Los días pasaban y ambos se echaban de menos. Pero Brad no era el culpable de la distancia impuesta entre ambos, e incluso ella lo sabía bien. Aquel acto de cobardía había hecho que la relación se tornara tensa e incómoda. Se amaban, pero Bradley no lograba entender por qué ella escogía una vida que no era la que deseaba; "La vida es una -pensaba él-, y lamenteblemente no somos quienes decidimos cuándo terminará, pero sí se nos da la oportunidad de decidir cómo será la vida que llegará a ese final". Y con este pensamiento simplemente no conseguía entenderla, y ella no ofrecía ningún argumento para salvar aquel amor, pero quizá estaba planeando algo mejor.
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-Narra ella-
Caminé hasta la mesa de roble en donde mis dos padres se encontraban sentados, con los codos apoyados sobre el mantel floreado. Los observé antes de enfrentarme a ellos: como siempre, gestos rígidos en sus rostros y ningún signo de felicidad. Ver a mis padres era como contemplar el cuadro más representativo de la ironía humana: rodeados de riqueza e invadidos de pena. A veces sentía lástima por ellos, otras veces enojo, pero nunca me inspiraron felicidad, quizá porque ellos mismos la desconocen. Conocí plenamente aquel sentimiento puro de alegría cuando comencé a salir con Bradley: sus sonrisas sinceras que hacían que sus mejillas se curvaran tiernamente despertaron en mí un sentimiento que no conocía antes: la felicidad.Adelanté dos pasos y mis padres se voltearon a observarme. Llevaba puesto mi tutú, mis zapatillas de punta y mi malla de ballet. Había recogido firmemente mi cabello en un tirante rodete.
-¿Qué haces vestida de esa forma?- me preguntó mi mamá aparentemente horrorizada.
-Esto es lo que soy.- respondí con firmeza. Mi padre lanzó una larga y antipática carcajada que pisoteó mi orgullo y dignidad rápidamente.
-Estoy muy seguro que no eres eso.- afirmó con un gesto de repugnancia, señalándome como si de un fenómeno hablara.
-No sean convencidos. Pasé catorce años asistiendo día a día horas extra a la escuela. Ustedes creían que los maestros solicitaban mi ayuda cada día pero la realidad es que me dediqué a formarme profesionalmente como bailarina, y no me arrepiento de haber invertido cada segundo en ello.- determiné intentando mantener la seguridad en mi voz aunque estaba quebrándome por dentro.
-Eso es un tonto sueño.- dijo mi madre fulminándome con la mirada.
-No es un sueño, lamento decepcionarte. Es mi realidad.- respondí elevando el tono de mi voz.
-¿¡Cómo te atreves a hablarnos de esta manera!?- atacó mi padre, el cual tenía los ojos irritados de la furia-. Quiero que te vayas a tu habitación ¡en este preciso instante!
-¿Eso es lo que aprenderé estudiando Contabilidad?, ¿eso es lo que quieren de mí?- no me marché. No lo haría hasta hacerme respetar-. ¿Acaso no se dan cuenta de que ambos están postrados en esta mansión contabilizando cada uno de los billetes que ingresa a los fondos de esta familia,cuando en realidad esos billetes sólo restan y dividen los momentos que nos permitimos compartir juntos? Apuesto a que nunca lo habían pensado de esa manera, pues bienvenidos a la ignorante opinión de una artista.
-No tienes derecho- dijo mi madre rompiendo a llorar. Para mi sorpresa sus lágrimas no eran de oro, sino las mismas que las de cualquier desamparado ser humano en el mundo, porque al momento de llorar todos somos iguales.
-Lo siento si no es lo que esperaban de mí.- dije al fin- Pero no pueden proyectar sus vidas o fracasos en mí, simplemente no es justo. Deben dejar que viva a mi manera, que me confunda, que aprenda y principalmente: que sea feliz. Eso es lo que los padres deben esperar de sus hijos, y no creo que ustedes no lo quieran así.
-Ese muchacho debe estar lavándote el cerebro.- dijo mi padre levantándose bruscamente de la mesa y haciendo chirriar la silla contra el suelo de mármol.
-Brad no tiene nada que ver con esto.- respondí inmediatamente- Tengo opiniones propias, ¿saben? Soy yo la que está hablándoles.
Mi padre frunció el ceño y abandonó la sala tomando a mi madre por el brazo con violencia. Y allí había quedado yo: nuevamente sola, casi como una metáfora explícita de lo que mis padres habían hecho conmigo durante todos estos años, pero aún seguida vestida de bailarina y no me harían quitar esa ropa si no era yo quien lo decidiera.
Lo hice Brad, lo hice por mí y por tí.
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Escríbeme la vida (Bradley Simpson)
Fanfic"-Te ves hermosa cuando ríes.- soltó Bradley. -Y yo río cuando te ves hermoso.- ella lo miró fijamente. -No me hagas esto, no otra vez.- rió masculinamente Brad. -¿Hacer qué?- preguntó ella con indiferencia. Él lanzó un suspiro largo y sonrió. -Te a...