XVIII

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Entre las estrellas que adornaban el oscuro cielo de Gotham, se encontraban dos chicos luchando contra un par de asaltantes

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Entre las estrellas que adornaban el oscuro cielo de Gotham, se encontraban dos chicos luchando contra un par de asaltantes.

—¡Dam! —llamó Jonathan mientras lanzaba hacia él un arma de los intrusos.

Damian atrapó exitosamente el arma y les apuntó en forma de amenaza. En aquella posición, a cualquiera le daría miedo meterse con ellos. Como golpe final, Jonathan enrolló en una cuerda a ambos asaltantes.

Las patrullas estaban llegando, al parecer, ambos eran conejillos de indias de una mafia organizada.

Damian le dejó el resto a los policías, estaba de muy mal humor. Jonathan por su parte, se encargaba de resolver las dudas de algunos oficiales, sin embargo, al ver al chico maravilla alejarse, dejó inconclusas las conversaciones y se encaminó hasta Damian.

Tt, acabamos la misión —señaló Damian—. Tú por tu lado y yo por el mío.

Jonathan miró con cierta furia a Damian, pero detrás de aquel seño fruncido, sólo estaban unas ganas inmensas de llorar sobre el hombro de Damian y solucionarlo todo.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos de persona alguna, Jonathan comenzó.

—¿Acaso me odias? —gritó de manera ofendida—. ¿Tan desagradable es tenerme a mí como amigo? ¿Quieres deshacerte de mi?...

Jonathan había explotado, el trato que tenía Damian con él era completamente injusto, por lo menos a ojos de él.

Las preguntas entre gritos continuaban y continuaban, Damian sólo las ignoraba mientras seguía su camino a paso lento, pero hasta que una pregunta lo dejó humeando de furia.

—¿O es que acaso me odias por estar con Kathy? —cuestionó el de ojos azules.

Aquello hizo explotar a Damian.

Su puño golpeó fuertemente la mejilla de Jonathan. Hubo un momento de silencio mientras Jonathan seguía con la cabeza volteada por el anterior golpe obtenido, pero sólo fue cuestión de segundos para desatar una riña.

Jonathan regresó el golpe a Damian con el doble de fuerza, aquello lo hizo escupir una ligera cantidad de sangre, mas no lo detuvo para patear con enojo el abdomen de Jonathan. La sensación de golpear a Jonathan le era reconfortante por lo que no paró y múltiples veces golpeó a éste en el abdomen hasta ver sangre escurrir por su boca.

El más alto no se quedaba atrás, pues con sus super fuerza, lanzó a Damian hasta impactar contra el muro de un edificio.

Jonathan se aproximó hasta Damian. Sus miradas se cruzaron, en aquellas situaciones, sería evidente que sus ojos reflejarán el odio que se tenían el uno al otro, pero ciertamente no, no eran capaz de mirarse con odio, por qué se amaban.

Pese a eso, la batalla no terminó ahí, Damian dirigió su puño hasta el estómago de Jonathan y lo lanzó lejos de él, necesitaba recuperar ventaja.

¿En qué momento se habían transformado en bestias necesitadas?

Jonathan tomo el rostro de Damian y lo impactó sobre su rodilla con fuerza bruta, el más bajo no quería perder la pelea, así que, una vez más golpeó indefinidas veces el abdomen de Jonathan.

Sangre y sangre salían de ambos cuerpos, pero los dos se negaban a aceptar haber perdido, hasta que Damian cayó, los golpes que había recibido eran visibles, posiblemente pasaría a mayores si no era atendido de una vez por todas.

Estaban enmedio de los callejones. Tomó la hábil decisión de llevar a Damian a la mansión Wayne, su cuerpo aún resistía debido a su genética, así que cargó a Damian con cierta facilidad.

En esos momentos, quería volar más que nunca.

Sí, tuvo que caminar de ahí hasta la mansión Wayne, y había sido torturante tanto para su físico como para su mente.

—Alfred —llamó Jonathan a través de la puerta aún con Damian en sus brazos —. ¿Puedes atenderlo?

Alfred interrumpió sus actividades y llevó al de ojos verdes hasta una habitación en la que siempre atendían ese tipo de situaciones.

¿Cuántas veces se había encontrado en aquella situación?

—Enseguida atiendo sus heridas, jóven Jonathan —mencionó elegantemente.

—Gracias —dijo cansado mientras tomaba asiento en uno de los sillones.

El silencio abundo, la tranquilidad de saber que ya no recibiría más golpes le gustaba.

Ambos eran verdaderamente complejos, eran dos piezas que se complementaban perfectamente por su forma, pero pertenecían a rompecabezas diferentes.

¿Después de aquella pelea, nada sería como antes? Su relación estaba rota, o por lo menos eso diría la mayoría de las personas, pero la verdad es que aquella pelea compensaba la falta de calor que ambos se daban últimamente.

Los momentos lindos que compartían eran simplemente únicos, pero las peleas los unían más.

O tal vez los separaba.

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