- ¿¡QUÉ!? –Le había estado espiando, o siguiendo... o lo que fuese. Quizás era un violador, Lara lo observó bien. No parecía un violador, también es cierto que nunca se había cruzado con uno que ella supiese, por lo que no sabía muy bien que pinta tenía, vestía pantalones vaqueros negros algo anchos y una camisa blanca debajo de una cazadora vaquera, muy normal... desde luego jamás habría descrito así a un acosador. No sabía cuánto tiempo llevaba callada observándolo cuando vio que una sonrisa se formaba en el rostro del chico. Se fijó en una cicatriz que tenía encima del labio, quizás una chica quiso defenderse mientras actuaba.
-Madre mía quita esa cara, solo bromeaba –Ahora Nate reía despreocupado –también estaba en la fiesta, me escondí cuando escuché que venía la policía y te vi bajar las escaleras. Tengo una idea de donde está tu amigo, pero tú no puedes venir.
- ¿Por qué? –Se dio cuenta de que había usado un tono demasiado brusco, pero aún no se fiaba de que hubiese dicho la verdad sobre que hacía allí.
- Porque tienes el pie mal y estoy seguro de que no servirás de ayuda –le tendió la mano como si no acabase de llamarle inútil a la cara. De todas maneras, Lara la aceptó ya que las veces que había intentado levantarse sola no había tenido éxito. Se agarró a su fuerte brazo y al fin, pudo incorporarse. El pie aun le palpitaba, pero se había calmado un poco el dolor, probó a apoyarlo y solo sintió un dolor agudo. Lara suspiró, se le iba a hinchar.
- ¿Puedes bien o tengo que sacarte a caballito? –A la muchacha le empezaba a cansar el tonito burlón al que tanto Nate recurría, comenzaba a pensar que quizás prefería el autoritario.
- Puedo perfectamente –en su mente sonaba mucho más convincente. Nate alzó los brazos al aire como en son de paz y recogió el bolso negro del suelo.
Lara se dirigió hacia las escaleras intentando no cojear. Había dado unos tres pasos cuando notó que tiraban de ella.
- Ey, ey ¿Qué crees que haces? Por ahí no, están los esp... esos tipos, será mejor que no nos los crucemos, no tenían buena pinta. Hay que volver por dónde has venido –Lara empezaba notar el cansancio de todo el día, sumado al dolor y al picor de ojos que sentía era suficientes motivos para callar y hacerle caso a ese desconocido, así que suspiró, se encogió de hombros y se dirigió hacia la puerta que daba al frío pasadizo.
Debía admitir que se le hizo mucho más corto sabiendo por donde pisaba gracias a la linterna que Nate llevaba. Iban uno al lado del otro, muy pegados debido a la estrechez del pasillo, ahora que Lara podía fijarse en por donde había ido miraba las paredes de piedra fría y el suelo de madera cubierto enteramente por una capa de polvo.
- ¿Estás bien? –le preguntó Nate cuando ella tropezó con su pie. El dolor se hacía cada vez más insoportable, pero no le iba a dar la satisfacción de admitirlo, así que simplemente asintió. Lara no estaba enfadada con él, sabía que el golpe no había sido queriendo. Simplemente estaba cansada.
Comenzó a pensar en Teo, estaba preocupada, pero no completamente preocupada. Conocía a su amigo, era el rey de las fiestas, Lara había escuchado tantas historias increíbles sobre sus borracheras que no le extrañaría que lo que hubiese visto antes en las escaleras era simplemente a dos colegas llevando a un amigo borracho. Probablemente ahora ya estaría recuperado y estuviese encima de una mesa haciendo un striptease. Soltó una risita al imaginarse eso.
- ¿De qué te ríes? –La voz de Nate sacó de su ensoñación a la morena, que negó con la cabeza ante su pregunta. Al mirar hacia el frente se dio cuenta de que la puerta ya estaba ahí, genial.
El chico también se había dado cuenta, ya que se encontraba con la oreja pegada en la puerta de madera y un dedo en los labios en señal de que Lara debía mantenerse callada.
-No parece que haya nadie, de todas maneras, saldré yo primero –Ella iba a objetar que era poco posible que cupiese por el mínimo hueco que la puerta se cedía a abrir cuando vio como Nate, con un empujón aparentemente ligero abría la puerta del todo y la volvía a entornar dejándola a ella dentro del pasillo y a él fuera.
Lara contó 3 segundos hasta que el chico volvió a abrir y con un gesto la incitó a salir de ahí. No se lo pensó ni un minuto y caminó hacia el saloncito suspirando aliviada de salir de ahí, el olor a humedad se hacía cada vez más insoportable. Se quedó mirando el salón, se preguntaba qué hora era, parecía que habían pasado años desde esa maldita fiesta. Volvió a suspirar.
- Está bien, debemos bajar por las escaleras ¿crees que podrás? –estaba segura de que Nate intuía su respuesta así que se la ahorró y comenzó a bajar por ellas, pero al dar el primer paso el tobillo se le torció debido a la hinchazón y se precipitó al suelo. Hubiese caído de no ser por el fuerte brazo que la agarró con rapidez. Cuando Lara miró la cara del muchacho esperaba encontrarse una cara burlona, pero él estaba preocupado. Nate suspiró. – Mira, sé que quieres negarte, pero es mucho más rápido y menos doloroso que te subas a mi espalda. Hemos tardado casi 30 minutos en cruzar el pasillo. Ten, toma mi chaqueta, fuera hará frío.
Nate no se lo estaba reprochado, él sabía que a Lara le dolía y comenzaba a preocuparse por ella, podía verlo en su mirada así que decidió portarse bien y asentir, no estaba segura de si había perdido la voz para siempre, pero lo parecía. Nate se dio la vuelta, después de quitarse la cazadora y tendérsela, y aunque se agachó considerablemente, seguía siendo muy alto por lo que Lara tuvo que dar un salto algo doloroso para llegar a su espalda. Se agarró fuerte siendo muy consciente de las manos de Nate en sus muslos y comenzaron a andar.
Había perdido la cuenta de cuántos pisos habían bajado cuando la chica comenzó a sentir un sueño terrible. El olor de la cazadora le relajaba, una mezcla entre olor a lluvia y su propio olor corporal, además habría jurado que Nate le acariciaba de vez en cuando los muslos mientras bajaba sin ningún problema las escaleras. Su espalda era ancha y cálida, Lara acercó la cara al hueco en el cuello del muchacho y cerró los ojos.
Para cuando los abrió, estaban llegando a su casa. Lara no preguntó como él había sabido dónde se encontraba. Una vez llegaron a la puerta, la chica hizo ademán de bajarse, aún muy dormida y embriagada por el atractivo olor de Nate, pero éste la sujetó más fuerte mandando corrientes eléctricas a todo el cuerpo de la muchacha, a la que se le cortó la respiración.
-Ya he cogido tus llaves. Voy a dejarte en la cama. –No era una pregunta. Lara tampoco se habría negado, volvía a sentir el sueño atraparla otra vez.
Minutos después, se encontraba en su caliente y cómoda cama. Nate estaba en cuclillas delante de ella, con una pequeña sonrisa en la cara. Le ofreció una pastilla y un vaso.
- Ten, es un analgésico. Te calmará el dolor –Ella no rechistó, sentía como si ya estuviese sedada, pero con las pocas fuerzas que le quedaban preguntó:
- ¿Quieres quedarte a dormir? -De repente, la idea de que Nate se metiese en la cama con ella, abrazándola desde atrás le parecía el mejor plan de la historia. Él sonrió y negó con la cabeza.
-Será mejor que vaya a buscar a tu amigo. Duerme bien Lara –Sintió un dulce y cálido beso en la mejilla y todo lo demás fue oscuridad.
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THE MIRROR
RomantikLara no hace esas cosas, no se cuela en un hotel para asistir a una fiesta clandestina. Tampoco se emborracha, ni huye de la policía perdiéndose en un edificio cada vez más extraño. Y por supuesto, no se fía de atractivo chico para que la ayude a sa...