿Quién eres? – La chica no planeó esa pregunta, fue tan solo al ver a ese chico tan atractivo mirándolo se lo preguntó, aunque claramente no quería decirlo en voz alta. Casi todos los jóvenes se conocían en esta pequeña ciudad, y estaba segura de que él debía ser popular.

- Soy Nate. Intenta apoyar el pie ¿puedes?

- ¿Nate qué más? –intentó andar, pero un dolor agudo le recorrió hasta la rodilla. Ahogó un grito. –no mucho. – Nate la miró con una sonrisita. Había notado que Lara estaba intentando hacerse la fuerte.

- Sólo Nate, bueno esto complica las cosas- murmuró con los ojos puestos en su talón magullado, al fin, se incorporó, quedando la vista de Lara en el pecho del muchacho. - ¿Y tú quién eres?

- Soy Lara Vills

- Muy bien Lara Vills, ¿crees que puedes andar hasta el sofá? –Para haber sido tan brusco sacándola de las escaleras, ahora se estaba comportando increíblemente dulce. Reflexionó sobre su pregunta, le dolía, pero debía aparentar que era fuerte, aun no sabía las intenciones del chico. Apartando ligeramente al muchacho que se hallaba enfrente suya, Lara camino cojeando hasta el sofá. Podría haber dado el pego de que no le dolía tanto si no se hubiese sentado estrepitosamente, suspirando y pálida por el dolor. Nate volvió a dibujar una sonrisita en su boca.

- Perfecto. Siento haberte hecho daño, pero si te hubiesen visto... - ¿visto? ¿quién? En ese momento un rayo de lucidez atravesó a la muchacha ¡los dos hombres en las escaleras! ¡TEO!

Lara no estaba segura de si eso último lo había gritado o pensado, pero no tuvo tiempo de seguir hablando ya que Nate volvía a taparle la boca con la mano, otra vez en los pies de Lara.

-SH. Ni se te ocurra gritar. – Le sorprendió escucharlo con voz tan autoritaria. Podía ser dulce pero también podía asustar, muy bien, apuntado.

-Creo que la policía ha cogido a mi amigo... pero el parecía inconsciente. –Un nudo en la garganta comenzaba a formarse.

-No eran policías –musitó Nate mientras se levantaba y se alejaba de 'ella.

- ¿Entonces? ¿Fueron tus amigos? ¿Lo ayudaron a él también? – Lara sabía que esa teoría no tenía ni pies ni cabeza, pero se agarraría a un clavo ardiendo por Teo. El muchacho negó. – Vale pues esté donde esté tenemos que encontrarlo ¿de acuerdo? ¿Tienes una idea de dónde puede estar ahora?

Lara intentó incorporarse, pero Nate se había acercado a ella y le empujaba por el hombro a mantenerse sentada. El ceño fruncido también le sentaba bien al muchacho.

-Sí, sé exactamente dónde está, pero tú no vienes. Te sacaré de aquí y luego iré a por tu novio.

- ¿Novio? ¡Él no es mi novio! Él es mi mejor amigo, y si está mal, yo también iré a buscarlo ¿me oyes? Además, mi bolso y mis cosas están en la dichosa terraza, así que no tengo a donde ir –justo Lara había comenzado a apoyarse en el sofá para levantarse cuando vio su bolso en frente de sus ojos. Nate lo sujetaba con una sonrisa de superioridad en la cara, definitivamente no entendía nada. - ¿cómo es posible...?

-Te he visto entrar, también te he visto emborracharte, no deberías mezclar vodka con ginebra Lara Vills. –Lara sintió que comenzaba a ponerse bizca del aturdimiento, no entendía nada. No le sonaba haberlo visto en la fiesta, todo era demasiado raro.

- ¿Qué quieres decir? –susurró la muchacha, la cabeza le palpitaba, y sentía un hormigueo incómodo por todo el cuerpo.

-Te he estado vigilando, Lara.

THE MIRRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora