Capitulo 18 "¡Yo siempre te he...!"

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En el bosque del lugar las hojas se movían de un lado al otro por el viento que corría.
Lucy, sin embargo, no sentía nada a su alrededor: estaba vacía, sin nada de sentido.
Llegó al árbol/casa de Polyuska y golpeó pesadamente la puerta.

Al cabo de un rato, se escucharon quejas y que la anciana le abría con odio.

— ¡Eres tú! ¿Qué quieres? —Lo miró al "chico" con mala cara, pero luego notó que tenía una tristeza tan grande que hasta a ella la inundó. —Oh. Bueno, pasa, pasa, no tengo todo el
día.

Lucy asintió y, sin despegar la mirada del piso, entró al lugar.

—Dime, ¿qué sucede? —La ex rubia casi pudo jurar que sintió preocupación en esa petición.
—Bueno... Yo en realidad no soy Natsu. Soy Lucy. —Explicó por primera vez a alguien, siendo más fácil de lo que alguna vez creyó.

Pensó que cuando confesara eso sentiría vergüenza, que las burlas la iban a perseguir toda la vida; pero ahora, frente a lo que acababa de descubrir, el mundo ya no le importaba
tanto....

— ¿Y qué quieres? ¿Volver a tu cuerpo? —Preguntó cruzada de brazos la Grandine de Earthland.

—Claro. —Respondió simplemente.

—No te deprimas tanto, sólo tienes que recurrir al amor verdadero. Por más cursi que suene todo eso. —Desestimó Polyuska.

Al escuchar esto, Lucy quedó de piedra, sintiendo arder su corazón.

— ¿Cómo... se hace eso? —Miró por primera vez a los ojos rojos de la mujer.

—Fácil: se confiesa un amor correspondido y se soluciona todo. —Concluyó como si fuera una especie de receta de cocina.

—Ah... Ya veo. —Quedó sumida en sus pensamientos por un rato, y luego alzó la vista para despedirse. —Muchas gracias, Polyuska-san. —Le sonrió tristemente antes de irse.

La susodicha la vio alejarse con pena, preguntándose qué habría salido mal, si después de todo, ellos se amaban.

¿Hacía cuánto tiempo que la estaba buscando? No la encontraba por ninguna parte, ¡y eso que sólo debía buscarse a sí mismo! O quizás ese era el problema: no quería verse en el cuerpo de Lucy, ¡quería verla a ella!

Decirle todo lo que había pensado era lo único que ocupaba su mente ahora, eso y que en realidad se habían amargado durante largo tiempo por una razón sin sentido, porque los dos se querían el uno al otro.

De pronto, allí estaba su propio cuerpo, frente a él. — ¡Lucy! —Se emocionó él y la abrazó.

No supo por qué, sin embargo, la ex rubia lo alejó poco a poco. Y allí vio esa sonrisa triste, apagada.

—Hola Natsu. Escucha, tengo noticias excelentes. —Disimuló ella.

Debía ser fuerte después de todo.

—Oh, yo también tengo algo qué decirte. —Se alegró Dragneel.

Estaba tan emocionado que no podía aguantarse las palabras.

—Ya descubrí cómo volver a nuestros cuerpos. —Se adelantó Heartfilia, dejando algo descolocado al Dragon Slayer.

— ¿En serio? Eso es genial. —Sonrió, parece que el mundo le regalaba un día excelente hoy.

—Sí, sólo se le debe decir a la persona que nos corresponde, que la amamos. —Explicó rápidamente, sintiendo ella cómo se le hacía un nudo en la garganta. —Y... yo ya sé a quién
amas. —Finalizó nerviosa.

— ¿E-En serio, Luce? —Natsu se sonrojó, notándose mucho con la piel tan blanca del cuerpo que poseía.

—Sí. Y por lo que veo es un amor inmenso. —Sonrió forzosamente Lucy.

—Sí. Muy. —Se rio él. —Lamento que hayas creído algo equivocado. —Se disculpó Natsu, apenado por haberla hecho sufrir con la confusión de la conversación con Gray.

Sin embargo, Lucy entendió esto como una disculpa por creer que ella, al ser su compañera, tenía una oportunidad con él.


—No te preocupes, Natsu, eso ya es pasado. Como tengo tu cuerpo, haré lo que debo. —Sonrió triste, alejándose de él lentamente.

— ¿Luce? ¿A dónde vas?

No entendía por qué ella estaba yéndose o lo que había dicho, ¿acaso ya no sentía lo mismo por él?

La ex rubia caminó unos pasos hacia atrás, viéndolo todavía: viéndose a sí misma, a su cuerpo, que estaba contento, enamorado de alguien... Alguien que no era ella.

Se vio a ella misma feliz por creer que Natsu la amaría algún día, y se sintió más que nunca en un cuerpo equivocado, al cual no le pertenecía ya ningún sentimiento.

Salió corriendo de allí, no pudiendo soportar ver más su patética inocencia.

Y Natsu quedó ahí parado: solo. Solo con el cuerpo de la mujer que amaba, pero que no le servía de nada si su alma no estaba en ese recipiente. Porque, entonces, entendió que ella podría verse de mil formas y él, aún así, la amaría....

¡Te veo hasta en mi cuerpo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora