Capítulo III

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La señorita Sol, estaba en Londres, en la temporada social, ya poseía sus 19 años, estaba un poco pasada de edad, comparada con las otras damas que debutaban.

Había viajado acompañada de sus tíos, los señores Robert Hill y su esposa, más su anfitriona era la Condesa de Peyton, una anciana americana, que se había enlazado, con un Conde inglés, ahora era viuda y respetada en todo Londres. Ella conocía a la madre de la señora Alicia cuando era joven, eran amigas inseparables, después de conocer a la hija de su entrañable amiga, la tomó como propia, haciéndose la dama parte de la familia, al saber que la señorita Mellor debía debutar en Londres, se ofreció para ser su anfitriona, más la joven cada año retardaba su viaje, hasta que la misma Condesa la obligó a viajar a Londres.

––No me gustan las fiestas, tía Agatha.

––Pues, es normal, usted es muy diferente a las demás jóvenes.

––Ya estamos a mediado de la temporada y ni una sola vez me han hablado las demás jóvenes, y ni siquiera he puesto un pie en la pista de baile.

––No le ponga asunto a eso Sol, esas jóvenes están envidiosas por su belleza, y los caballeros simplemente creen que usted no posee dote.

––No deseo que me galanteen por el dinero, como lo hacen con la hija del Conde de Sexset.

––Eso es verdad, la dama es regordeta y fea, más por su abultada dote, la mayor parte de casas fortuna están a su alrededor.

––Me gustaría que el caballero que se fije en mí, vea mi persona, no la dote.

––Disfruté de la velada hija, cuando Dios le envié su príncipe azul, se lo enviará hasta en el campo, por ejemplo, a esos dos caballeros que usted llama primos, más no son nada suyo.

––¡Oh tía Agatha! Jorge y Conrad son como mis hermanos.

––Hermanos para nada, uno de ellos la mira a usted con admiración.

––No diga eso tía, ellos me ven como una hermana.

––Pues será mejor que se fije mejor, en especial en el mayor.

La señorita Sol no respondió, ya que en esa navidad se había dado cuenta, que el señor Jorge, no le quitaba la vista de encima, se quedaba embelesado mirándola, cosa que le hacia ella, sentirse un poco incomoda.

Esa noche llegaron a una fiesta, y como siempre, la señorita Sol, se quedó en un lado del salón sentada, mirando como las demás jóvenes, disfrutaban del baile, en cambio ella era como invisible, nadie le prestaba atención, hasta que una hermosa joven, de pelo negro, y ojos azules, se le sentó al lado:

––Buenas noches, soy Lady Abigaíl Conrother, la hija del Marqués de Sothendey.

––Buenas noches Mi Lady, Solangel Mellor, y soy nieta de un caballero del campo.

La joven al escuchar la presentación de la señorita Sol, formó una desvergonzada carcajada, haciendo que muchas cabezas giraran en su dirección, a ella no le importó, sin más indicó:

––Ahora entiendo porque, usted en toda la temporada, ha estado sola, si es de esa manera que se presenta, es demasiado ingenua y franca para esta sociedad, que solo mira a las personas, por sus títulos y rangos, si esa es su introducción, creo que no tendrá mucho éxito en esta temporada.

––Es que no puedo decir que soy hija de ningún caballero con título o noble, por la gracia de Dios, tengo a mi abuelo, que es un caballero trabajador, que me ha dado mucho más que lo que merezco.

––Es usted muy bella, más le falta algo en su cabeza.

––No me falta nada, por el contrario, juzgo que poseo más de lo que merezco.

Improvisto Amor IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora