Visiones II

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La mujer se levantó sola, entro con sujetándose los brazos por el frio. Dentro le esperaba un fuego cálido y abrazador, calmo su cuerpo y le despejo la mente, aunque durmió sus sentidos. Pero, de inmediato el padre la interrogo y la despertó.

—Y dígame, ¿Qué la hizo volverse loca y parecer desdichada? —Pregunto muy curioso, adentrándose a su hogar, acercándose al fuego, donde había dos sofás muy cómodos y confortantes, cafés y para grandes personas. Se sentó y con su mano ofreció el otro sofá. Ella comprendió y accedió a su proposición.

—Mi primogénito, acaba de partir debido a la muerte de marido —dijo mirando el piso muy preocupada, mientras el padre de los gemelos volvió a masajear su barbilla con su mano, se acomodó cruzando sus piernas —. Por lo poco que se, y me disculpo, ustedes son seguidores de la diosa Luna, aquella luz de esperanza nocturna —prosiguió a punto de quebrarse por dentro, conteniendo sus lágrimas. Levanto la mirada, muy seria miro al padre, pero la angustia se nota cerca de sus labios —. ¿Podría decirme su destino, sea cual sea el tiempo al que se refiera? —Pidió agachando la cabeza dejando caer una lagrima al suelo, apretando sus piernas con sus manos y mordiendo fuerte.

—Para su mala suerte, ya hice lo que me pide con tanta tristeza, pues la grandiosa y esperanzadora, Luna, me ha dicho que su hijo se ha convertido en una sombra —dijo muy neutral y algo molesto, le causa furor que alguien pudiera desafiar los poderes de la Luna. La madre de Lykaios abrió levemente su boca y miro muy perdida hacia delante, perdiendo la esperanza —. Pero, algo más me ha dicho —siguió diciendo, no obstante, no fue suficiente para llamar la atención de la progenitora que perdió su fe. El padre se puso de pie y se arrodillo frente a la madre, esto recobro la mirada de ella —. Aquella sombra de la larga tela del destino, desafiará a la vida y la muerte, la destrucción y creación, con incerteza, solo el podrá tejer el destino, hasta que se enfrente a su igual en poder. Eso me destaco en cuanto le pedí su consejo —termino, se puso de pie y se dirigió a la puerta, al abrirla, con sus manos hacia señas de que se fuera. Ella, recuperando la certidumbre, se puso de pie, mirando neutralmente, se inclinó para agradecer y salió de la casa. De un portazo cerro el hombre, la madre camino lentamente hacia su casa, no muy lejos.

Cerca ya de su hogar, miro al bosque, a un costado, vio a su primogénito con su hermano menor mirar las estrellas, se detuvo y corrió hacia el llorando, tropezó y con sus piernas dobladas y sus manos apoyadas en la tierra, las levanto y quedaron sucias por la tierra. Miro al cielo y el viento soplo con mucha fuerza, le hizo cerrar sus ojos y mirar nuevamente al bosque, el aire y las hojas se movieron hacia ella con mucha violencia, intento cubrirse con su brazo, pero no lo hizo a tiempo, cayeron sobre ambos ojos que la llevaron a una visión.

Poder GaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora