Cisne negro || L.S. ||

Capítulo 8

381 lectores :333 se que no subo mucho y perdon. Estoy en una etapa de larva. GRACIAS. VOTEN. COMENTEN. xxx

Harry vio como unas largas piernas se asomaban por la escalera, dejándose ver por debajo de un delicado vestido negro, con algo de vuelo, y enfundadas en unas sandalias con tacón alto, también negras. Habían decidido salir esa noche para poder conocerse un poco mas. Él estaba entusiasmado con la idea de poder tener una buena relación, pero ella parecía solo estar allí como obligación, lo cual lograba desanimarlo, y, a su vez, alentarlo a seguir intentando. Él estaba seguro que lograrían llevarse bien y conseguir que aquello, por más extraño que fuera, funcionara.
Ninguno de los dos dijo una palabra. El clima era tenso. Ella notaba las fugaces miradas que él le daba, puesto que ella tampoco dejaba de observarlo. Pero la diferencia entre ellos era clara: ella no sufría un desequilibrio emocional al saber que su pareja homosexual la engañaba con alguien de otro sexo, con lo cual no se permitía fantasear con la idea de que ellos terminaran juntos; al contrario de él, quien pensaba miles y millones de maneras para que ella terminara en su cama.
Harry había hecho una reservación en un hotel un tanto lujoso, y había pedido una de las habitaciones del piso más alto de hotel, donde la vista era perfecta. La cena había sido tranquila: Harry se esforzaba por sacar temas de conversación a la luz, y Lola se encargaba de enterrarlos tres metros bajo tierra. Siempre con varias miradas fugaces sobre ellos, se encargaban de lanzarse sonrisas tiernas y algunos roces, aparentemente, inconscientes. Luego de dejar algo de propina, salió de la zona del restaurante y la empujó delicadamente a los ascensores, quien lo miró sabiendo lo que sucedería a continuación.
Lola no podía negárselo, se moría por besarlo. Y una pequeña parte de su cerebro rogaba por que no fuera solo un beso. Él bebía vino tinto indiscriminadamente y ella observaba como poco a poco la botella y media que había bebido comenzaba a afectarlo.
Harry intentó recordar la última vez que había tenido relaciones con una mujer y la forma en que se había sentido, sin conseguir muy bien eso último, y decidió, de inmediato, que quería tener sexo con la mujer que se encontraba de espaldas a él, observando atentamente las luces de la ciudad. Se acercó un poco vacilante y se apoyo contra su espalda, ubicando sus manos delicadamente en su cintura. Reposó la cabeza sobre el hombro de ella, mientras ésta tenía un pequeño escalofrío.
-¿Te he dicho lo preciosa que te ves hoy?
-No.-respondió ella de manera seca-Estas ebrio.
-Un poco... pero incluso sobrio creo que eres hermosa.
Ella inhaló profundamente y se giro a verlo. Sus ojos resplandecían reflejando las luces que iluminaban a Londres en esa noche. Ella dejo a un lado todo sentido común y lo beso, dejandose llevar por el sabor a alcohol y uva que sus labios transmitían, y por la forma torpe en que se movían. Era un chico realmente guapo y caballeroso, a pesar de sus actitudes, él siempre le respondía de manera educada. Y, muy a menudo, le dedicaba sonrisas que la hacían sonreír a ella.
Siguieron besándose mientras se encaminaban hasta la cama, todo sin mencionar una palabra. Ambos sabían que sería solo una noche.
Ella comenzó a quitarle la camisa, y, al lograrlo, comenzó a dejar besos por todo su torso, bajando por su abdomen, lamiendo todos los tatuajes en su camino. Desabrochó lentamente el botón del pantalón, y, antes de bajar la bragueta, miró a Harry enarcando una ceja, pidiendo permiso. Como respuesta, él colocó su mano en la melena rubia, incitándola a seguir, y dedicándole una mirada juguetona. Ella bajó la bragueta, y luego dejó caer los pantalones y los bóxers de Harry al suelo, liberando su miembro completamente erecto.
Ella se encargó de hacer que Harry gimiera su nombre, proporcionándole placer con su boca en su zona más sensible. Asía meses que Louis no hacía eso con Harry, lo cual lo excitó aún más. Luego de haberse corrido la boca de Lola, la ayudó a levantarse y a quitarse rápidamente el vestido, tomó un preservativo del bolsillo de su pantalón y la recostó sobre la cama. Inmediatamente después comenzó a acariciarla por encima de su tanga y luego se encargo de sacársela con los dientes, para introducir tres dedos en su interior. Ella se aferró fuertemente a la sábana por la impresión y ahogó un grito en su garganta. Al ver que ella se encontraba tan excitada como él, se puso el condón y la penetró sin previo aviso, logrando que ella no pudiera evitar que ese fuerte y desgarrador gemido se escapara de sus labios, excitándolo aún más.

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