Sobre la naturaleza del insulto

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Erase una vez un hombre sabio, tan sabio que su sabiduría era vista cómo locura por ojos ajenos, su conocimiento y control de los saberes era de los más altos que yo había podido presenciar en una persona. Tuve una oportunidad de oro y es que se me presentó la posibilidad por parte de este sabio que decía: "preguntad cualquier cosa y yo os la responderé" (en ese momento no estaba únicamente yo) y fui quién decidió hacerle una pregunta, una pregunta al hombre más sabio que he conocido, y la pregunta fue la que leéis en este título: ¿Cuál es la verdadera naturaleza del insulto? ¿Qué significa? ¿Por qué en ocasiones un insulto tiene total carencia de contenido y aun así es tan efectivo? ¿Cuando se utiliza, realmente el orador sabe lo que dice?

Es evidente, que la naturaleza del insulto podría parecer en un primer momento dañar de forma verbal a otra persona, porque recordemos que no solo se puede dañar a una persona físicamente. El daño tal y cómo lo concebimos es parte de diferentes ámbitos y todos ellos son importantes en la vida de una persona. El origen primigenio del insulto cómo venimos diciendo, estaría destinado a dañar a otro, a raíz de esta base se nos plantea otra pregunta ¿Por qué querría alguien dañar a otro? Y aquí queridos lectores es cuándo la problemática se extiende, si no hasta el infinito, mínimo cómo el aire de un globo al explotar. Podríamos elaborar muchas respuestas para dar sentido a por qué alguien usa un insulto, cómo la envidia, problemas personales o algo aún más terrible: el mal por el mal.

Os preguntaréis por qué le hice aquella pregunta a aquel sabio, pues bien, durante mucho tiempo he pensado sobre la efectividad del insulto y cómo era posible que algunos fueran abatidos por palabras y otros fueran inmunes a ellas, ¿Qué era diferente? ¿el sujeto predicador? ¿el sujeto predicado? ¿lo dicho? ¿lo interpretado? Tantas preguntas y con tan pocas respuestas. El tiempo ha ido pasando y he descubierto algo tan básico que se presenta en forma de pregunta, ni siquiera en forma de respuesta, a saber ¿Qué sentido primero y a la vez último tiene el insulto? Y no entendamos confusamente que me refiero al sentido que el predicador quiera darle al insulto, sino más bien el sentido del insulto en sí mismo. Es cierto que algunas personas son profundamente afectadas por el insulto, sin embargo, hay otras que son inmunes ¿Qué clase de resistencia poseen? ¿realmente resisten o es simple apariencia? Por lo poco que he conocido y por las noticias que he ido recabando, sé que muchas personas son resistentes ojos al mundo, pero no es más que un traje de cartón que es inundado por el torrente del insulto.

En este punto apercibimos que realmente de alguna forma u otra el insulto afecta cómo veneno de réptil en la mente de la persona a la que va dirigido, hasta el punto de poder romper la subjetividad, autoestima, seguridad y confianza que la persona posea. Ahora bien, aparece de forma clara que hay diferentes intensidades de un insulto y con ello no me refiero a las tipologías, sino a las reacciones del sujeto receptor por parte de cualquier insulto ¿De qué depende la intensidad? Diremos que de la persona que lo predica, pues no es lo mismo que un insulto sea predicado por un familiar que por un desconocido, no es lo mismo lanzar una piedra con un tirachinas que con una catapulta. Aún habiendo presentado todo esto, caemos en la cuenta de que hay personas que realmente son inmunes incluso a insultos que nacen de la familia, entonces ¿Qué sujeto nos queda? ¿Realmente hay tanta variedad? ¿tantas reacciones son posibles? Y podremos contestar que tantas cómo personas haya en el mundo.

Muchos se hacen y apropian del propio insulto y se lo refieren a sí mismos para quitarle todo el sentido que pueda llegar a tener, desproveerlo de todo lo que es y así quitarle su naturaleza, la esencia que hace que el insulto sea lo que es y no otra cosa. De este modo, cabe preguntarnos si solo existen insultos negativos, ¿puede haber insultos positivos? Probablemente no, el objetivo del predicador siempre será dañar pues para ello está creado el insulto. No confundamos el objetivo del insulto con lo que su verdadera naturaleza esconde, que es lo que estamos tratando en este escrito. De momento sabemos que la intensidad del insulto influye dependiendo de dónde proceda, además de el carácter totalmente despectivo y cargado de negatividad del que va provisto.

¿Cuál en vuestra opinión sería el antagonista del insulto? Se nos podría venir rápidamente a la mente: el alago. Es cierto, sabemos que el objetivo del alago es hacer sentir bien y cómodamente a otra persona por los motivos que fuere, pues no sabemos qué se esconde detrás de las acciones de cada cual y de ellas podemos esperar cualquier cosa ¿Estaremos ahora ante dos problemas cuándo intentábamos resolver uno? ¿no nos basta con encontrar la naturaleza del insulto, sino que a su vez se suma la naturaleza del alago? No, es mucho mas simple que eso, el insulto y el alago son dos caras de una misma monedad y la moneda es la naturaleza que provee de esencia a ambos.

Si nos remontamos a los albores del lenguaje encontramos que su función era comunicativa cómo es evidente y en ese sentido el insulto cumple esa función pues forma parte del lenguaje y comparte ese objetivo. De todos modos, debe existir algo que genere al insulto por sí mismo, algo tan sumamente corrupto de dilucidar que en muchas ocasiones produzca el brote del insulto en el hombre cuándo siquiera sabe el hombre mismo por qué el insulto a brotado de sí. La etimología del insulto tampoco queda lo suficientemente clara cómo para poder adjudicarle el papel fundante del insulto, la etimología serviría en último extremo para comprender el nacimiento de un insulto en concreto, pero no nos solucionaría la cuestión del sentido del nacimiento del insulto sea cual sea.

Podríamos dar respuestas cortas y breves: "para hacer daño, por gusto, por despecho, por rabia, por odio, por falta de control, por maldad, etc." Pero ¿qué nos responden del verdadero sentido del insulto? Absolutamente nada. Antes comentábamos que el sujeto predicador en muchas ocasiones no tiene siquiera un sentido del por qué escoge un insulto y no otro y en cierto sentido se debe a la ignorancia, ¿ignorancia respecto a qué? Respecto al uso del insulto desde su propia naturaleza. Ya conocemos que los objetivos del insulto y el alago son dañar y agradar respectivamente, pero ¿qué nos dice del sentido de cada uno en el lenguaje propiamente hablando?, o aún más concretamente, ¿Qué sentido tiene el nacimiento del insulto en el hombre? ¿Acudiremos a la teoría por la cual todo lo que brota del hombre es por necesidad? ¿el insulto nace por necesidad? ¿necesidad de qué? Solo podríamos pensar en la necesidad de dañar a otro, pero es algo con lo que ya comenzábamos este escrito y de todas formas llegamos al mismo punto de partida después de intentar ver el verdadero rostro de esta quimera. Aun así, cuánto más cerca estamos de descubrir cualquier cosa del sentido sobre el insulto la luz del conocimiento se torno oscura, más oscura que la poca luz que parecía asomarse para poder dilucidar lo poco que se pudiera.

No revolotearemos más la incógnita, pues la verdadera naturaleza de este escrito ya ha sido presentada: dar a conocer el sin sentido del papel que posee el insulto en el mundo, que no solo corroe el lenguaje, sino que corroe a aquel que lo utiliza, pues es evidente que no es acaparado absolutamente por nadie y ello implica que el insulto como insulto pueda volverse contra cada cual en cualquier momento por parte de otro sujeto. El problema ya ha sido planteado para los lectores y con ello es suficiente para conocer la naturaleza del insulto, pues ¿no conoce el hombre mejor que cualquier otro la naturaleza del insulto, más incluso que el insulto sobre sí mismo?

Finalmente, para que comprendáis qué respuestas da este escrito acabaré contándoos lo que finalmente me respondió el hombre más sabio que he conocido y cómo es evidente, trato a aquel sabio cómo tal y me resigno al estatus que me corresponde pues ya quisiera yo llegar al pensamiento de aquel hombre. Cuándo se le presentó la pregunta, en este caso por mi parte, ¿Cuál es la naturaleza del insulto? Aquél sabio quedó en silencio delante de mí y los otros durante unos cuántos minutos, tantos cómo nunca había presenciado ya que era un hombre de respuesta rápida, cómo tiene sentido ya que su conocimiento y la fluidez que tenía del mismo se lo permitía. Aquel hombre nos miró y respondió "si te soy sincero, no tengo ni idea de cuál es la naturaleza del insulto y mucho menos su fundamento" y sin más que añadir en aquella conversación terminaron las preguntas.

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