CAPÍTULO 3

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Me hago un ovillo en mi rincón y entre la cortina que hace mi cabello puedo ver a ese sujeto sin identificar... Ese qué llena cada espacio y me hace olvidar que no tengo idea sobre su identidad... Con esos ojos grises líquidos. Sus labios carnosos hacen un amago de sonrisa, pero luego se forma en ellos, una mueca.
-No se supone que por deferencia deberías... Al menos decir como te llamas... Lo digo porque ésta no es tu cueva ni yo parte de tu tribu.
Meneo mi cabeza, aguzando mi oído, creo haber escuchado un gruñido.
<<¿Será que ha vuelto de saurio loco?>>, Pienso, nerviosamente, mientras muevo los dedos de mis pies.
El escalofrío y el temor se bailan una rumba en mi espina dorsal.
El señor misterio carraspea, sacándome de mis pensamientos.
-¿Ummm? -Respondo, alzando mi mirada hacia él.
<<¡Mierda, es un milagro que no te quedes muda viendo tanto músculo junto!>>, Susurra mi conciencia.
-¡Oh, cállate! -Murmuro.
-Pequeña mujer, deberías decidirte. ¿Quieres que me presente ante ti o qué me calle? -Dice él hombre, pareciendo algo confundido.
Yo solo, me enderezo y mira hacia su cara de pómulos angulosos.
-Te decía que mi nombre es Rex... -su voz se diluye ante mi ceño fruncido-. ¿Hay algún problema? -Me interroga él.
-¿En serio, te llamas como el saurio psicópata? ¿Es broma, verdad? -Pestañeo ante el extraño sentido del humor de este tipo.
Él tensa sus hombros, claramente ofendido y se golpea con la palma de su mano derecha el pecho, diciendo:
-¡Por mi honor, jamás te mentiría con mi nombre, mi Jaruna!
<<Nuestra Jaruna>>, replicó mi Saurio.
<<Ella es mi corazón>>, pensé.
<<¡¡¡Nuestra!!!>>, gruñó inflexible, mi lado cambiante.
-¿Ummm, eres conciente de qué ese no es mi nombre, verdad? -Pestaneó mi compañera, para luego fruncir su pequeña nariz llena de diminutas pecas.
-¿Cuál es tu nombre, pequeño huracán? -Murmuró él roncamente.
<<¡Ojo, chica, este tipo es la rareza con patas!>>, Susurró mi conciencia.
<<¡Claro, como si fuera tan cotidiano mantener diálogos con una parte de mí misma!>>, Repliqué yo, rodando mis ojos.
<<¡Mierda, pues le has atinado!>>, Asintió mi conciencia, casi podía ver esta versión de mi con sus brazos cruzados, mientras puntualizaba cada palabra con el movimiento de su pie.
Al parecer, el no tener una relación de compañerismo en la tribu... Me había dejado pequeñas secuelas mentales. Suspiré y me revolví el cabello, intentando aclararme para responderle a este sujeto... Rex, Sip, su nombre es Rex.
¡Vaya ironía!
-Yo soy Kamany... -Le respondí encogiéndome de hombros, y optando por omitir el apodo por el que Rex, me había llamado.
Su mirada intensa me hacia sentir algo incómoda...
<<¿Tal vez tengo una mancha de arcilla u otra cosa de origen animal untada en mi cara?>>, Pensé.
<<¡Ugh!>>, Soltó mi conciencia.
<<Nota mental, buscar un charco para limpiarme la cara>>, Me estremecí de frío.
-¡Diosa de los cielos, olvidé recoger la leña para la fogata! -dije, para luego hacer una mueca, mirando mis escasas reservas de alimento y escuchando el viento, que presagiaba la tormenta.
<<Bueno, no es como si pudieras cumplir con todas las tareas, mientras un dinosaurio aniquilaba a todos a su paso, ¿cierto?>>, Masculló, nuevamente mi mente, de forma impertinente.
<<Okey, sé que disto mucho de estar llorosa por la pérdida de la tribu... Eso pasa cuando eres el eslabón más débil de una cadena en la que no encaja... Pues, nadie te dió nunca una oportunidad de pertenecer>>, Suelto un suspiro.
<<Sólo me tengo a mi misma para sobrevivir, ellos me permitieron vivir en su cueva... A cambio de recoger leña, buscar alimento, hacer labores dentro de la cueva y tolerar que se me tratara de forma utilitaria. ¡Maldito Malek, jamás me diste algo de afecto!>>, meneé mi cabeza.
<<Es demasiado patético pensar en alguien, que nunca me reconoció como su pareja de día, pero si como un cuerpo dispuesto de noche. ¡Qué la madre tierra convierta tus resto en buen abono, así por lo menos ayudarás a la sobrevivencia de otros, cabrón!>>, Pensé y suspiré de nuevo.

***

Mi hembra se paseaba por la pequeña cueva, haciendo un círculo, mientras se mesaba su melena de rizos castaño oscuro.
Ella miraba el rincón a mi derecha, enfoqué mis ojos hacia ahí y pude detectar un pequeño montón de ramitas y a un lado un cuenco maltrecho con un puñado de semillas y cereales secos.
<<¿Eso eran todos los recursos con los que contaba "ésta" tribu?>>, Pensé, sorprendido.
<<Proteger y proveer para nuestra Jaruna>>, golpeó imperativamente, mi Saurio, en mi lóbulo frontal.
-Sígueme -le pedí a mi compañera, extendiendo la palma de mi mano derecha hacia ella.
-¿Qué te propones, Rex? -Me interrogó, mi Kamany-. ¿Tienes un lugar al que volver? -Susurró ella, hacia mi con desconfianza.
-Solo si es contigo, mi Jaruna -Le respondí espontáneamente.

Una compañera para el T-Rex (Inédita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora