Love Puppeteer

Intercambio

Ya habían pasado tres meses; en Swaptale (versión Z07) Undyne aún no encontraba la manera en cómo ayudar a Papyrus que seguía tratando de descifrar las antiguas notas del doctor Gaster eran solo dibujos y signos que no alcanzaba a comprender; y es que no podía dejar de observar el video de cuando Error tomó a Berry y lo desapareció de su mundo.

Frustrado, dio un golpe a la mesa y lanzó todos los papeles, en su mirada se veía el cansancio y la desesperación: ¡¡ESTO ES INUTIL!! ¡¡ESTUPIDO!! ¡¡ASÍ ES COMO ME SIENTO!!- gritaba mientras destruía la mesa y lanzaba su taza a la pared; Undyne corría a él y trataba de abrazarle, pero este le apartaba –NO UNDYNE... no... por favor... no quiero herirte, solo... déjame salir un momento- se retiró la bata con rapidez y salía del laboratorio; tomaba el ascensor para dirigirse a la salida en Waterfall donde se iba a la banca donde hablo por última vez con su padre, miraba el correr del agua mientras se fumaba un cigarrillo; ya casi dos cajetillas al día, sabía que no le hacía daño, pero no conocía cómo liberar su estrés de otra manera...

Capítulo 4: Intercambio

El ángel azul había vuelto a despertar; de nuevo su cuerpo estaba tratando de recuperarse de las heridas del violento Edge; más esta vez al mirar con su único ojo bueno; notó que ahí se encontraba el otro Sans, con heridas horribles y atado en una esquina. Sentía un miedo horrible al mirarle en tal estado ¿Cómo era posible que tratase así a su propio hermano? ¿Por qué lo hacía? Sintió la necesidad de levantarse y acudir a revisarle; entonces este le miraba muy molesto y vociferaba con enojo: ¡Aléjate de mí; p***ejo!- pero Berry se acercó a él y con lo poco de su magia, colocó la mano en su costado, sus dedos expedían una luz celeste y la misma le comenzaba a curar heridas a Red.

Lo siento tanto, no quiero que las personas sean heridas por mi culpa- Su voz tan suave y dulce le hacía sonrojar, entonces se quedó quieto hasta que el de azul, bajó la mano –es lo mejor que puedo hacer... tengo hambre y no he recuperado del todo mi magia- se dejó caer grácilmente en su hombro mientras susurraba esta última frase; Red le tomó y abrazó por unos instantes mientras notaba que algo de sangre volvía a salir de los vendajes del menor; le volvió a poner con cuidado en la cama y quizá por la situación, sintió la misma necesidad de ayudarle.

Con habilidad, Red logró escabullirse a la cocina y tomar algunos bocadillos y agua sin que Edge se diese cuenta, ya que estaba en la sala viendo el programa nuevo de Mettaton echando pestes de lo malo que es. Regresó a la simulada prisión que tenía para ambos y alimento al chico de las estrellas en los ojos; si bien era cierto, era muy parecido a él, pero tenía un encanto tan dulce que solo había escuchado en esos absurdos cuentos de hadas, en verdad arecía como un querubín que por desgracia se encontraba herido en un pestilente mundo lleno de inmundicias. Tras terminar de darle alimento, se quedó a su lado; Berry notó toda esa amabilidad en Red y como respuesta en gratitud, le abrazó mientras dormían un poco en la misma cama.

Al día siguiente; Edge abrió la puerta; Red susceptible al ruido, se levantó abruptamente y regresó a su esquina: Bien, espero hayan entendido par de idiotas que no deben hacerme enojar- el alto lanzó como advertencia estas palabras e inspeccionaba la escena, era tal cual como la dejó anoche, se acercó al menor que permanecía aun dormido; mientras que Red le miraba con molestia, que en realidad ocultaba su turbación por lo que pasaba ahora en la mente de Edge. El cual se acercó a él –Dime.... ¿Aun tienes problemas por reconocer quien es tu jefe?- estaban cara a cara, casi podía oler que había desayunado esa mañana la misma lasaña de todos los días -¿Aun crees que fallarme no tiene consecuencias?- los ojos de Edge brillaron en rojo, mas Red se calmó cerrando los ojos (cuencas): No, prometo no volver a fallarte- se levantó, acomodó su ropa y se paró firme frente a su jefe –Más me preocupaba conocer quién era este tipo, pero veo que no es nadie comparado a ti- Conocía a su hermano, le encantaban los halagos y con el tiempo, aprendió lo que debía decir para hacerlo apaciguar su ira y sobrevivir bajo su techo.