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Estabas llorando, aunque querías ocultarlo, sé que estabas llorando.

Tus ojos lucían enrojecidos al igual que tu nariz, tu voz se escuchaba extraña al ordenar la medialuna y el chocolate de siempre; te pregunté que te pasaba y me dijiste que estabas bien.

De tanto insistir terminaste contándome: habías discutido con él.

Intenté tranquilizarte, decirte que todo iba a estar bien, que en las relaciones suelen haber peleas pero que siempre, cuando hay verdadero amor, las cosas se arreglan.

Y luego me maldije por ser tan idiota, te quería y te estaba empujando a aceptar que volverías con él.

Y me maldije una y otra vez, porque esa no fue la última vez que lloraste por él.

Fue el inicio, el inicio de tantas. El inicio de muchas.

Pero puedes estar segura de algo... si volvías a contarme algo como eso te daría otro consejo. Uno que no lo incluía a él.

Pero no volviste a hablarme, desde ese momento te convertiste en alguien distante.

Un consejo de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora