XXXI

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Estaba sólo en su habitación, en lo más profundo de sus sábanas, planeando lo que haría el resto del día, hasta que un pensamiento lo asaltó, de esos que salen de la nada

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Estaba sólo en su habitación, en lo más profundo de sus sábanas, planeando lo que haría el resto del día, hasta que un pensamiento lo asaltó, de esos que salen de la nada.

Solía ayudar a Jonathan con sus tareas y demás, pero la última semana éste se había comportado extraño, según el de ojos verdes. Comenzó a analizar sus interacciones las últimas veces, le causaba ansiedad.

No esperó más y se metió al cuarto de baño para ducharse, quedó un buen rato refrescándose con el frío olor de las gotas chocando con su cuerpo.

Tomó las primeras prendas que encontró y con su motocicleta se dirigió a casa de los Kent, donde siempre solía estar Jonathan.

Llegó lo antes que pudo, y esperando que nadie lo escuchase, entro por una ventana que dirigía a la habitación de Jonathan.

Pero no estaba ahí, y extrañamente todo estaba organizado.

Se quejó por un buen rato y luego lo llamó por teléfono, bastante enfadado.

Jonathan claramente no podía contestar en aquel momento.

Damián se molestó aún más, pero ahora era injustificado, intentó una vez más y le llamó.

Una vez más, no contestó.

—Zack —llamó a uno de sus compañeros—, ¿Puedes entregar esto a la mesa cuatro? —le cuestionó mientras le entregaba una bandeja con platillos.

Zack asintió y siguió trabajando.

Jonathan se arrinconó a un lugar sólo para personal y contestó la llamada de Damian.

—Hola, cariño... ¿Qué sucede? —fue Jonathan el primero en hablar.

Tt. —chasqueó como de costumbre—¿Dónde estás?, ¿Porqué no contestabas?

—Tranquilo, tranquilo, estoy trabajando, y comprenderás que no puedo estar en el celular —contestó con cierto enfado ante la poca confianza de Damian.

¿Trabajando? ¿Porqué est-

Jonathan interrumpió a Damian en cuanto vió que la conversación se alargaría.

—Dam, hablemos de esto luego, adiós —y colgó.

Damian quedó aún más molestó, ahora sólo tocaba esperar llegar a Jonathan.

Se aburría entre tanta soledad, y sin nada que ordenar en la habitación. Al principio se recostó sobre la cama de Jonathan, buscando con que quemar el tiempo, pero terminó revisando los apuntes que hacía Jonathan en la universidad.

hace tiempo que el medio alienígena le había contado sobre su carrera en derecho, y a Damian siempre le había gustado, sin embargo no sabía más allá de eso, su ansiedad crecía a cada paso.

Siguió leyendo todas las libretas y libros, se aseguró de dejar todo en su lugar para no dar sospechas, y luego, continuó con su ropa. Era interesante como es que su estilo era sencillo pero destacable, fácilmente lo podrías reconocer por su vestimenta.

Otro de sus ataques en pensamiento, recordó con nostalgia como es que antes él solía dormir con la ropa de Jonathan.

El silencio lo abrumó, terminó revisando el portátil y cocinando algo para cuando Jonathan llegase, o sus padres, cualquiera que llegase primero.

La puerta se abrió, y debido al silencio, Damian se asustó, pues podrían ser Lois y Clark, aunque terminó siendo cierto chico torpe de ojos azules.

Se veía bastante cansado, pero su energía regresó al ver a Damian ahí esperándolo, mas después una inquietud lo golpeó al preguntarse como es que él había entrado a su casa, y para finalizar, sus recuerdos le mencionaron la poca confianza que Damian le había tenido, y entonces todo se revolvió, y ya no supo que hacer, sólo se quedó ahí, viendo a Damian en uno de sus sillones comiendo tal vez sopa.

—Hola —saludó el mayor.

—¿Qué haces aquí?

—Como —dijo con obviedad mientras le mostraba su plato.

—Ya lo sé, es decir, ¿Cómo entraste? —le cuestionó mientras entraba y dejaba sus cosas sobre uno de los sillones.

—¿Porqué no me habías dicho que estabas trabajando? —evitó la pregunta de Jonathan—Aparte, ni siquiera tienes problemas de dinero.

—Sí, pero es incómodo pedirles dinero a mis padres para comprar condones.

—Entonces yo los compro.

—También es incómodo que tú siempre pages los lugares a donde vamos.

Jonathan se dirigió a la cocina y se sirvió un plato de sopa para él.

—A mi no me importa —mencionó indiferente Damian.

—Eso es lo que lo hace incómodo.

Jonathan se estaba olvidando de su enojo, pero con el silencio que se formó después de aquella corta conversación, lo recordó.

—Oye, ¿Porqué te escuchabas tan alterado? ¿Acaso no puedes confiar ni un poco en mi?, ¿Y cuánto llevas en mi casa?

—Desde que te llamé, aparte no desconfío de ti.

—¿Entonces porqué me llamaste?

—Por que no sabía dónde estabas.

Jonathan suspiró cansado, lo menos que quería en ese momento era pelear, así que mejor dejó la plática así.

Se aproximó a Damian y le besó la frente para luego ir a dejar su plato en el lavavajillas, seguido de Damian, quien aventó su plato al mismo lugar donde los había dejado Jonathan y se abalanzó sobre él, rozando sus labios y conectándolos.

Así estuvieron un buen rato, extrañaban aquella sensación de unión, hace tiempo que no estaban así.

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