¡Te veo hasta en mi cuerpo!

Capitulo 13

— ¡Nada de eso! —Se sumó ahora la nueva pelirrosa, levantándose de pronto del suelo. —Ara, ara. —Apareció Mirajane desde la barra con mirada inocente, tomando la mano de "Lucy" y acercándose luego a "Natsu". —Quizás si aceptaran que se quieren, no tendrían que
vivir negando las cosas. —Sonrió la albina como siempre, intentando ayudar de alguna forma a sus amigos, juntando las manos de los dos.

Todos en el gremio posaron su mirada en ellos, como ya estaba siendo costumbre. Hasta Juvia dejó de llorar, Cana de beber, y Gray no perdió una sola prenda.

— ¿D-De qué están hablando? Nosotros sólo somos amigos, y así será para siempre. —Estableció tajante "Natsu".

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Todos lo vieron con los ojos abiertos, y luego dirigieron la mirada a "Lucy".

Romeo comía unos pochoclos, como si estuviese viendo la novela de la tarde.

El nuevo rubio desvió la mirada, algo triste por escuchar eso de su catalogada sólo amiga.
La Strauss mayor suspiró.

"Qué lentos..." se dijo mentalmente.

—Oh, no tienes por qué ser tan rudo, Natsu. —Reprochó Levy de pronto, quien había notado cómo su "amiga" sufría por esas palabras. —Ven, Lu-chan, vamos. —La tomó de la mano y
se la llevó de allí, ante la mirada de incomprensión de "Natsu".

El resto del gremio miraba con odio al "pelirrosa" por lastimar a la coneja (como dijo Gajeel de pronto); pero Lucy sólo se cruzó de brazos, harta de todo, y se fue hacia la biblioteca, a notar que McGarden no iba allí.

—Ese Natsu es un bruto. —Negaba con la cabeza Levy, suspirando sentada en un banco fuera del gremio.

"Lucy" no había dicho palabra alguna desde que salieron de allí. Su pequeña amiga le echaba la bronca cada dos segundos, como si fuese un tema recurrente entre ella y la verdadera
rubia.

— ¿Por qué? —Parpadeo varias veces. Aunque nadie lo supiera, el que en realidad estaba dolido era él, no ella. Porque la bruta era Lucy, no él, el pobre Natsu que había caído en la friendzone para siempre. O algo así le decía al ex pelirrosa una voz interior, pero él no escuchaba muy bien para sus adentros.

McGarden clavó sus ojos verdes en su "amiga".

— ¿Te sientes bien, Lu-chan? —La vio con preocupación.

No podría escuchar bien a aquello que llamaban conciencia o grillo de Pinocho, pero sí que escuchaba todo lo que venía de afuera. O de adentro de otras personas.

—Ah, sí. —Sonrió. — ¿Pensarás también eso de Gajeel? Porque él siempre dice cosas lindas de ti cuando está dormido. —Soltó como si fuera lo más obvio del mundo, inocentemente. —Y yo creo que ese bastardo es un bruto con todas las letras. —Se encogió de hombros.

Levy quedó totalmente de piedra, más blanca que las hojas de todos los libros que había leído. Pero si pudiese haber escrito algo en su cara era un enorme "¿QUÉ?".

— ¿D-D-D-D-D-Dormido? —Tartamudeó muchas veces, unas cinco, mientras se sostenía la cara que, si antes estaba blanca, ahora era un tomate de lo roja que estaba.

A Natsu le hubiese gustado seguir esa conversación, pero se empezó a sentir mal. Algo así como cuando tenía que viajar en algún transporte.

—Oh... Lo siento, Levy, este es mi límite. —El usurpador de aquel cuerpo femenino comenzó a tambalearse y a sobarse la cabeza con los dedos, mientras se iba alejando. — ¡Esto es imposible! —Aunque ella amara los libros, estaba tan cansada de vivir en un cuerpo ajeno que simplemente los botó a todos en el suelo de la biblioteca.

Se desparramó en la silla, mirando sus manos. Bueno, las manos de Natsu.

Las contempló por un largo rato.

¿Cuánto había querido sentir esas manos varoniles? ¿Cuánto había esperado que él reaccionara de alguna forma?

Por mucho tiempo ella supo que él era diferente a todos, especial. En realidad, siempre supo en su interior que sentía algo fuerte, distinto. Pero hace poco que podía ponerle un
nombre a eso... Tan simple y llano como es la palabra amor.