Dirty Hands // LeviHan [DH#1]

Capítulo seis

El día había pasado más que rápido para los soldados de las tres milicias, sobre todo para los de Guarnición. Ellos habían estado interrogando a todos los cadetes próximos al egreso de la academia, y a gran parte de los policías militares. Eren había sido mantenido al margen de la situación por "motivos de seguridad". Sea quien sea que haya asesinado a los titanes, estaba intentado ocultar algo.

Ya eran pasadas de las doce de la noche y Eren era incapaz de dormir. Se había dado múltiples vueltas en la cama, y su vista había estado pegada al techo en todo momento. Todos odiaban a los titanes, eso estaba claro, hasta él tenía sentimientos de encono hacía esas horribles bestias, pero ¿tanto como para entorpecer una investigación? Se vea por donde se vea, esto era una gran pérdida para la humanidad y para el desarrollo tecnológico. ¿Quién? ¿Quién puede tener la sangre tan fría como para saber eso y de igual manera hacerlo?

Él estaba lejos de encontrar la respuesta, pero el comandante Erwin... quizá él tenga una idea. "¿Sabes quién es el enemigo?". Por supuesto que lo sabía; los titanes. El peor enemigo de la humanidad. Tanto así, que los había dejado al borde de la extinción.

Cerró los ojos obligándose a no pensar más en el asunto. Había un encargado para eso, más bien, había un equipo entero destinado a pensar en eso. Eren se habría sentido mal por ellos, pero recordó que en ese equipo se encontraba la gran Hanji Zoë. 

Ella era realmente inteligente.

Todo estaría bien.

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-¡Líder de escuadrón, cálmese por favor!

-No, no, no. ¡Mierda! ¡Todo a la jodida mierda!

Todos sabían que Hanji Zoë, además de ser líder de escuadrón, tenía un título de científica. Ella amaba lo que hacía, y lo que descubría. Pero ahora, ella estaba lejos de sentir amor por su trabajo. Alguien había acabado con todos sus avances y suposiciones, con todo. Ya no había forma de saber si los titanes tienen columna vertebral o caja torácica, o si experimentan sentimientos y emociones. Ya no había nada.

-Sargento Hanji, tranquilícese. –intentó apaciguarla Nifa.

Maldición, ya estaba harta de escucharlos decir que se calme. Ellos también estaban afectados por la muerte de los titanes, pero ¿por qué demonios no estaban tan enojados como ella?

Al ver que su líder de escuadrón no respondió y que a cambio de eso, se subió los lentes a la frente. Nifa intentó poner una mano sobre su hombro, no obstante, Hanji esquivó su palma tan rápido como pudo.

Moblit agradeció que fuera así. Cuando la señorita Hanji perdía los nervios, era mejor no atravesarse en su camino. Si no, terminaras con un golpe en cualquier parte de tu anatomía. Eso era horrible. No lo había vivido en carne propia, pero la había visto en variadas ocasiones.

-No me toques ahora, Nifa. -la mencionada se llevó la mano con la que intentó tocarla al pecho, como intentando protegerla.- Podría hacerte daño.

Un silencio se apoderó del laboratorio. Realmente era deprimente ver a una persona tan fuerte hundirse en su propia mierda. Moblit se acercó hasta la castaña, pero esta fue más rápida y se dirigió a la puerta.

-Es todo por ahora, vayan a descansar. Mañana será un largo día.

Abrió la puerta y la cerró de un portazo.