18.

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—¿Me puedes repetir por qué me tengo que tapar los ojos? —se queja nada más ponerle una bufanda de tela fina en la cara

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—¿Me puedes repetir por qué me tengo que tapar los ojos? —se queja nada más ponerle una bufanda de tela fina en la cara.

—No puedes ver lo que voy a hacer, solo escúchame —respondo sentándome justo en frente de él.

—Dime que no vas desnuda, por favor.

—Ya te gustaría —replico y le doy un puñetazo en el brazo. Él se empieza a reír.

Tomo aire y me pongo la otra bufanda para tapar también mis ojos.

—Vamos a olvidarnos de quienes somos por un momento.

—¿Va en serio? No sabía que te gustasen los juegos de rol —comenta en tono burlón.

Resoplo con resignación y me acomodo en el sofá. Esto de no ver es un poco incómodo.

—A mí me cuesta hablar cuando estoy con Jude y a ti escuchar... en general. Así que tú imaginarás que soy Harper y yo que eres Jude.

—¿No es un poco precipitado? A ver, no eres Harper de verdad, y si te manoseo...

Lanzo un puñetazo al aire y consigo darle, pues escucho cómo gruñe y se remueve a mi lado.

—Solo vamos a hablar, Wade.

—¿Qué hay de mantener la mirada?

—Por el momento probaremos así. No se te ocurra hacer ninguna tontería.

—¿Y si te dan ganas de besarme?

—No lo haré, tenlo por seguro. Regla número uno de las mujeres —comienzo, alzando un dedo, pero me doy cuenta de que no me ve, así que escondo mi mano entre las piernas—: cuando estamos contando algo nos gusta que nos escuchéis.

—Regla número uno de los hombres: oímos siempre lo que decís, pero no escuchamos.

—Pues eso va a cambiar. Por muy aburrida que sea la historia la escucharás y opinarás.

Tomo aire para calmar mis nervios y lo suelto lentamente.

—Está bien, pero cuando nosotros hablemos de deportes vosotras tenéis que hacer lo mismo.

—A mí me gustan los deportes, no tengo problema —contesto encogiéndome de hombros. Como no dice nada, continúo hablando—. Ahora te contaré una historia cualquiera e interactuarás, ¿de acuerdo? Recuerda, piensa que soy Harper.

No estoy segura de qué hablarle y mucho menos sé de qué hablan él y Harper, por lo que me decido a contarle algo que me ha ocurrido a mí.

—Hace unos días estaba en la piscina...

—Por dios, no hables así.

—¿Cómo? —pregunto confusa.

—Como si tuvieses cinco años —replica.

Conquistando al chico de mis sueños © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora