Capítulo 3

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*Una casita de cristal en medio del bosque, huesos colgando del techo, algunos son demasiado grandes para ser humanos. "-Calíope.-" El viento lleva su nombre como un susurro y provoca que todo el cuerpo de la joven se estremezca. No sabe dónde está, todo es muy confuso, el olor a hierba recién cortada inunda el ambiente y la luz de la luna entra a través del cristal creando sombras bailarinas por el movimiento de los huesos. "-Calíope.-" Suena más fuerte, casi acalla el sonido del agua. "-Ya falta poco, sella el camino antes de que sea demasiado tarde.-" "¿A qué se refiere?" Cali no puede hablar, de repente su madre aparece llorando. "-Lo siento, por favor Calíope, ¡séllalo!-" Y grita, grita hasta reventar los cristales.*

Calíope despierta de golpe, el sudor le recorre la frente y le hace cosquillas. "Solo ha sido una pesadilla." En momentos como aquel deseaba más que nunca que su madre no hubiese muerto en el parto, anhelaba los abrazos de su madre. Sin embargo, tenía que conformarse con las fotos que tenía de ella, la acompañaban en momentos como aquel, cuando sus terrores nocturnos la atormentaban sin compasión. No es que Cali estuviese sola, pero su padre trabajaba mucho para mantenerla y cuando llegaba a casa estaba demasiado cansado como para hacer algo que no fuese dormir. 

Después de un par de horas Calíope consiguió conciliar el sueño, lástima que tan solo media hora después la alarma de su móvil comenzara a sonar.

-Vete a la mierda.- Replicó al móvil irritada mientras tanteaba con la mano la mesilla de noche para apagarlo. 

Cinco minutos después, Cali se levantó con pocas ganas y se preparó para ir a clase. El día fue bastante normalito, un viernes como cualquier otro, todos cansados de la semana y deseosos de irse a sus casas para disfrutar de un finde tranquilo. Pero aquel no era un viernes normal, aunque Cali se había olvidado por completo, "¡La fiesta!". Después de salir de clase, Julian caminó con ella como siempre para ir a casa. 

-Cali, ¿estás bien? Dios, llevas todo el día súper ida.

-Sí, sí, es solo que no he dormido nada bien, ya te lo he dicho.

-Ya, la verdad es que tienes unas pesadillas muy macabras. 

-No sé, Jules. Conocía ese sitio, aunque no caiga ahora. Es como si estuviese recreando algo que va a pasar o que he vivido o no sé...

-Cali, no te hagas líos, tu imaginación se habrá basado en algún paisaje que conocías y lo habrá malformado a su gusto. Es solo una pesadilla incoherente. ¿Cómo era eso que te decían?

-Sella el camino antes de que sea muy tarde. 

-¿Ves? ¿Qué cojones significa eso?

-Ya, tienes razón Jules. Pero me ha dejado algo tocada ¿sabes? Creo que deberías ir a la fiesta de Lucía sin mí. No me encuentro con demasiadas ganas de juerga.

-No, no, de eso nada Cali. Vas a venir y no hay nada más que hablar. A las diez te espero en tu portal y nos vamos juntos. Tienes toda la tarde para dormir.

-Pff, lo que tú digas, supongo que haré eso.

-Esa es mi chica.- Y con un gesto cariñoso alborotó los rizos de Cali. 

...

La alarma de Cali sonó a las 21:00. Por suerte esta vez ninguna pesadilla le quitó el sueño y pudo dormir plácidamente 4 horas. Ahora tocaba prepararse, no es que fuese a ir muy arreglada pero no podía ir sin ducharse pues hoy habían hecho educación física y su sudor no era precisamente agua de rosas. Después de una duchita caliente, decidió coger una falda de tubo negra, una blusa granate y unos botines con un poco de tacón. Para peinarse solo se definió los rizos y su maquillaje consistía en un poco de máscara de pestañas y bálsamo de labios. A las 21:45 ya estaba lista para salir por lo que decidió echar un último vistazo a la casa para asegurarse de que estaba todo recogido mientras esperaba a Julian. 

Fugitivos de la Muerte. El Misterio del Acuerdo MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora