Capítulo 3

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POV Gabriela

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Bajo del barco con ayuda de uno de los sirvientes de la familia. Sonia está detrás de mí y me quedo maravillada al ver la nueva tierra. Es hermosa. Camino sin dejar de observar todo alrededor. Que lindo.

Sonia: ¡Wow! Es hermoso.

Gabriela: Lo sé, es muy lindo el lugar.

Vi a muchas personas de piel más oscura que no dejaba de trabajar. También observé como a algunos los golpeaban con un látigo y les gritaban.

Que feo.

Gabriela: ¿Por qué les hacen eso? —miré a Sonia para escuchar su opinión pero mi hermano fue quien respondió.

Carlos: Porque son esclavos —lo miré y fruncí el ceño— y a los esclavos hay que tratarlos así.

Gabriela: ¿Y por qué son esclavos? —rió.

Carlos: De verdad eres muy tonta —en ese momento quise golpearlo—. ¿No lo ves? No son como nosotros —señaló su mano y entendí que se refería a la piel—. Son negros.

Y en ese momento quise tirarlo al mar. Ya que no sabe nada a ver cómo sale de ahí. Miré a Sonia que solo agachó la mirada y yo negué. Eso era ridículo. ¿De verdad este mundo es así? Que horrible. Ya había escuchado algo parecido, pero nunca me imaginé que fuera así.

Dejé de ver a la gente que trabajaba. Quería hacer algo pero sabía que no podía. Eso mancharía el nombre de mi padre y por ende me mataría. También nadie me escucharía por el hecho de ser mujer.

Mamá: ¡Más rápido, hija!

Gabriela: ¡Ya voy! —miré a Sonia— Odio este lugar.

Sonia: ¿Lo dices por las personas? —asentí.

Gabriela: Están arruinando un lugar tan hermoso como éste.

No dije nada más y aceleré el paso. Aún no habíamos llegado a nuestro destino, según lo que escuché estamos en el puerto de la Intendencia de Veracruz, ahora tomaremos un carruaje que nos llevará a la Intendencia de México, más precisos, la región de Querétaro.

Antonio: ¡Gaby! —me detuvo antes de que subiera— No intentes ir contra las reglas.

Gabriela: ¿De qué hablas?

Antonio: Estás en un nuevo lugar, un lugar que no tiene la organización de miles de años que España tiene, no quieras aprovecharte de ello.

Gabriela: Ellos merecen ser libres —sonrió.

Antonio: Si es así, solo el tiempo lo dirá.

Gabriela: No es justo que ellos no puedan decidir su propio destino —rió.

Antonio: Nadie puede —me dio un abrazo y se fue a su carruaje.

Subí al mío junto a mi familia.

Yo te demostraré que sí se puede.

My immortal #D3.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora