XIX

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—Lo siento Kathy

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—Lo siento Kathy.

El fin de la historia que ambos habían forjado.

Las pupilas de la rubia se achicaron y parecía que sus ojos eran totalmente azules. Su sonrisa era nula a la que tenía cuando iniciaron la conversación.

—¿Es enserio? —cuestionó la chica ante las palabras de Jonathan.

El medio alienígena asintió.

Las lágrimas salieron por los ojos de la rubia y el llanto comenzó.

Se sentía culpable, claro, había comenzado la relación con el fin de olvidar a Damian, pero no era lo correcto, para ninguno de los tres.

Los brazos de Jonathan rodearon a Kathy y los de ella hicieron lo mismo, ambos necesitaban ese calor que se daban cada vez que la cosas se ponían mal, desde que eran niños.

Kathy se apartó de Jonathan lo suficientemente para verlo.

—¿Amigos? —cuestionó mientras le regalaba una sonrisa a el más alto.

—Mejores —respondió con una leve sonrisa.

Les dolía acabar así, pero era lo correcto, o por lo menos lo más sano, él quería pasar el resto de su vida con Damian, por qué el aprecio que le tenía no era sólo de mejores amigos, realmente le gustaba la sensación que le regalaban sus labios.

Por su parte, Kathy no podía estar más destrozada, y pese a eso, ella seguía sonriendo.

El día continuó, y ambos intentaron evadir el hecho de que fueron algo más que sólo amigos, cosa imposible, pero aún así el tiempo no se detenía y al cabo de unas horas, la noche llegó.

Jonathan se apresuró a ir a la mansión Wayne, quería asegurarse de que Damian no se encontrará en malas situaciones por lo ocurrido la noche pasada.

Entró a la mansión cómo era costumbre suya, y sí, ahí estaba Damian.

Un pasatiempo que Jonathan le pegó a Damian era ver películas, y se sentía orgulloso de aquello.

Tt ¿Qué mierda quieres? —preguntó Damian al notar la presencia de Jonathan.

—Perdón por lo de ayer —dijo con el fin de iniciar una conversación sana.

—Que bien, porque yo no me arrepiento de nada —le respondió sin despegar su mirada del televisor.

Ninguno mencionó palabra alguna, y el único ruido audible era el que la película emitía.

—Corté con Kathy...

La mirada sorprendida de Damian se clavó sobre los ojos azules de Jonathan. Estaba por gritarle tantas cosas como pudiera, pero se contuvo y continuó viendo la película

—¡Damian! —llamó el menor al ver que no obtenía respuesta alguna—¡Dam! ¡Dam! ¡Dam!...

Así siguió Jonathan un buen rato, hasta que su instinto no pudo más.

Bruscamente, Jonathan se abalanzó sobre Damian quedándose uno sobre otro. Las miradas de ambos eran fijas y serias, sobre todo la de Jonathan.

—Maldito marica —dijo Damian para luego juntar sus labios.

Ahí estaba la calidez que Jonathan siempre había buscado, y aunque su posición no era la más cómoda para besarse, la fueron cambiando constantemente hasta quedar Damian sentado sobre Jonathan, sólo era cuestión de comodidad.

Y de no ser por Alfred, ambos habrían llegado a la cama.

Aclaró su garganta en clara señal de incomodidad—Disculpe por interrumpir jóven amo, pero su padre lo manda a llamar.

—¡Joder! ¡No es lo que parece! —gritó Damian separándose de Jonathan.

—¡Mierda! —dijo Jonathan incómodo mientras se removía la saliba de su boca.

—¿Acaso no sabes tocar? —le preguntó exaltado.

—Disculpe jóven amo, pero aquí no hay puertas —dijo Alfred con obviedad.

Tt ¡Dile a mi padre que bajo en unos minutos! ¡Y que no se te ocurra mencionar lo que acabas de ver!

Alfred sólo asintió y volvió a sus labores.

—¿Una aventura es más divertida si huele a peligro? —mencionó Jonathan intentando sonar cómico para Damian, pero no lo logró.

El de ojos verdes no expresó diversión alguna y sólo acomodó sus ropas.

—Mejor vete, seguramente me voy a tardar.

Damian estaba por volver a su vida como Robin, pero como se había hecho costumbre, Jonathan hábilmente tomó a Damian y le dió un beso fugaz en los labios.

—Adiós, y no te metas en problemas —dijo Jonathan con una sonrisa para luego salir de la mansión.

Damian no pudo articular palabra alguna, todas se las había robado Jonathan.

Con un sonrojo en sus mejillas, bajó hasta el último piso con Batman.

Olvidaba que le encantaba ver sonreír a Jonathan.

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