Lancelot! Pero que demonios?!
-Te preguntaras como llegamos aquí Arturo. Pero eso no es lo importante ahora, verdad?
Me hizo un gesto con su cabeza que señalaba a los orcos que se acercaban rabiosos trepando por el cañón.
-Alguien tiene una idea para acabar con los orcos sin gastar la menor munición posible?
-Arturo, toma mi mano, anda, rápido.-me dijo Lancelot
Tome su mano y me subió con las 2, jalando con todos sus fuerzas. Me apoye de la misma pared del cañón, y logre subir, tirandome al suelo.
-Uff, gracias Lancelot.
-¡Ahí viene uno!
Tomo fuerzas y con su espada le corto lo cabeza antes que el orco lo degollara.
Unos 3 más hicieron lo mismo,hasra que hubo una pausa. Parecía que los orcos se planteaban algo.
De uno en uno, cada orco se fue subiendo el uno al otro, formando una escalera. Un caballero degollo a uno, pero caía y quedaba el otro, y así, seguía creciendo la escalera de orcos. Bendita inteligencia la suya.
-Hay que atacar de la raíz! Donde esta apoyado el primer orco? Nos asomamos varios al borde del cañón, sabiendo que en cualquier momento los orcos podían saltar y atacarnos, y nos dimos cuenta de la verdadera desgracia.
Criaturas horribles subían por la pared del cañón, pero no sólo orcos, sino también pequeños orcos, , mucho más rápidos, escurridizos y se dice que hasta más inteligentes.
-Caballeros, prepárense a luchar!
Todos dimos un grito de guerra y atacamos apenas llegaron los primeros orcos...
Todos dábamos espadazos por aquí y por allá. En situaciones como esta, siempre había temido por mis amigos, pero la valentía y la unión del grupo podía más que cualquier adversidad.
Tenía que seguir pensando en una solución. Los orcos de la escalera aún no saltaban. Me preguntaba... Y si... Usaba el collar de Klawell?
No me tire de súbito al cañón, si no que en un momento en el que apenas tenía un respiro, saque el collar y pensé en un halcón. En efectivo, se transformó, y todos los miembros de la Mesa Redonda que se dieron cuenta de ello se quedaron un momento en palmados.
-Sigan con lo suyo!
Me trepe al halcón, y como por instinto, no se si con mi mente, con las palmadas que le di, alzó vuelo y lo empecé a dirigir al origen del puente de los orcos.
Esto tomó tiempo, y en ese corto período de tiempo en el que a mi halcón se le dio por pasar muy de cerca por la torre de orcos, el superior comenzó a, obstinadamente, lanzarme flechas.
Lastimosamente, para mi desgracia, una acertó al ala de mi halcón, y despavorido, comenzó a dar vueltas como loca. Aún así, podía controlarla, dentro de la locura, pero ello no evito que chocaramos con la pared del cañón. En ese momento me di cuenta que no había marcha atrás, tenía que sujetarme de la pared. Saqué mi espada y en el último segundo, la ancle a la roca, o a una parte blanda de ella, y quede colgado por ambas manos de mi espada. A unos metros a mi costado, los orcos, que hasta acá tenían la escalera, me gritaban con furia e ira, invitándome a atacarlos.
Buscaba algún lugar donde apoyar mis pies, y no lo encontraba.
-¡Ayuda acá!-grite. Cuando se necesitaba ayuda, hay que solicitarla. Lo peor es que no sabía a donde había ido a parar el halcón.
Fije mi vista abajo. Lograba vislumbrar, aún en la amplia niebla, donde se encontraba el origen de la escalera. Un orco grande y pesado la sostenía. Y... 4 orcos tenían acorralado a mi halcón! Se le veía estable, y parecía que los orcos no se la iban a comer en ese momento, aunque no iban a permitir que se les fuera esa oportunidad.
-Arturo!! Estas ahí??
-Si!! Necesito que lances una flecha.- Pero... Como le decía a donde, si desde su posición no se lograba vislumbrar. Si fallaba, podía acabar dándome a mi.
-Quiero que te acerques lo más que puedas a la columna de orcos, y dispares donde creas que se origina,. Haz tu mejor calculo, por favor.
-Arturo, no te acabaré dando?
-Hazlo, por favor! Es la única esperanza.
Tiró una flecha. Paso zumbando entre yo y la columna.
-OK! Dirigela un poco más a tu izquierda!
Mientras la tiraba, pensé en que, si le lograba dar, no sería muy probable que los orcos se mantuvieran en pie, ya que el orco de abajo era más grande y pesado y por algo estaba ahí. Un solo orco no podría soportar a toda esta recatafila de orcos. Lo que si tenía en desventaja, y sabía que era muy probable, era que los orcos se lanzarán contra mi, haciendo su último intento por llevarme con ellos. Tenía que pensar en una solución rápido.
Seguí buscando con mis piernas algún lugar donde apoyarme, y lo encontré.tuve que elevar bastante la pierna, pero finalmente logré pararme sobre un hueco en la pared.
Verifique con mi mano si podía agarrarme de los pequeños espacios entre las piedras, y vi que si podía. Sacando y volviendo a meter la espada, podría ir subiendo poco o a poco por la escarpada pared, pero no disponía de ese tiempo. Desgraciadamente, ya había lanzado la flecha.
Una flecha. La columna se tambaleo.
Otra flecha. Los orcos daban gritos de osadía.
Última flecha. Los orcos no dudaron en saltar ante mi.
Saque mi espada del hoyo en la pared, y con todas las fuerzas que me quedaban blandi a diestra a siniestra a todo lo que se me aproximara. Aunque sabía que uno iba a caer con fuerza a mi. Y lo hizo.
Cayó un orco sobre mi, y me hizo caer junto a él. A mi lado, vi como el puente de desplomaba y caía sobre los orcos que cuidaban a mi halcón, y lo hacían huir espantado. Me vio en su vuelo, y no tardo en aproximarse a mi y recogerme perfectamente en su lomo. Boto con un movimiento al orco que quedaba, mientras que veía como el puente, aún quemándose, incendiaba todo lo que podía ahí abajo. Seguramente, mis compañeros de la Mesa Redonda lo habían cortado, sabiendo que ayudarian a acabar con los orcos ahí abajo.
El halcón , con sus últimas fuerzas, llegó a la cima del cañón, y me dejó en la orilla de este. Todos aquí arriba ya habían acabado con todos los orcos que se encontraban aquí.
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Un Dilema para el Rey Arturo
AdventureHabía una vez, un rey muy valiente, que despertó un día con mucha energía. Recibió un llamado a un gran Torneo, un Torneo al que solo podían asistir Reyes, los más poderosos Reyes del mundo. Aunque extraña la propuesta, el rey decidió ir, sin darse...