—Gracias por entenderlo y sí, concuerdo contigo, con lo del cansancio. La verdad es que me la pasé hasta la medianoche reparando tu bicicleta, tuve que hacer el más mínimo ruido del que fuera posible para no despertar a mis padres ni a mis hermanos. Fue muy difícil, pero no imposible y valió mucho la pena.
Hizo un sacrificio tan grande solo por mí, por mí—Exageré dentro de mi mente de manera infantil mientras gritaba de emoción internamente.
Me ruboricé muchísimo más mientras mordía mi lengua, tratando de no pensar en la tonta fantasía de atacarlo a besos dentro de mí cabeza.
—No tenías que hacer tanto, pero aún así muchas gracias.
—De nada, Belén.
Mis piernas se estaban convirtiendo en palitos de gelatina y si es que aquel chico seguía diciendo mi nombre probablemente me derretiría tanto por dentro que podría desmayarme en cualquier momento.
—Hey, ese uniforme...—Murmuré entrecerrando los ojos mientras inclinaba la cabeza, muy confundida.
—¿Qué tiene?—Preguntó.
—Es que..., es el mismo uniforme que los chicos de mi preparatoria usan.
—¡No puede ser!, ¡El tuyo también!, ¡Digo!, ¡Ósea, e-es el mismo uniforme que usan las chicas, a eso me refiero!
Me quedé tan atónita que no reaccioné a nada por un segundo entero.
—¿Q–qué?—Pregunté con emoción moviendo las manos.
—¡Sí, sí!, ¡Es el mismo, te lo prometo!
—Entonces..., ¿Eso significa que vamos a la misma escuela?, ¿Y ni siquiera nos hemos dado cuenta?—Dije con esperanza.
—Si es que asistes a la preparatoria 16 entonces sí.
Agh, Gracias a Dios, gracias a Dios—Dije mentalmente, con las tripas dando vueltas, feliz.
—Sí—Dije inconsciente a lo que estaba respondiendo, todavía sin reaccionar, tratando de mantenerme en el mundo y no irme disparada a la luna, escuchando el sonido de mis zapatos contra el piso para recordar que no me caería a la galaxia y explotaría en mil pedazos gracias a una bendición llamada gravedad.
—Así que...—Hablé tímida en cuanto ya nos encontrábamos en el estacionamiento para crear una conversación más larga entre nosotros, pero luego me detuve, no porque me hubiera arrepentido de haber abierto la boca, sino porque al llegar a la puerta del copiloto de su auto se puso delante mío para poder abrirme la puerta y darme la mano para tener un lugar en dónde apoyarme para subir.
—Gracias—Solté antes de incluso tocarle la mano.
Caballeroso—Recalqué mentalmente.
Uff, se sentía muy suave pero firme, caliente, gigantesca en contraste con mi manita de princesa. Mi piel se erizó completamente y la temperatura de mi rostro aumentó aún más en cuanto apenas rocé su palma con la yemas.
¿Gravedad?, ¿Acaso existía realmente?, pues por supuesto todo mi ser estalló en un millón de pedazos por todo el mundo al tomar su mano por primera vez.
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Detrás de tus ojos
Teen Fiction1964. No nos conocimos en una escuela. No nos conocimos en el trabajo. No nos conocimos viviendo al lado. Cuando nos conocimos, ni siquiera tuvimos oportunidad de hablarnos, solo nos miramos. Y no me enamoré al instante. No caí a tus pies. Al men...