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Eran las 4 de la tarde del 13 de abril de 1997, yo estaba dando una vuelta por

el parque, cuando vi a un niño que se estaba peleando con su padre.

El niño caminaba furioso sin ver por donde andaba, el padre preocupado por su

hijo le gritaba:

-¡Luke!, ten cuidado por donde andas, te puedes caer y hacer daño.- se veía

que el padre estaba preocupado por la expresión de su cara y por que

caminaba deprisa hacía su hijo, aun sabiendo que éste podía rechazar su

ayuda.

-Deja de molestarme papá- le espetó el hijo.

En ese momento, esa imagen del hijo peleando con su padre, me trajo

recuerdos muy dolorosos, recuerdos que pensaba que ya había enterrado, y

había conseguido olvidar, pero parecía que no era así.

Recuerdos de cuando yo era niño, y aún no entendía muchas cosas.

Todo empezó en una tarde años atrás, yo era un adolescente inseguro y

estaba teniendo una de esas típicas peleas entre padre e hijo.

Estábamos los dos solos visitando la tumba de mi madre. Yo no me acuerdo

de ella, pero según mi padre, era la mujer mas amable y altruista que había

conocido; una mujer de piel blanca, que siempre sonreía, esa sonrisa, que

según decía, yo había heredado, podía levantarte el ánimo incluso en un día

gris; su pelo rojo como el de la sangre, y sus ojos negros resaltaban con su

tono de piel; de estatura media, de facciones suaves y delicadas, como las de

un ángel, decía; él, sin embargo era una persona amable con todo el mundo,

pero no conmigo. Según dicen cuando murió mi madre, se volvió frío y distante,

sobre todo conmigo, o eso creí yo hasta ese día. Era un hombre alto, de piel

clara, y pelo marrón; por la expresión de su cara parecía que siempre estaba

enfadado; digamos que su talento culinario no es que fuese su fuerte, a sí que

o hacía yo la comida, o nos moríamos de hambre; su contextura física era

musculosa, pues había estado en el ejercito, cosa que tubo que dejar al nacer

yo y al tener que criarme, aun así pasaba mucho tiempo fuera de casa.

Ese día, fatídico 13 de abril, de regreso de nuestra visita al cementerio, mi

padre empezó a hablar, o más bien a pensar en voz alta:

-Si no hubieses nacido, nada esto habría pasado, y tu y yo no estaríamos

visitando la tumba de tu madre- su tono parecía enfadado, y a la vez triste, pero

ese matiz en su voz era muy poco apreciable.

También dijo- Si no hubieras nacido, tu madre nunca hubiera muerto al darte a

luz-.

Esas duras palabras, calaron en lo más profundo de mi interior, ya la había

escuchado antes, pero esta vez tuvieron un efecto diferente, era como si sus

palabras estuvieran tratando de decirme algo, pero yo no era capaz de ver el

[HISTORIAS CORTASS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora