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La primera vez que la vi yo tenía quince años, ella tenía catorce.
Yo trabajaba en la cafetería de uno de mis tíos, ayudaba a mamá con los gastos de la casa.

Ella solía pasar por la cafetería todos los días, su cabello era igual al chocolate que yo preparaba, me llegué a preguntar si también olería así.

Cada vez que entraba pedía lo mismo: una medialuna y un chocolate caliente con malvaviscos de colores; sus labios parecían igual de suaves que ellos.

Siempre le sonreía, no sé que ella veía pero me devolvía la sonrisa que con tanto esmero yo le daba.

Era hermosa y todavía lo es, estando en la Tierra, en el Cielo o en el Infierno.

Un consejo de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora