[CANCELADA]• l o c υ ѕ • a м o e n υ ѕ • Taejin/Vjin

s e v e n

Las semanas pasaban y si, en algún momento, él había creído que las cosas de un año a otro habían cambiado y tendría la oportunidad de empezar de nuevo, estaba en la más jodida de sus equivocaciones.

Tan solo a la primera semana de empezar (sin contar el incidente del consolador) habían pintado cuatro veces su locker con insultos malditamente homofóbicos. Sin embargo, al ver que a Jin esas cosas no le movían un pelo, los infantiles de sus compañeros de catedra optaron por experimentar nuevos métodos para ver cuales torturas funcionaban mejor en él. Pero la pregunta no era qué pasaba por sus mentes, sino qué estaba haciendo él de malo para que todo esto le pasara, ahora.

Su vida de estudiante fue relativamente buena, había vivido tranquilo, con buenas notas, amigos y paisajes asombrosos, pues lejos de haber estudiado en su país, había estado la mayor parte de su adolescencia de intercambio ¿Acaso si hubiera estado en Corea su vida hubiera sido un infierno desde antes? No estaba seguro, porque en otros lados siempre lo habían halagado por su belleza y su inteligencia, le habían hecho sentir mucho más en casa que en su propia casa; pero ahora empezaba a dudar de todo eso ¿Se lo habrían dicho por puro interés?   ¿Por el dinero de su familia? porque él era torpe, se esforzaba muchísimo en tener buenas notas, y no era para nada hermoso...Taehyung era hermoso, mucho.

—Sal de tus pensamientos, princesita — Se burlaron un par de sus compañeros. Llevaba más de quince minutos observando en silencio la bandeja de comida en la cafeteria, considerando si llevar al menos un bocado de esta a su boca — ¿Acaso no comes porque no es caviar o porque ya llenaste antes tu gordo estómago? —  Jin estuvo a punto de refutar, pero estaba lento y cansado, por la reciente y constante falta de sueño que estaba sufriendo, asi que antes de si quiera poder articular alguna palabra, la bandeja de comida -y de sopa bastante caliente- cayó directamente sobre su rostro y parte de su ropa.

Quemaba, quemaba más allá del calor del agua; quemaba mucho más que las lágrimas que de mezclaban con la comida derramada, quemaba que todos los vieran con burla, que se burlaran de su apariencia, que creyeran que el homo se merecía eso y muchas más torturas ¿Por qué? Por su placer personal de ver como otro sufre lo que ellos no están sufriendo, de decir 'Es él quien lo pasa y no yo' en lugar de tenderle una mano, UNA jodida mano que lograra disminuir los agobios de la mente de Jin por los constantes insultos. ¿Tanta mierda había hecho en su vida que ahora todo le estaba volviendo de esa forma? No, no, ellos eran los enfermos, ellos estaban mal. Jin no había lastimado nunca a nadie.

—¡Quema! — Chillo entre lágrimas, sintiendo su piel arder mientras sus manos tanteaban la mesa en la búsqueda de algún tipo de servilleta que ayudara a retirar el liquido de su cuerpo. Pero no se la iban a dejar facil, nunca.

—¿Quieres esto?— Cuestionó uno de sus compañeros, que Seokjin dificultosamente por lo nubloso de su vista, pudo diferenciar. El contrario estaba de pie, mientras que Jin aún estaba semi encorvado sobre la mesa, buscando algo que el otro tenía en sus manos: todas las servilletas de la mesa. — Si las quieres, ruega —

—Damelas, por favor — Pidió sin dudar, ganándose las risas de un pequeño grupo apartado. Dios, se sentía tan expuesto, como si las miradas de todo el mundo estuvieran encima suyo.

—No princesa — Sintió como la figura ajena se acercaba y posaba su mano fuertemente sobre su hombro, haciendo a Jin sisear — Agachate y ruega a tu rey — Declaró, haciendo que el estómago se le revolviera. No quería hacerlo, prefería llegar al baño tanteando y limpiarse; pero no le dieron opciones, el tipo -ligeramente más alto que él- lo obligó a ponerse de rodillas, golpeando su cuerpo contra el suelo por la sorpresa — Vamos, ruega —

— Por favor...dame, dame las servilletas — Con todo el dolor del alma, pidió, dejando su rostro blanquecino cubierto de lágrimas que inflamaban sus mejillas y dejaban un rastro rojizo por estas. Por un segundo, el silencio total reinó en el lugar, hasta que sintió un pedazo de metal caer sobre su cabeza y el papel deslizarse hacia sus manos. Le había tirado el contenedor.