Capítulo 5

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*Un ángel caído de bronce se posa sobre un pilar de mármol y en su base demonios escupen agua. Una voz que Cali conoce muy bien grita a lo lejos -¡No lo dejes entrar, el equilibrio es frágil, tú eres la ...!*

-Calíope, ya estás despierta, menos mal.- Cali, acababa de abrir los ojos, se encontraba tumbada en la cama, con una toalla mojada en la frente. Dylan estaba sentado a su lado, apoyado en el cabecero de la cama, mirándola claramente aliviado.

-¿Qué ha pasado?- Cali estaba bastante desorientada, solo recordaba estar soñando, la voz de su sueño la resultaba muy familiar pero era incapaz de ubicarla. Esa voz... quería decir algo pero no pudo terminar la frase, ¿qué es lo que era Cali? La cabeza de la muchacha daba vueltas pero no podía seguir pensando en eso, no ahora, Dylan todavía estaba en su casa.

-Te has desmayado, has estado inconsciente unos 5 minutos. Me estaba comenzando a preocupar.

-Ya, bueno, no pasa nada, estoy bien.- Dijo Cali, intentando incorporarse, pero Dylan la detuvo.

-No tan rápido, te acabas de desmayar, deberías quedarte como estás un rato.- Dylan, que seguía a su lado, comenzó a acariciarle el pelo. Ante este gesto Cali se sintió bastante incómoda y la tensión de su cuerpo era palpable por lo que Dylan decidió parar.

-Solo quería ver si tu camiseta ya estaba seca.

-¿Me quieres echar ya?- El tono de Dylan era más serio de lo que a Cali le hubiese gustado. ¿Quería echarlo? No, no era eso, simplemente necesitaba descansar. Sola. Bueno quizás sí quería echarlo pero no podía decir eso.

-No, claro que no te quiero echar, es solo que tendrás que volver a tu casa y hacer tus cosas.

-Créeme Calíope, en estos momentos echarte un ojo es lo más importante que puedo hacer.

-Ya, bueno, pero no necesito que me eches un ojo.- Su tono había sido más cortante lo que había pretendido, pero si así conseguía quedarse sola habría merecido la pena. Decidió incorporarse nuevamente y esta vez, Dylan no la detuvo.

-Bien, veo que lo tienes todo bajo control. Cojo mi camiseta y me voy.- Dylan no parecía molesto, simplemente un poco distante, aunque claro, eran desconocidos, tampoco iba a actuar como lo hacía Jules. Antes de que Cali pudiera decir nada, Dylan se levantó y salió de la habitación cerrando la puerta cuidadosamente.

"Pero si no sabe en qué radiador he puesto su camiseta" Pensó Cali. Cuando se dispuso a levantarse para buscar a Dylan, escuchó la puerta de la entrada cerrarse. Dylan se había ido. "Bueno supongo que la habrá encontrado él solito." Cali decidió acostarse otra vez y se quedó dormida en apenas unos  minutos.

Fugitivos de la Muerte. El Misterio del Acuerdo MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora