CAPITULO III

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Los pájaros cantaban, las hojas de los arboles comenzaban a caer, los rayos del sol entraban por aquella ventana que aun carecía de cortinas.

La joven, de cabellos largos y de un castaño cobrizo, de piel clara y delicada, de ojos tan grandes y acaramelados que cualquiera quedaría endulzado al verlos, se levantó, con una ligera y un tanto transparente pijama rosada, en busca de su café matutino, no recordaba la última vez que descanso tanto, se sentía tranquila y hasta cierto punto libre. Mientras recordaba los sucesos de la noche anterior con cierta diversión, su mente no dejo escapar por un segundo el recuerdo de esos ojos color zafiro, tan penetrantes y profundos.

Agitó su cabeza un poco para olvidarse de aquel pensamiento -olvídate de eso meems, hoy será un día pesado- mentalizándose en el hecho de que tenía que desempacar y salir a comprar sus víveres. Sora le había dado indicaciones de donde podría ir a comprar ciertas cosas que le hacían falta. Se dispuso a desayunar tranquilamente, hasta que el sonido incesante del timbre interrumpió su tranquilidad.

-¿¡Quien toca así el timbre!? Y tan temprano (12:00 pm)- reprochó haciendo pucheros mientras se dirigía a la puerta

-BIENVE..NIii.. da.. ~ - los ojos de Mimi se abrieron como platos, era una sorpresa inesperada y muy grata. Sus querías amigas, Miyako y Hikari -kari para los cuates-, se encontraban en su pórtico, con un gran arreglo de dulces y con sus rostros inusualmente ¿rojos?

-¡KYAA! - Mimi cayó en cuenta de lo reveladora he inapropiada que podría ser su pijama, se tapó y cerró la puerta con rapidez, buscando una sudadera con estampado de gatito que solía usar en sus días de descanso.

Por fin abrió la puerta, algo avergonzada, dejando que sus amigas un tanto apenadas aún, pasaran a su casa.

-¡PERO COMO SALISTE ASÍ MIMI!!- Miyako gritaba de forma que podría oírla toda la cuadra – osea! Imagínate que hubiera sido el cartero o los de la paquetería! no puedo creértelo- negaba de forma cómica y un tanto dramática con la cabeza, cosa que solo hacía gracia a las dos jóvenes castañas a su lado

-Tranquila Miyako, la verdad me extraño la forma en que tocaron el timbre y por eso salí sin percatarme de lo de la pijama- se disculpaba con sus compañeras haciendo una leve reverencia, a lo que ambas suspiraron – como sea, en cuanto llegue mi demás ropa, tendré más opciones de pijamas- sonriendo con la seguridad que la caracterizaba.

-¡Más te vale que no vuelva a pasar! mnh- Mimi asintió efusivamente, Miyako era de las amigas que más apreciaba y sabía que podría confiar enteramente en ella, aunque su imprudencia, como mencionaba la peli morada, pudo ser desastrosa.

-Bueno, sí que nos sorprendió un poco jeje...- añadió la joven Kari, con una pequeña gotita cayendo sobre su cabeza –decidimos traerte este adorable adorno, tiene un montón de chocolates y dulces que seguro te encantaran

-OMG! Siii se ven deliciosos, más tarde habrá que probarlos, ¡muchas gracias chicas! – Mimi tomó el maravilloso obsequio de sus amigas, llevándolo a la mesa del comedor -oh, también quedaría perfecto como centro de mesa, que pena- Kari volteó en su dirección, dándose cuenta de una chaqueta que se encontraba en la silla próxima a ella.

-Mimi... ¿esa es...- 

Esa Voz - MIMATOWhere stories live. Discover now