La Carta y La Rosa

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Estaba a punto de llegar tarde al trabajo que tenía en la facultad donde me recibí de Profesora de Música, lo que pasa es que mamá no para de hablar, yo estoy apurada y no quiero colgarla para no ser descortés.

- Si mami, voy a sacar unos días para ir a visitarte, no te preocupes.- hablo a toda prisa y un poco desesperada por el horario.
- Bueno esta bien, parece que ya te olvidaste de mi.- me contesta un poco dramática.
- Hay mamá...- Pongo los ojos en blanco y doy un suspiro- yo jamás me olvidaría de vos o de papá, encerio quedate tranquila, voy a sacar licencia unos días para ir a verte, te lo prometo.
- Bueno esta bien, te quiero hija.
- Y yo a vos ma...luego hablamos, voy a llegar tarde.
- si, cuidate. A Dios.
- Dale.- cuelgo.

Hay Dios esta mi mamá, cuando le agarra la quejadera no para, se muy bien que ella y mi padre desean verme pero me gustaría que me entendieran, recién hace un mes que empecé a trabajar y no puedo estar faltando, ella es la que menos me comprende, ahora papá se ocupa de sus asuntos y no se mete en los míos.
Subo a mi coche lo enciendo y salgo. Por la tarde tengo que ir a ver una casa que me ofrecieron para comprarla, tengo que irme a vivir sola, mi tia se va a casar en cuatro meses y no quiero ser un estorbo para ellos, Jorge es un hombre simpático, es de tener mucha paciencia, y está loco por mi tia, eso se le nota de lejos ella se que también, el trabaja en una agencia de autos, dice que está pagando uno para regalarme así yo no tengo que seguir con el que tengo, no le gusta mi coche, según el está viejo aunque yo lo veo perfectamente y no pienso cambiarlo por otro.
Llego a mi trabajo y mis alumnos me reciben contentos.

- Buen día profe- Me saluda con una sonrisa un chico alto de pelo negro y piel blanca y de buen aspecto, su nombre es Daniel.
- Buen día chicos- saludo a todos a la vez dedicándoles una gran sonrisa.- Pasen a clase.- ordeno y me voy a dirección a presentarme como todos los días. Luego voy al curso.
Esa mañana se hizo bastante larga para mi, estaba frío y lluvioso, creo que lo que mas me deprimía era la lluvia, Daniel mi alumno cada vez que sonreía me hacia recordar a el, de ése que me dejó, de quien tuve que resignarme a no volver a verlo nunca más, en estos cinco años que pasaron todavía hay momentos que me hace falta tenerlo cerca, pero ya no me importa, todo lo que sentía en su contra ya casi ni lo siento, solo espero algún día amar a alguien casi tanto como amé a Uriel.
Después de despedirme de mis alumnos vuelvo a casa y mi tia ya estaba, había encargado unas pizzas, ahora que las dos trabajamos no había quien prepare el almuerzo.

- Hola tia- la saludo con un beso en la mejilla.
- Hola cielo, como te fue?- pregunta, al mismo tiempo me dedica una leve sonrisa.
- Bien, hasta ahora- le devuelvo la sonrisa, sentándome a su lado en el sofá.- Suspiro- Y a vos?
- Eso me alegra, a mi tambien muy bien ,como siempre- sonrie mirándome fijamente a los ojos, su rostro se vuelve serio y frunce el ceño.
- Segura que todo va bien?- pregunta confundida.
- Si tia, no te preocupes, es...solo que...estoy cansada- contesto mirando al televisor.
- Bueno, en la heladera hay pizza, ve a comer y luego descansa.- asiento y voy hacia la cosina a llenar mi estómago que estaba gruñendo de hambre.

Almuerzo, subo a mi habitación, me baño para relajar mi cuerpo agotado, luego salgo me visto con un baquero basta ancha color marrón, una blusa de mangas largas de color beige y por encima una campera negra de cordero que hace juego con las botas de zuela plana sin ningún tipo de tacos y muy cómodas, a mi pelo lo cepillo con un poco de aceite para mantener mis rulos castaños. Bien, tengo que descansar es lo mejor, pero no podría dormirme de ninguna manera, voy a ver si Mirco quiere acompañarme a ver la casa, está a cinco casas después de la suya así que no será lejos, voy a ir de auto por la lluvia. Bajo hacia el teléfono y marco a la casa de los Sánchez.

- Hola? - atiende Adolfo el padre.
- Soy Penélope, está Mirco?
- Si está, ahora te lo paso.
- Dale- esperé.
- Penélope!!! Como estas bailarina sensual?- Se nota entusiasmo en su voz.
- Mirco!!! - Digo con la misma alegría que el- Estoy bien fortachón, y vos?
- Yo también y ahora mucho más- Dice largando una risa.
- Dale, no mames, tampoco es para tanto- reclamo.
- Y a que va la llamada?- pregunta algo curioso.
- Quiero que me acompañes a ver la casa.
- Ah, dale vamos no hay problema.
- Te paso a buscar si?
- Si, si, te espero, nos vemos.
- Dale. - Cuelgo.

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