Nunca olvidaré la calidez de su mirada cada vez que contemple los bellos rayos en el sol.
Fue un sencillo día de escuela, no eran más de las 10 de la mañana cuando me enteré de que había reprobado el examen de química, fue como un rayo, de pronto estaba pensando en que iba a almorzar y luego me enteré de mi desafortunada nota reprobatoria. No me considero alguien tonto para aprender, pero últimamente no me concentraba en lo que hacía y eso me pasó factura en lo que más quería, suena trágico, pero química y física son todo para mí, quiero ser un investigador reconocido del mundo y sus alrededores; eso sí suena loco.
Fui directamente al patio trasero de la escuela, sabía lo solo que estaría y necesitaba eso para reponerme o lo que es más propio de mi: llorar un rato. Lo que no sabía es que no estaba tan solo como yo pensaba, llevaba conmigo la hoja de mi examen reprobado, sin darme cuenta la había perdido de camino al patio y alguien la recogió y me siguió hasta devolvermela.
Creí que los planetas se habían alineado en ese preciso momento, porque quede completamente encantado desde que lo ví; su gesto estaba preocupado y desconcertado, pero fue tan amable al traer mi hoja que no pude evitar sentir un cariño especial inmediato por el.
-¿Estas bien?-, pregunto el chico.
No lo estaba hace unos segundos, pero mi tristeza se esfumó junto con sus palabras, me sentía bien y quería saber cómo estaba el, cual era su nombre, todo lo que pudiera, pero el solo me entrego la hoja y dijo que lo sentía mucho. Para cuándo quise reaccionar ya se había ido.
Esa breve historia nos trae al día de hoy, cuando despierto por la mañana con los rayos del sol en la vista, soy un chico algo diferente a la mayoría; no tengo buena vista por lo que inmediatamente busco mis gafas para poder ver lo que me rodea, soy un poco más pequeño que la mayoría, solo mido 1,72 y tengo 16 años por lo que no espero crecer más de eso. Vivo con mi madre de 45 años, mi padre murió hace algunos años por cáncer de colon y mi hermana menor vive conmigo, ella tiene 14 años y mi padre si estuviera vivo tendría 43 años.
Suelo dormir en boxer por el calor, no tengo buena tolerancia a las altas temperaturas, tomo mi toalla y voy al baño para darme una ducha, mi ropa está preparada desde el día anterior sobre mi cama y una vez estoy seco me la pongo para ir a desayunar. Estudio en una institución que obliga el uso de uniforme, a mí no me molesta, es solo una camisa, unos pantalones y una corbata, mi hermana estudia en una escuela diferente, nuestra familia no es muy adinerada y donde yo estudio hay muchos gastos que cubrir, de igual manera solo puedo estudiar ahí por ganarme una beca.
Mi madre nos prepara el almuerzo a todos, debe irse temprano al trabajo como nosostros a la escuela, mi hermana es más lenta que yo y siempre la espero para irnos juntos parte del camino. El barrio donde vivimos es de personas de bajos recursos como nosotros y casi todos tienen un color de piel moreno que los identifica, pero mi hermana es de hecho, blanca con un cabello muy largo de color castaño y ojos avellana, es una preciosidad, y eso la vuelve un blanco fácil para los hombres, cosa que no me agrada nada, y yo por otra parte más que ser un poco diferente, soy albino, tengo piel blanca, ojos grises, cabello blanco y todo lo que un albino es, por esa misma razón no veo bien y no soy tolerante al calor ni a la luz del sol, me ha traído muchos problemas ser albino, pero el más importante es el de la visión, sin gafas literalmente no veo nada bien, es como si todo se difuminara a mi alrededor y no me agrada, por lo menos tenía mis gafas cuando vi a ese chico cuyo nombre no recuerdo, y hablando de nombres aún no he dicho el mío, realmente casi todos me llaman mono aunque no soy rubio, pero mi nombre es Alejandro Hernández San Juan, suelo decir que soy Alejo, cuando se enteran de mi apellido siempre hay controversia porque los San Juan son personas de Colombia, país que no tiene una buena relación con nosotros, en España el Hernández es muy común, tengo algunos compañeros de apellido Hernández, lo que es a mi hermana, a ella le digo Val, nuestros nombres son algo largos y preferimos usar diminutivos, Val fue el mejor diminutivo que se me ocurrió para Valeria.
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El destino que escribimos
RomanceTrata de un chico muy tranquilo que pasa por una situación algo delicada con su madre y hermana menor, pero cuando conoce a otro chico de su escuela todo cambia a su alrededor, como si el destino supiera que eso es lo que necesita para superar sus p...