Visiones I

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Al pasar las horas, cuando la Luna se posa para iluminar toda Tinitona, Lykaios va a la cocina y sale, su Madre sentada en la tierra y la mira. Se acerca a ella y se sienta a su lado, esta le entrega el escrito y dice:

" Campamento de las tierras castigadas, 6 de marzo

Cónyuge de Armando Gallardo:

Si esta misiva te llega querida esposa, es porque he muerto en el campo de batalla. No solo quería informarte esta lamentable noticia, el teniente Alceo espera por Lykaios, el heredará mi espada.

Además, veras que el recibo tiene varios documentos, uno es de la propiedad de las tierras del pueblo y el otro es un decreto del rey de Gretoma, que te deja con el cargo de regente de Aullido de lobo.

Me despido, descansare en paz y me reuniré con Tinitona, espero sean felices el resto de sus vidas, como yo lo fui al tenerte a ti y nuestros queridos hijos.

                                                                                                                                               Armando Gallardo"

Lykaios entrega el escrito y su madre lo guarda con el resto de los documentos, se quedaron mirando el cielo estrellado durante unos minutos, el ultimo que verían juntos. El protagonista se pone de pie y se va a la casa, su progenitora pensó: "Mañana, comenzaras un largo viaje, te encontraras con lobos de este bosque y llegaras al campamento. Te convertirás en un gran hombre y serás el campeón que espero nuestra raza para esta crisis".

Se fueron a dormir, Lykaios, como siempre, compartió cama con su hermano menor, en su cuarto mediano, lleno de juguetes de madera esparcidos sobre la fría madera. Al otro día, el mayor se levantó silenciosamente, se vistió con sus ropas de lino de siempre y partió, no obstante, su madre miraba por su ventana su ida. Así comenzó la aventura de un campeón, descendiente de una leyenda y heredero de un gran poder.

Aunque, la angustia de su madre fue tan intensa como el veneno mas mortífero, cuando su hijo desapareció del camino hacia lo desconocido, sin dudar, fue al hogar de los Balondor. Corriendo descalza, desespera, con un vestido simple, agitando sus brazos como si se ahogara en dudas. Golpea la puerta con mucha furia, la grandísima casa que es tres veces más grande que la de ella, muy parecida a un monasterio, con flores y rosas grises adornando las afueras próximas del edificio.

—¡Ayuda! —Grito con fuerzas, agobiada por la idea de una muerte joven de su hijo, podía ver en su mente a su descendiente acostado junto a su difunto esposo, compartiendo la tumba—. Por favor, no puedo aguantar más... —continúo sollozando, apoyando sus brazos sobre la puerta, a punto de caer de rodillas a la entrada. Hasta que el padre de los gemelos atiende muy asustado, dejando arrodilla a la madre con su mirada perdida en el suelo.

—¿Señora Gallardo? Que sucede para tanto griterío a estas horas de la mañana, el sol aún no se posa y usted con tanto desespero en mis puertas —dijo el padre de los gemelos, un hombre gordo y de un metro sesenta, con poco cabello, vestido con una bata de lana, sujetada con un cinturón de cuero.

—Mi hijo, ya partió, quiero saber —replico la madre muy descontenta, casi sin poder respirar por el agobio.

—¿Qué quiere saber? —Pregunto muy intrigado el padre, masajeando su barbilla con su mano, mientras el sol comienza a iluminar su cuerpo y la madre levantaba el rostro. Vio en ella mucho temor al destino y sus ojos de un color muerto. Bajo su mano y al darse cuenta de cómo esta vestida, la hace pasar —. Entre, a estas horas, el frio gobierna —continuo sin dejar la intriga.

Poder GaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora