Capítulo 3: Preparativos

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Se miro frente al espejo, terminado de acomodar las correas del peto, junto a los brazaletes y tobilleras, las armaduras femeninas siempre fueron más fastidiosas que las masculinas, por alguna estúpida razón, su armadura tenía que ser a la medida y con distintas piezas ajustables.
-Inútiles- le murmuro a las correas.
Vio nuevamente al espejo y bufo.
-Genial, estoy hablando sola...
La puerta sonó y con una última revisión rápida la abrio. Tey con su ya limpio cabello me sonreía divertido.
-¿Estabas hablando sola?- río.
-Eh...- murmuro- tal vez.
Lo dejo pasar y se sento en la silla a tomar el peine.
-¿Quieres que te ayude?- se ofrecio.
Le sonrió agradecida y negó la cabeza.
-Tranquilo, puedo sola.
El muchacho se sentó en la cama y mientras desenredaba el cabello se dedico a observarlo rápidamente.
Su armadura constaba de una simple pechera, con unas muñequeras y tobilleras, zapatos cerrados de lona y goma con refuerzos de metal, mantenía tres anillos en la mano derecha, todo de hierro negro. Era larguilucho delgado, pero mantenía fuerza en sus movimientos, tenía el cabello rojo liso con un flequillo que le llegaba a los ojos y constantemente se movia, su cara llena de pecas era definida y redonda, acompañaba a sus ojos almendrados de negro azabache, Tey era guapo, lástima que ninguna chica del reino tenía oportunidad, se rio del pensamiento y el la miraba curioso.
-¿Qué tal te va con Ben?- pregunto pícara.
-¡Laila!- chillo- ¡Ten cuidado!
-Disculpa pues.
Lo miro insistente hasta que soltó la perla.
-Bien, creo que lo voy a invitar a salir mañana.
Su confesión le sonrojo las mejillas haciendo que las pecas no se divisaran. El chillido que pego Laila no fue nada maduro, se sento frente a su amigo, emocionada .
-¿En serio?, ¡Genial!
El sonrió apenado pero feliz.
-Muévete chica, a Lucas está que le da un infarto y Zack no encuentra su espada por ningún lado.
Rio imaginando la escena, se levanto rápidamente y busco el elástico, haciendo un coleta alta, poniendo el cintillo asegurando cualquier mechon fastidioso, fue para el armario, saco la espada y la daga, ya ajustandas al cinto, se echo la capa sobre los hombros y la ato al cuello.
-Listo- anuncie.
Salieron en carrerita con dirección a la sala, ya todos los grupos estaban ahí apiñados unos contra otros con empujones intimidantes. Zack y Lucas se hallaban en la esquina más pegada a la puerta, el primero sentado con la cabeza gacha y el segundo apoyado en la ventana completamente erguido.
-Tranquilo, Zack, luchamos mejor que nadie, se ha probado ya- corto Lucas cuando vio a Tey y Laila acercarse.
-¿Qué pasó?- preguntó Laila, Zack se quedo mirándome silencioso.
-Nada- cerro Lucas.
-Somos 4, todos los grupos son de 5 o 6, tenemos desventaja- gruño Zack.
Se agagacho hasta quedar a la altura de sus ojos.
-Uno más, uno menos, con cada reto hemos podido y nunca nos ha preocupado eso, ¿Te vas acobardar ahora?- pregunto feroz- le hemos pateado el trasero a cada uno de estos grupos, no tienes que preocuparte por sus luchas, enfocate en las nuestras.
Lucas la miró con orgullo y Tey sonrió con calma.
-¿A patear traseros?- ofreció Zack entusiasmado.
-¡A patear traseros!- exclamaron Tey y Paila.
Lucas sonrió dándole palmadas en el hombro a Tey, al darse la vuelta se le esfumó la sonrisa.
-Llegaron- aviso serio.
Las cuatro se juntaron en una fila, mientras los grupos se ordenaban.
Dos hombres y una mujer entraron, los tres vestidos con armaduras y espadas, ya pintados en los brazos y caras, la pintura roja en la cara de la mujer delató su jerarquía, una Alfa los guiaria al Gran Salón.
-Buenas noches, cambiantes- anunció con voz demandante- El gran día ha llegado.
Les sonrió con un poco de malicia caminando delante de ellos.
-Los escoltaremos al Gran Salón, ya conocen la prueba, esta dividida en dos partes: la exhibición, combatiran unos contra otros con sus armas, sin matar sólo desarmar, quien qiede eliminado se tendrá que retirar y por último la Prueba, pelearan con Desalmados...
Un escalofrío recorrió toda la fila, los Desalmados eran algo como los cambiantes, personas que se convierten en animales... pero sin alma.
-A muerte- sentenció la Alfa.
Las respiraciones se aceleraron y todos empezaron a sudar.
-Andando- apresuró la mujer.
En fila salieron detrás de ella, antes de la puerta se cerrará, Laila miro atrás, su madre hecha loba estaba agazapada en las escaleras la observaba atenta y le sonrió.
Con ánimo los cuatro muchachos siguieron la fila con rapidez haciendo lo más corto posible el camino. Pasaban las caminos, entre las casas de piedra, madera y ladrillo, todo estaba a oscura, el ruido y las personas se concentraban allá, esperandolos.
El castillo se alzó ante ellos, grande, de piedra y mármol bruto, subieron la escalera principal, Laila diviso los grabados en latín que los umbrales de las puertas y ventanas tenían, debían ser invocando la protección de los dioses.
Viraron para la derecha, camino al Gran Salón, entraron por la puerta de atrás, Lucas encontró el detalle bastante gracioso. Se sumergieron en oscuras escaleras de piedra húmeda y entraron a un salón cerrado, con bancos y baldes de madera, al otro extremo de la sala, una reja de gruesos barrotes negros se alzaba cerrando el paso, la reja subió hasta el techo, dando vista a la arena.
-Buena Suerte- deseo la mujer, extendiendo su brazo a modo de invitación.
El corazón de Laila se hallaba fuera de sí, comenzaba la prueba, estaban a punto de decidir su destino.

La Ciudad de las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora