Cicatrices

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“-¿De qué son esas marcas? 
–Marcas de guerra. 
– ¿Una guerra con quién? 
–Conmigo misma.”




Se apresura a taparse las muñecas, me quedo algo impresionado. O ella misma se autolesiona o en serio la maltratan en casa y no quiere decirlo. Sus ojos se hacen agua, sorbe su nariz y observa el suelo. Me quedo mirándole como si fuera una criatura de otro mundo, algo que nunca en mi vida había visto.

-¿De qué son esas marcas? –Utilizo mi pregunta.

-Marcas de guerra.

Frunzo el ceño, quizá a ella la han secuestrado y encadenado antes, quizá por eso esas marcas. Pero luego vuelvo a pensar con claridad, no puede ser cierto, si la hubieran secuestrado alguna vez, no querría salir a la calle nunca más en su vida.

-¿Una guerra con quién? –me atrevo a hacer una segunda pregunta.

-Conmigo misma.

La sangre que corría por mis venas, se esfuma de repente, mi corazón se estruja fuertemente. Se hace daño a sí misma. Cierro los ojos con fuerza, muchas veces he oído hablar de autolesión, los cortes en las muñecas, piernas y brazos, pero nunca había conocido a nadie que lo hiciera.

-¿Cuántos años tienen tus hermanos? ¿Cómo se llama tu mamá?

Alzo la vista y la encuentro viendo el piso. Se columpia lentamente tocando la tierra con los pies, despacio y casi como con cuidado. Admiro su capacidad para evadir temas tan poderosamente importantes.

-Jazzy tiene cuatro y Jaxon dos –digo casi en un susurro-. Y mi mamá se llama Pattie.

Nos quedamos callados, un silencio incómodo. Ella hace como si nada hubiera pasado, pero ambos sabemos que no es así.

-¿Cómo se llaman tus hermanos?

-Marco y Christopher. 

Asiento levemente mientras la dejo pensar una pregunta.

-¿A qué edad diste tu primer beso?

-A los trece años, ¿tú?

-A los catorce –se ríe levemente.


Alzo la vista para verla riéndose mientras me observa. De repente junta sus labios en una línea y luego se echa a reír nuevamente.

-¿Qué te divierte? –digo conteniendo la risa.

-¿Es esa una pregunta del juego?

-¿Y esa?

-¿Y la tuya?

-¿Qué…? –se queda callada y luego rompe en risas.


Me río junto a ella, es increíble como en menos de dos minutos ha olvidado que sus muñecas para mi ya no son un misterio. Está sonrojada y su sonrisa es preciosa, sus ojos brillan dulcemente mientras se retira el cabello del rostro.








Aunque somos más amigos aún no he conseguido que ______ se abra más a mí. Tengo sus sonrisas, me cuenta sobre algunas cosas, pero aún no se anima a quitarse las mangas de las muñecas y siempre va de pantalón largo. 

Aún nos queda un mes y medio para acabar con el trabajo que debemos hacer juntos, pero ______ se empeña en fastidiarme para que lo terminemos antes así ya nos desentendemos, mi problema es que tengo miedo a que luego de haber acabado con el trabajo, ella vuelva a su antigua forma, a la misteriosa chica de cabeza gacha.


Hacen dos semanas desde su incidente en la calle. En los recesos sigue desapareciendo y por más que intento hablar con ella y convencerla de que se quede conmigo, Zayn, Shay y Liam, siempre dice que no. Para mi eso todavía es un misterio a resolver. Como muchos otros. 



Hoy es miércoles, mitad de semana, como odio este maldito día en el colegio. Busco mis libros en el casillero y dejo la mochila, me quedo allí apoyado viendo el casillero de enfrente, el de _______, ella aún no ha llegado.

-¡Niall! –Shay se abalanza sobre mí.

-Hola, Shay.

-Hola, chico –me pellizca una mejilla.

-¿Cómo has estado? –Pregunto viendo el casillero de ______.

Shay voltea a ver lo que yo veo y como no encuentra nada interesante, vuelve su vista hacia mí.

-Muy bien y ¿tú?

Le sonrío levemente, me golpea el hombro.

-¿Me estás escuchando? –Se puso de puntillas para obstruir mi vista.

-No, perdona.

-¿Qué tiene de extraño ese casillero?

-Es el de _____.

-¿El de quien?

-De nadie, ¿Qué necesitas? –Pregunto bruscamente.

La veo fruncir el ceño y se cruza de brazos para apoyarlos sobre su pecho. Ya estoy listo para un buen regaño o algo por el estilo.

-Los chicos tienen razón, estás cambiando.

-¿De qué hablas? –Alzo una ceja y me río irónico-. No seas inmadura, Shay.

La campana suena interrumpiendo nuestra pequeña discusión. Ella no dice nada y echa a andar por el pasillo en dirección a su salón. Todos comienzan a adentrarse en sus clases, van desapareciendo de los pasillos, se van vaciando. No veo a ______ por ningún lado, eso se me hace extraño. Dudo mucho que esté ya en el salón. Me encojo de hombros y camino hasta mi clase.

-¡Hey, bro! –Liam me palmea la espalda.

Le sonrío distraídamente mientras me doy cuenta de que el banco del frente está ocupado por dos chicas. Mi chica invisible no está aquí. Me paso las manos por el cabello y bufo.

-¿Está todo bien?

-Si, si –le digo como al pasar.

-¿Niall?

-Si, estoy bien.

Liam vuelve a palmearme la espalda y luego se aleja de mí para dirigirse al fondo del salón. Lo sigo y me siento con él. Dejo mi mochila apoyada en la pata de la mesa y tiro mi carpeta sobre la mesa de madera del colegio.

-Algo le ha ocurrido.

-¿A quien?

-A _______.

Frunce el ceño.

-¿Puedes ya parar con esa chica?

Volteo a verlo mientras ruedo los ojos. 

-¿De qué hablas?

-Quiero que ya pares con eso de perseguirla a todos lados, no vas a sacar información de ella. Ya déjala en paz, ya no la molestes, ella no te quiere en su vida, Niall, ella no está bien mentalmente, oculta muchas cosas y eso tú lo sabes. No creas que vas a poder cambiarla.

-Ella está jodida y necesita ayuda. No sabes, no hables.

No me responde, tan solo larga un bufido y se acomoda en su sitio. La profesora entra al salón y comienza con un tema para nada interesante.



-Y es así como deben componer un texto de este tipo...

No he prestado atención en nada, mi mente anda vagando por otros lugares, tengo otras cosas rondando por mi cabeza, mucho más importantes que cómo componer un texto expositivo, que nunca en mi vida voy a componerlo. Por otro lado, pienso en ______ y sus repentinas desapariciones de casi todas las semanas, y las palabras de Shay y Liam aún golpetean en mi cabeza. 

-Pueden salir al receso.


Opto por hacer algo que a mi chica invisible le gusta mucho hacer, aislarse. Así que me voy al patio trasero y me siento en el césped. Saco el móvil de mi bolsillo y reviso los mensajes. Nada nuevo, ella no me ha avisado el porqué de su desaparición. Marco el número de ella y espero a que me atienda.

-¿Hola?

-¡______!

-¡Niall!

-¿Qué haces que no has venido al colegio? –Pregunto. Casi pareció un regaño.

La siento suspirar pesadamente. 

-No puedo decirte.

-Tienes que decirme.

-Sabes que no puedo.

-¿Hasta cuando durara este misterio?

-Hasta siempre –responde casi en un susurro-. Entiende que no quiero alejarte de mí y si me conocieras en serio, no querrías tenerme cerca.

Invisible (Niall Horan y ______)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora