24 (II parte).

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Querida Victoria...

Cuando miré al suelo y me topé con tus hermosos zapatos azules, supe que la siguiente acción que decidiera tomar, definiría nuestro futuro.

Me hice a un lado y te miré tomar agua, de espaldas.

No me prestaste atención, o al menos eso fue lo que fingiste.

Pero a mí nadie me engañaba, sabía que eras tú.

Con todo el miedo del mundo, tomé tu mano y te giraste confundida.

Cabello rubio, con ligeras ondas, ojos azules brillantes que me recordaban al cielo, cejas perfectamente depiladas, nariz pequeña y fina, terminando con sus pecas las cuales adornaban sus pómulos.  

Nos abrazamos.

Y todavía pienso, en lo perfecta que eres, Victoria Lodge.


Para mi anónima... | #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora