XVII

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Sus ojos no se abrían por completo, estaba excesivamente cansado, no pudo dormir bien la última noche, pero cuando estuvo enfrente de la puerta para ver quién era aquel que tocaba la puerta, su energía volvió mágicamente

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Sus ojos no se abrían por completo, estaba excesivamente cansado, no pudo dormir bien la última noche, pero cuando estuvo enfrente de la puerta para ver quién era aquel que tocaba la puerta, su energía volvió mágicamente.

Se trataba de Damian, en la puerta de la casa de los Kent, hace mucho tiempo que no iba a aquel granero, aquello hizo que el más alto casi se ahogara con su propia saliva. Con prisa abrió la puerta, Jonathan aún estaba en pijama, eso lo hizo sentir avergonzado, pero se sintió tranquilo cuando la mirada de Damian por fin se enfocó en sus ojos azules.

—¿Quieres hablar sobre... Eso? —le cuestionó al menor —. No están tus padres ¿Verdad? —acertó, los padres de Jonathan habían salido desde la mañana, tenían un asunto del trabajo.

—Hola... —hizo una pausa para tomar a Damian, meterlo a la casa y luego cerrar la puerta —¿Cómo lo sabes?

Damian se hizo el indiferente con el propósito de no contestar aquella pregunta, evadirlas era algo que se le daba muy bien.

—¿Quieres algo de beber o- —el más bajo no le permitió terminar su frase.

La calidez de la unión era una de esas cosas que le gustaría llevarse hasta la tumba. Sus labios estaban juntos una vez más, de nuevo, Damian fue el que los juntó, y sí, mandó a la mierda su conciencia y se concentró en la sensación que le causaba Jonathan.

El de ojos azules se apresuró y con sutileza se separó de Damian. Ambos se miraron a los ojos, ninguno podía creer que aquella situación los podría envolver en algo inapropiado para su edad.

Jonathan suspiró.

—Estoy saliendo con Kathy —soltó como vómito verbal.

Damian no reaccionó en sí, sólo que sus retinas se hicieron tan pequeñas que ya no necesitaba palabras para expresar su sopresa.

—¿Qué?

Jonathan no se podía sentir más culpable. Hace unos días que el mitad alienígena había aceptado ser pareja de Kathy, y es que ambos realmente se amaban, pero Kathy lo amaba de una manera romántica, mientras que Jonathan la amaba como a una hermana, pero ya no soportaba necesitar a Damian, necesitaba llenar aquel vacío que le dejaba el de ojos verdes, y aunque es cruel, Jonathan usaba a Kathy como reemplazo.

—Kathy y yo salimos...

Damian soltó la nuca de Jonathan con lentitud mientras asimilaba la situación. Estaba por golpear a Jonathan hasta la muerte, pero su corazón no pudo, así que sólo fue indiferente, un falso indiferente.

—Como sea, realmente no me importa, pero entonces —miró a Jonathan acusadoramente—, no me vuelvas a tocar.

Y tan campante, salió de la propiedad.

¿Qué si la había cagado? Claro, pero no había otra opción, él sabía que amaba a Damian, pero no le podía hacer eso a Kathy, su mejor amiga y ahora novia no merecía ser engañada de aquella forma.

Pero, su mente no dejaba en paz la idea de poder se algo con Damian, algo más que compañeros. Aquel sentimiento había estado reprimido por cuatro años, y ahora que pudo sentir los labios de Damian, no los quería dejar ir, eran suyos.

—Lo odio, lo odio, lo odio...

En una habitación de la inmensa mansión Wayne, estaba aquel de ojos verdes mientras susurraba todo lo que quería gritar.

No pudo resistir más y terminó explotando, y con él, un grito de frustración salió.

—¡Lo odio! —gritó a todo volumen, pero en mal momento, pues justo Alfred estaba pasando por los pasillos.

«¿Y ahora qué?» se cuestionó Alfred al escuchar tal exaltación.

Ésta vez lo dejaría pasar, ya que después de aquel gritó, todo fue silencio.

Era triste su situación, pero ¿Qué era lo que realmente esperaba? ¿Qué Jonathan le correspondiera? Y ambos fueran felices el resto de sus vidas. El hecho de que ahora el medio alienígena saliera con Kathy, era una ventaja para ambos, o por lo menos así lo pensaba Damian.

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