XXIV

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Estaba poniéndose su traje para tomar de nuevo su papel como Robin y enfrentar los males de Gotham

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Estaba poniéndose su traje para tomar de nuevo su papel como Robin y enfrentar los males de Gotham.

—Damian, a mi oficina —llamó Bruce Wayne, quien se veía medianamente enfadado.

Damian obedeció las indicaciones, ser rebelde no le servía de nada con alguien como Bruce, lo había aprendido con el tiempo.

El silencio caracterizaba a el millonario hombre, e inculcarselo a sus aprendices fue algo espontáneo que simplemente ocurría, y como resultado, las palabras siempre eran escasas sobre las conversaciones.

Bruce lanzó una revista sobre la mesa, ésta se encontraba abierta justo en una página de chismes, donde la noticia principal era Damian y la escena que había hecho con los periodistas.

—Sólo tenías que hablar sobre el producto —mencionó con un semblante enfadado, pero su mirada no reflejaba ni mínima expresión.

—¡Me empezaron a atacar con preguntas!

Damian dió el primer golpe en la mesa.

—¡Pero no tenías que reaccionar de esa manera!

Bruce dió el segundo mientras que al mismo tiempo se separaba de la silla en la que estaba sentado.

Los gritos comenzaron, insultos, reclamos y golpes sobre la mesa se escuchaban a través de las gruesas paredes, hasta que Alfred interfirió.

—Si me disculpa, amo, ésta no es la manera de resolver las cosas —dijo Alfred al notar que en cualquier momento Bruce lanzaría el primer golpe.

—¿Tú lo sabías? —le cuestionó Bruce enfurecido.

La respuesta fue nula, y eso hizo que los gritos parasen.

Bruce respiró y pensó en una manera de resolver las cosas.

—¿Eres gay? —preguntó directo a su hijo.

La escapatoria estaba tapizada por cemento de indiferencia, pero la misma técnica había usado con los entrevistadores, y su padre se molestaría mucho más, por lo que decidió ser sincero.

—Sí.

Cabizbajo, respondió con una voz casi inaudible, pero aún así, comprensible para el oído de Bruce.

—Entonces ve y resuelve el problema con la prensa.

Bruce estaba por abandonar la habitación con una victoriosa sonrisa interna, pero una pregunta lo atacó.

—¿No estás molesto? —le cuestionó Damian aún con la mirada baja.

Bruce tardó en responder, precisamente por qué no sabía que contestar.

—Es primitivo.

Y dicho esto, salió de la habitación.

El silencio abundo en la sala, y Damian volvió a su deber como héroe.

Aquel día no pudo pensar en nada más que cómo resolver el asunto en el que se había metido, necesitaba un consejo, pero nadie se lo podía dar, ya que nadie estaba pasando por lo que él.

Aunque gracias a él cúmulo de sentimientos que tenía atragantados, pudo ser efectivo en su misión, y desahogarse golpeando a los criminales que azotaban a Gotham, le encantaba.

Las nubes empezaron a dejar caer gotas de lluvia, y lo que parecía ser un leve desacuerdo con la luna, se terminó convirtiéndose en una tempestad, el olor le recordó lo que ya había olvidado por milésimas de segundo, y se volvió a concentrar en como tranquilizar a la prensa.

La madrugada llegó, y su tarea aún no estaba hecha, pese a eso, su voluntad era aterradora, y su mano cobró vida propia para terminar sus deberes de la universidad.

No terminó, ni quería terminar, pero logró avanzar algunas secciones, y debido al cansancio de su cuerpo, finalizó su día durmiendo en traje de héroe.

A pesar de esto, sus ojos se abrían cada tres horas, y terminó durmiendo cerca de once otras, ni siquiera el hambre lo contuvo de dormir, y si le diesen la opción de morir, la aceptaría de inmediato.

Los verdes ojos de Damian terminaron ardiendo y las ideas por fin le llegaron. Quería disculparse con la prensa por su comportamiento y quedar bien ante todos u otro era declararse abiertamente homosexual y acabar con su foto en los noticieros.

Se sentía escoria.

Por su mente comenzaron a pasar todos los momentos en los que la había cagado por seguir a Jonathan, todos los momentos en los que sus sentimientos ganaban por encima de su razonamiento, y de nuevo, esas viejas y oxidadas palabras de su madre retumbaron sobre sus oídos. Ya no quería sentir, sólo servir para lo que lo habían entrenado, mandar todo por el borde y hecharle la culpa a la estructura.

Damian ya estaba organizando su agenda, hasta que se le ocurrió pedir disculpas y declarar por redes sociales, definitivamente le saldría más barato.

—¿Eres gay? —pregunró exaltado Dick, quien entraba a la habitación impactado—. ¡Así que tenemos otro marica!

—¡Déjame en paz! —gritó enfurecido.

Esto le sacó un susto a Richard,así que mejor dejó tranquilo a Damian.

—En realidad no es malo —miró a Damian con ojos relajados.

Éste sólo lo ignoró y continuó escribiendo una disculpa por internet.

"Querida prensa, les quiero pedir una disculpa por mis fuertes insultos en la entrevista pasada..."

¿Necesitaba algo más?

Se cuestionó varias veces si era necesario hablar sobre su orientación, pero al final terminó importandole un bledo si lo hacía o no.

"... Y al igual, me gustaría aclarar que sí, soy homosexual."

Publicó el mensaje y de inmediato fue a defecar de los nervios.

Seguido de esto, se dió un baño con agua helada, necesitaba deshacerse de sus recuerdo e ir a dormir con la frente en alto.

Y sin mirar atrás, se acostó sobre su cama y comenzó a roncar.

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